He ido a ver a la recepcionista de mi antigua autoescuela. Mi madre insistió en que fuera a saludarla antes de marcharme de nuevo porque alguna vez que la encontró por la calle le preguntó por mí, que qué tal me iba.
No es que haya pasado nada malo pero no me siento bien, ese ir a propósito a un sitio para saludar a alguien no es algo que haga con naturalidad. No sé qué sensación le habré dejado yo a aquella mujer, según mi madre se ha puesto contenta de que fuéramos a charlar con ella, pero a mí no me quedan ganas de volver a ir otra vez, no sabía ni a dónde mirar cuando me hablaba, fui incapaz de ser agradable, ni de hablar relajada.
Voy a enviar ya el post que como siga borrando líneas me va a pasar lo de siempre.