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Antiguo 20-oct-2012  

Cita:
Iniciado por MetalSinfonico Ver Mensaje
Contaba la leyenda que existía un país llamado Facilitonia donde todo era extremadamente fácil y sencillo. Roberto y Laura, una pareja de aventureros, dedicó mucho tiempo a investigar sobre aquel lugar, y cuando creyeron saber dónde estaba fueron en su busca. Vivieron mil aventuras y pasaron cientos de peligros; contemplaron lugares preciosos y conocieron animales nunca vistos. Y finalmente, encontraron Facilitonia.

Todo estaba en calma, como si allí se hubiera parado el tiempo. Les recibió quien parecía ser el único habitante de aquel lugar, un anciano hombrecillo de ojos tristes.

- Soy el desgraciado Puk, el condenado guardián de los durmientes - dijo con un lamento. Y ante la mirada extrañada de los viajeros, comenzó a contar su historia.

El anciano explicó cómo los facilitones, en su búsqueda por encontrar la más fácil de las vidas, una vida sin preocupaciones ni dificultades, habían construido una gran cámara, en la que todos dormían plácidamente y tenían todo lo que podían necesitar. Sólo el azar había condenado a Puk a una vida más dura y difícil, con la misión de cuidar del agradable sueño del resto de facilitones, mantener los aparatos y retirar a aquellos que fueran muriendo por la edad. Todo aquello ocurrió muchos años atrás, y los pocos facilitones que quedaban, aquellos que como Puk eran muy jóvenes cuando iniciaron el sueño, eran ya bastante ancianos.

Los viajeros no podían creer lo que veían.
- ¿En serio sientes envidia del resto?
- ¡Pues claro!- respondió Puk- Mira qué vida tan sencilla y cómoda llevan. Yo, en cambio, tengo que buscar comida, sufrir calor y frío, reparar las averias, preocuparme por los durmientes y mil cosas más... ¡esto no es vida!

Los aventureros insistieron mucho en poder hablar con alguno de ellos, y con la excusa de que les hablara de su maravillosa existencia, convencieron a Puk para que despertara a uno de los durmientes. El viejo protestó pero se dejó convencer, pues en el fondo él también quería escuchar lo felices que eran los facilitones.

Así, despertaron a un anciano. Pero cuando hablaron con él, resultó que sólo era un anciano en apariencia, pues hablaba y pensaba como un niño. No sabía prácticamente nada, y sólo contaba lo bonitos que habían sido sus sueños. Puk se sintió horrorizado, y despertó al resto de durmientes, sólo para comprobar que a todos les había ocurrido lo mismo. Habían hecho tan pocas cosas en su vida, habían superado tan pocas dificultades, que apenas sabían hacer nada, y al verlos se dudaba de que hubieran llegado a estar vivos alguna vez. Ninguno quiso volver a su plácido sueño, y el bueno de Puk, con gran paciencia, comenzó a enseñar a aquel grupo de viejos todas las cosas que se habían perdido.
Y se alegró enormemente de su suerte en el sorteo, de cada noche que protestó por sus tareas, de cada problema y dificultad que había superado, y de cada vez que no entendió algo y tuvo que probar cien veces hasta aprenderlo. En resumen, de haber sido el único de todo su pueblo que había llegado a vivir de verdad.
Que buena aportacion, gracias!.
 
Antiguo 20-oct-2012  

Una de las preguntas que intriga a todo el mundo y todas las civilizaciones es de cuándo y cómo llegará el fin del mundo. Este cuento sufí nos señala la relatividad de las cosas.

Alquien preguntó a un maestro sufí:
- Sheik, ¿Cuándo llegará el fin del mundo?
- ¿Cuál fin del mundo? – contestó
- ¿Qué quieres decir? ¿Cuántos fines del mundo habrá?
- Dos -dijo el maestro- : el primero será cuando muera mi esposa. El segundo será cuando yo muera.
 
Antiguo 22-oct-2012  

En cierta ocasión, un chico muy joven acudió a un Templo y le pidió a un anciano que le enseñase la
sabiduría.Después de hablar con él un rato, el anciano decidió ponerlo a prueba antes de aceptarlo como discípulo.

Señaló en dirección a un árbol que había frente al Templo y dijo:

- Jovencito, tú quieres aprender, pero yo he de ausentarme del Templo durante un año. ¿Podrías tallar ese árbol y hacerme una estatua mientras estoy fuera?

- Naturalmente, Maestro – contestó el chico.

El Maestro le entregó un cuchillo pequeño y le pidió que se pusiera a trabajar y que fuese amable con los otros discípulos. Luego partió. Como el joven quería aprender de este famoso Maestro, fue muy paciente y lo hizo todo perfecta y cuidadosamente. Le llevó el año entero terminar una talla de dos metros y medio.

Cuando regresó el Maestro, el joven estaba orgulloso y contento de haber realizado algo que sin duda le haría ganar la confianza del Maestro. Para su sorpresa, éste miró la talla, meneó la cabeza y dijo:

- Esta estatua no tiene el tamaño que yo había pensado en principio. ¿Podrías hacerla más pequeña? He de volver a ausentarme del Templo para predicar y no volveré hasta dentro de otro año.

El chico, decepcionado, dio muestras de cierto malestar. Sin embargo, como quería aprender de este gran Maestro, accedió, tras lo cual se marchó al sacerdote.

Aunque sintiéndose molesto en su interior, el joven intentó reducir el tamaño de la talla. Durante los tres primeros meses de trabajo no cesó el malestar en su mente, y notaba que había perdido el afán de perfección.

Durante los otros tres meses sólo logró más sentimientos de malestar y la estatua no le salía bien. Entonces se dio cuenta de algo y pensó:
- Lo que realmente quiero es aprender, y ya que el único modo de aprenderlo es realizando este trabajo, más vale que lo haga lo mejor que pueda y además disfrute haciéndolo.

A partir de ese momento empezó a recobrar su paciencia y su entusiasmo. Después de otros tres meses ya podríamos decir que disfrutaba casi cada minuto pasado esculpiendo aquella obra artística. Al terminar el año había hecho una hermosa estatua de tan sólo noventa centímetros. Y lo más importante, había aprendido a enfrentarse a sí mismo. Poco después de terminar su trabajo regresó el Maestro al Templo. Vio el trabajo y dio muestras de contento, pero dijo:

- Aunque está bien hecho el trabajo, es todavía más grande de lo que había esperado, ¿podrías intentar de nuevo reducir su tamaño?

Para sorpresa del Maestro, el joven respondió afirmativamente con voz contenta. El rostro del muchacho reflejaba su paciencia y el placer con que se enfrentaba a su tarea. Y el Maestro se ausentó de nuevo.

Por tercera vez se puso el joven a tallar, pero esta vez pensó como hacer que la estatua no sólo fuese hermosa, sino que pareciese tener vida. A ello dedicó toda su atención y esfuerzo. Había aprendido a disfrutar con lo que estaba haciendo, y el año no se le hizo largo.

Cuando el Maestro regresó de su viaje, el joven le entregó la estatuilla de unos ocho centímetros: la mejor escultura en madera que uno pueda imaginar. El joven había pasado la prueba de fuerza de voluntad, paciencia, perseverancia y lo más importante de todo, la de actitud frente al aprendizaje. No cabía duda de que sus estudios serían un éxito, porque había aprendido a vencer al más duro y fuerte de los enemigos: él mismo.

Última edición por dadodebaja29145; 22-oct-2012 a las 18:18.
 
Antiguo 24-oct-2012  

Caminando por la selva se topa con un león dormido.

Poniéndose de rodillas ante él, murmura:
- Por favor, no me comas.

La bestia sigue roncando. Esta vez grita:
- ¡Por favor, no me comaaas!

El animal no se da por enterado. Temblando, abre las mandíbulas y acerca su cara a los colmillos para
volver a gritar el ruego. Inútil. La fiera no despierta.

Histérico, comienza a darle patadas en el trasero:
- ¡No me comas! ¡No me comas! ¡No me comas!.

El león despierta, salta sobre él y, furioso, comienza a devorarlo. El hombre se queja:
- ¡Qué mala suerte tengo!.
 
Antiguo 25-oct-2012  

Cita:
Iniciado por Oskar_lopez Ver Mensaje
Caminando por la selva se topa con un león dormido.

Poniéndose de rodillas ante él, murmura:
- Por favor, no me comas.

La bestia sigue roncando. Esta vez grita:
- ¡Por favor, no me comaaas!

El animal no se da por enterado. Temblando, abre las mandíbulas y acerca su cara a los colmillos para
volver a gritar el ruego. Inútil. La fiera no despierta.

Histérico, comienza a darle patadas en el trasero:
- ¡No me comas! ¡No me comas! ¡No me comas!.

El león despierta, salta sobre él y, furioso, comienza a devorarlo. El hombre se queja:
- ¡Qué mala suerte tengo!.
espectacular ejemplo de un fóbico social común siendo hipersencible al entorno y dejándose llevar por las posibles "maldades" en su contra
 
Antiguo 28-oct-2012  

Esta es la historia de un loro muy contradictorio. Desde hacía un buen número de años vivía enjaulado, y su propietario era un anciano al que el animal hacía compañía. Cierto día, el anciano invitó a un amigo a su casa a deleitar un sabroso té de Cachemira.

Los dos hombres pasaron al salón donde, cerca de la ventana y en su jaula, estaba el loro. Se encontraban los dos hombres tomando el té, cuando el loro comenzó a gritar insistente y vehementemente:

- ¡Libertad, libertad, libertad!

No cesaba de pedir libertad. Durante todo el tiempo en que estuvo el invitado en la casa, el animal no dejó de reclamar libertad. Hasta tal punto era desgarradora su solicitud, que el invitado se sintió muy apenado y ni siquiera pudo terminar de saborear su taza. Estaba saliendo por la puerta y el loro seguía gritando:

- !Libertad, libertad!

Pasaron dos días. El invitado no podía dejar de pensar con compasión en el loro. Tanto le atribulaba el estado del animalillo que decidió que era necesario ponerlo en libertad. Tramó un plan. Sabía cuándo dejaba el anciano su casa para ir a efectuar la compra. Iba a aprovechar esa ausencia y a liberar al pobre loro. Un día después, el invitado se apostó cerca de la casa del anciano y, en cuanto lo vio salir, corrió hacia su casa, abrió la puerta con una ganzúa y entró en el salón, donde el loro continuaba gritando:

- !Libertad, libertad!

Al invitado se le partía el corazón.

¿Quién no hubiera sentido piedad por el animalito? Presto, se acercó a la jaula y abrió la puertecilla de la misma. Entonces el loro, aterrado, se lanzó al lado opuesto de la jaula y se aferró con su pico y uñas a los barrotes de la jaula, negándose a abandonarla. El loro seguía gritando:

- !Libertad, libertad!

Maestro: Como este loro, son muchos los seres humanos que dicen querer madurar y hallar la libertad interior, pero que se han acostumbrado a su jaula interna y no quieren abandonarla.
 
Antiguo 28-oct-2012  

Un leñador estaba en el bosque talando árboles para aprovechar su madera, aunque ésta no era de óptima calidad.

Entonces vino hacia él un anacoreta y le dijo:

- Buen hombre, sigue hacia dentro.

Al día siguiente, cuando el sol comenzaba a despejar la bruma matutina, el leñador se disponía para emprender la dura labor de la jornada. Recordó el consejo que el día anterior le había dado el anacoreta y decidió penetrar más en el bosque. Descubrió entonces un macizo de árboles espléndidos de madera de sándalo. Esta madera es la más valiosa de todas, destacando por su especial aroma.

Transcurrieron algunos días. El leñador volvió a recordar la sugerencia del anacoreta y determinó penetrar aún más en el bosque. Así pudo encontrar una mina de plata. Este fabuloso descubrimiento le hizo muy rico en pocos meses.

Pero el que fuera leñador seguía manteniendo muy vivas las palabras del anacoreta: “Sigue hacia dentro”, por lo que un día todavía se introdujo más en el bosque. Fue de este modo como halló ahora una mina de oro y se hizo un hombre excepcionalmente rico.
 
Antiguo 01-nov-2012  

El Mulá Nasrudín fue a ver a un hombre rico.

- Deme algo de dinero.
- ¿Por qué habría de hacerlo?
- Quiero comprar un elefante.
- Sin dinero, mal puedes mantener un elefante.
- Yo vine – dijo Nasrudín – en busca de dinero, no de consejo.
 
Antiguo 07-nov-2012  

Yagyu Tajima no Kami tenía un mono como mascota. Éste asistía a menudo a los entrenamientos de los discípulos. Siendo por naturaleza extremadamente imitador, este mono aprendió la manera de coger un sable y de utilizarlo. Se había convertido en un experto, en su género.
Un día, un Ronin (Guerrero errante) expresó su deseo amistoso de confrontar su habilidad en el manejo de la lanza con Tajima. El Maestro le sugirió que combatiera primero con el mono. El visitante se sintió amargamente humillado. Pero el encuentro tuvo lugar.
Armado con su lanza, el Ronin atacó rápidamente al mono que manejaba un shinai (sable de bambú). El animal evitó ágilmente los golpes de la lanza. Pasando al contraataque, el mono consiguió acercarse a su adversario y golpearlo. El Ronin retrocedió y puso su arma en una guardia defensiva. Aprovechando la ocasión, el mono saltó sobre el mango de la lanza y desarmó al hombre. Cuando el Ronin volvió avergonzado a ver a Tajima éste le hizo la siguiente observación:
- Desde el principio sabía que usted no era capaz de vencer al mono.
El Ronin dejó de visitar al Maestro desde ese día. Habían pasado varios meses cuando apareció de nuevo. Volvió a expresar su deseo de combatir con el mono. El Maestro, adivinando que el Ronin se había entrenado intensamente, presintió que el mono se negaría a combatir. Por lo tanto no aceptó la petición de su visitante. Pero éste insistió y el Maestro acabó por ceder.
En el mismo instante en el que el mono se puso frente al hombre, arrojó su sable y emprendió la huida gritando.
Tajima no Kami terminó por concluir:
- ¿No se lo dije? No lo iba a vencer...
Poco tiempo después, gracias a su recomendación, el Ronin entró al servicio de uno de sus amigos.

Conclusión: Con paciencia y perseverancia no siempre conseguimos lo que pretendemos, pero estas virtudes siempre nos recompensan de alguna forma.
 
Antiguo 08-nov-2012  

Hace mucho tiempo, un rey sabio y curioso hizo colocar una gran roca como obstáculo en uno de los caminos de su reino. Se escondió cerca y se sentó a observar. Querría saber como reaccionaba los que pasaban por allí.

- ¿alguien se esforzaría quitar la tremenda piedra?

Pasaron muchas personas. Algunos simplemente rodearon la piedra sin darla mucha importancia. Muchos culparon a la autoridad por no mantener los caminos despejados, pero ninguno de ellos hizo nada para sacar la piedra del camino.

Al final del día pasaba por allí un vecino del pueblo que había trabajado todo el día y que vivía en un sitio descampado. Estaba exhausto y tenía un fardo de leña sobre sus hombros. Vió la piedra y se detuvo. Luego se aproximó a ella, puso su carga en el piso trabajosamente y trató de mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y empujar hasta llegar a fatigarse mucho, con gran esfuerzo, lo logró.

Mientras recogía su fardo de leña, vio una pequeña bolsita en el suelo, justamente donde antes había estado la roca. La bolsita contenía monedas de oro y una nota del mismo rey diciendo que el premio era para la persona que removiera la roca como recompensa por su actitud y por despejar el camino.

Maestro: los obstáculos y las dificultades que se presentan en la vida muchas veces son una gran oportunidad para aprender y crecer.
 
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