|
|
04-oct-2012
|
|
|
Gracioso el cuento de la ventana. Enhorabuena.
|
|
|
|
05-oct-2012
|
|
|
Un niño de la India fue enviado a estudiar a un colegio de otro país.
Pasaron algunas semanas, y un día el jovencito se enteró de que en el colegio había otro niño indio y se sintió feliz. Indagó sobre ese niño y supo que el niño era del mismo pueblo que él y experimentó un gran contento.
Más adelante le llegaron noticias de que el niño tenía su misma edad y tuvo una enorme satisfacción. Pasaron unas semanas más y comprobó finalmente que el niño era como él y tenía su mismo nombre.
Entonces, a decir verdad, su felicidad fue inconmensurable.
|
|
|
|
05-oct-2012
|
|
|
Un padre tenía dos hijas. Una casó con un hortelano y la otra con un fabricante de ladrillos.
Al cabo de un tiempo fue a visitar a la casada con el hortelano, y le preguntó sobre su situación.
Ella dijo:
- Todo está de maravilla conmigo ..
- ¡pero sí tengo un deseo especial!
- que llueva todos los días con abundancia para que así las plantas tengan siempre suficiente agua.
Pocos días después visitó a su otra hija, también preguntándole sobre su estado.
Y ella le dijo:
- No tengo quejas, solamente un deseo especial.
- ¡que los días se mantengan secos, sin lluvia, con sol brillante!
- Así los ladrillos sequen y endurezcan muy bien.
El padre meditó:
- si una desea lluvia, y la otra tiempo seco ..
- ¿a cual de las dos le adjunto mis deseos?
|
|
|
|
08-oct-2012
|
|
|
En el siglo X, el eminente monje Fa-Yan dirigía un templo budista que se alzaba cerca de una ciudad del sur de China. En ese mismo templo vivía el honesto monje llamado Tai-Quin, que era despreciado por ser un poco descuidado.
Una vez, después de las oraciones diarias, Fa-Yan preguntó a sus hermanos de monasterio:
- Si un tigre aparece con una campanilla atada al cuello, ¿quién podrá desatarla?
Todos se quedaron perplejos, pues desatar la campanilla del cuello del tigre sería una temeridad. El tigre es una animal muy temido en aquellas latitudes. Es imposible que una persona pueda acercarse a su cuello para quitarle un cascabel. Por este motivo, aunque pensaban y pensaban, nadie se atrevía a dar una respuesta válida.
En ese momento entró el monje Tai-Quin, y el eminente religioso repitió la pregunta.
El monje que acababa de entrar respondió con la punta de la lengua:
- La campanilla debe ser desatada por quien la hubiera atado.
Esta frase se tornó en un proverbio para el pueblo, por eso en China la gente no dice:
- Debe resolver el problema quien lo creó, – sino que utiliza el dicho
- La campanilla debe ser desatada por quien la ha atado.
|
|
|
|
12-oct-2012
|
|
|
Cada hombre, según una leyenda antigua, nace en el mundo con dos bolsos suspendidos de su cuello ..
… uno al frente y otro en la espalda.
Todo el bolso que lleva al frente está lleno de las faltas y defectos de sus vecinos, y el bolso grande que lleva detrás en la espalda lo lleva lleno de sus propias faltas y defectos.
De ahí es que los hombres son rápidos para ver las faltas de otros, pero son a menudo ciegos para ver sus propios defectos.
|
|
|
|
15-oct-2012
|
|
|
He aquí que un hombre entró en una pollería.
Vio un pollo colgado y, dirigiéndose al pollero, le dijo:
- Tengo esta noche en casa una cena para unos amigos y necesito un pollo.
- ¿Cuánto pesa éste?
El pollero repuso:
- Dos kilos, señor.
El cliente meció ligeramente la cabeza en un gesto dubitativo y dijo:
- Éste no me vale entonces.
- Sin duda, necesito uno más grande.
Era el único pollo que quedaba en la tienda. El resto de los pollos se habían vendido. El pollero, empero, no estaba dispuesto a dejar pasar la ocasión. Cogió el pollo y se retiró a la trastienda, mientras iba explicando al cliente:
- No se preocupe, señor, enseguida le traeré un pollo mayor.
Permaneció unos segundos en la trastienda. Acto seguido apareció con el mismo pollo entre las manos, y dijo:
- Éste es mayor, señor.
- Espero que sea de su agrado.
- ¿Cuánto pesa éste? – preguntó el cliente.
- Tres kilos – contestó el pollero sin dudarlo un instante.
Y entonces el cliente dijo:
- Bueno, me quedo con los dos.
|
|
|
|
15-oct-2012
|
|
|
or un lado era un respetado maestro, capaz de hablar con un fenomenal cordura, claridad y precisión, llegando, como nadie, al mismo núcleo de las cosas.
Pero, de vez en cuando, ante la sorpresa de todos, se ponía a hacer desconcertantes extravagancias: reír sin motivo aparente, se quedaba herméticamente silencioso, se levantaba y dejaba plantados a los asistentes a du charla, se reía a carcajadas, se burlaba de alguno de los presentes, o aparecía medio desnudo y tantas otras extravagancias que despertaban la perplejidad y hasta la irritación de los más cercanos discípulos, porque ellos sí sabían bien que se trataba de un gran ser espiritual.
Les molestaba que algunos pudieran pensar que era un estúpido o un insensato. Por ello un día fueron a reunirse con el maestro y le expusieron su parecer.
El maestro sonrió sosegadamente y les dijo:
- Lleváis conmigo mucho tiempo, ¿no es así?
- Así es, querido maestro.
- Y no comprendeís nada, absolutamente nada.
- ¡Qué lástima!
- Sois como el estudiante que al tener una esfera entre sus manos sólo ve la mitad de la misma y le quedaba oculta la otra mitad. Igualmente vosotros sólo veis un lado de mi realidad.
- No lo entendemos – dijeron quejosos los discípulos.
- Me muestro como un insensato o un extravagante cuando quiero causar intencionadamente esa impresión en algunos para que me dejan en paz.
- Son gente insustancial y superficial y con este pequeño truco les espanto.
- Los que son más profundos, los buscadores, no se dejan desorientar por mis extravagancias, porque saben ver el fruto detrás de la cáscara.
Todos se sintieron avergonzados. Desde aquel día, empero, estuvieron encantados con las extravagancias del maestro, ya que mediante ellas apartaba a los falsos buscadores.
Maestro: a menudo el ser humano, por falta de visión penetrativa, se estrella contra las apariencias de los fenómenos.
|
|
|
|
15-oct-2012
|
|
|
Por un lado era un respetado maestro, capaz de hablar con un fenomenal cordura, claridad y precisión, llegando, como nadie, al mismo núcleo de las cosas.
Pero, de vez en cuando, ante la sorpresa de todos, se ponía a hacer desconcertantes extravagancias: reír sin motivo aparente, se quedaba herméticamente silencioso, se levantaba y dejaba plantados a los asistentes a du charla, se reía a carcajadas, se burlaba de alguno de los presentes, o aparecía medio desnudo y tantas otras extravagancias que despertaban la perplejidad y hasta la irritación de los más cercanos discípulos, porque ellos sí sabían bien que se trataba de un gran ser espiritual.
Les molestaba que algunos pudieran pensar que era un estúpido o un insensato. Por ello un día fueron a reunirse con el maestro y le expusieron su parecer.
El maestro sonrió sosegadamente y les dijo:
- Lleváis conmigo mucho tiempo, ¿no es así?
- Así es, querido maestro.
- Y no comprendeís nada, absolutamente nada.
- ¡Qué lástima!
- Sois como el estudiante que al tener una esfera entre sus manos sólo ve la mitad de la misma y le quedaba oculta la otra mitad. Igualmente vosotros sólo veis un lado de mi realidad.
- No lo entendemos – dijeron quejosos los discípulos.
- Me muestro como un insensato o un extravagante cuando quiero causar intencionadamente esa impresión en algunos para que me dejan en paz.
- Son gente insustancial y superficial y con este pequeño truco les espanto.
- Los que son más profundos, los buscadores, no se dejan desorientar por mis extravagancias, porque saben ver el fruto detrás de la cáscara.
Todos se sintieron avergonzados. Desde aquel día, empero, estuvieron encantados con las extravagancias del maestro, ya que mediante ellas apartaba a los falsos buscadores.
|
|
|
|
18-oct-2012
|
|
|
- Maestro, ¿dónde está Dios?
- Aquí mismo.
- ¿Dónde está el paraíso?
- Aquí mismo.
- ¿Y el infierno?
- Aquí mismo. Todo está aquí mismo. El presente, el pasado, el futuro, están aquí mismo. Aquí está la vida y aquí está la muerte. Es aquí donde los contrarios se confunden.
- ¿Y yo dónde estoy?
- Tú eres el único que no está aquí.
|
|
|
|
18-oct-2012
|
|
|
Contaba la leyenda que existía un país llamado Facilitonia donde todo era extremadamente fácil y sencillo. Roberto y Laura, una pareja de aventureros, dedicó mucho tiempo a investigar sobre aquel lugar, y cuando creyeron saber dónde estaba fueron en su busca. Vivieron mil aventuras y pasaron cientos de peligros; contemplaron lugares preciosos y conocieron animales nunca vistos. Y finalmente, encontraron Facilitonia.
Todo estaba en calma, como si allí se hubiera parado el tiempo. Les recibió quien parecía ser el único habitante de aquel lugar, un anciano hombrecillo de ojos tristes.
- Soy el desgraciado Puk, el condenado guardián de los durmientes - dijo con un lamento. Y ante la mirada extrañada de los viajeros, comenzó a contar su historia.
El anciano explicó cómo los facilitones, en su búsqueda por encontrar la más fácil de las vidas, una vida sin preocupaciones ni dificultades, habían construido una gran cámara, en la que todos dormían plácidamente y tenían todo lo que podían necesitar. Sólo el azar había condenado a Puk a una vida más dura y difícil, con la misión de cuidar del agradable sueño del resto de facilitones, mantener los aparatos y retirar a aquellos que fueran muriendo por la edad. Todo aquello ocurrió muchos años atrás, y los pocos facilitones que quedaban, aquellos que como Puk eran muy jóvenes cuando iniciaron el sueño, eran ya bastante ancianos.
Los viajeros no podían creer lo que veían.
- ¿En serio sientes envidia del resto?
- ¡Pues claro!- respondió Puk- Mira qué vida tan sencilla y cómoda llevan. Yo, en cambio, tengo que buscar comida, sufrir calor y frío, reparar las averias, preocuparme por los durmientes y mil cosas más... ¡esto no es vida!
Los aventureros insistieron mucho en poder hablar con alguno de ellos, y con la excusa de que les hablara de su maravillosa existencia, convencieron a Puk para que despertara a uno de los durmientes. El viejo protestó pero se dejó convencer, pues en el fondo él también quería escuchar lo felices que eran los facilitones.
Así, despertaron a un anciano. Pero cuando hablaron con él, resultó que sólo era un anciano en apariencia, pues hablaba y pensaba como un niño. No sabía prácticamente nada, y sólo contaba lo bonitos que habían sido sus sueños. Puk se sintió horrorizado, y despertó al resto de durmientes, sólo para comprobar que a todos les había ocurrido lo mismo. Habían hecho tan pocas cosas en su vida, habían superado tan pocas dificultades, que apenas sabían hacer nada, y al verlos se dudaba de que hubieran llegado a estar vivos alguna vez. Ninguno quiso volver a su plácido sueño, y el bueno de Puk, con gran paciencia, comenzó a enseñar a aquel grupo de viejos todas las cosas que se habían perdido.
Y se alegró enormemente de su suerte en el sorteo, de cada noche que protestó por sus tareas, de cada problema y dificultad que había superado, y de cada vez que no entendió algo y tuvo que probar cien veces hasta aprenderlo. En resumen, de haber sido el único de todo su pueblo que había llegado a vivir de verdad.
|
|
|
|
|
|
|