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Iniciado por Eloff
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LA SALUDÉ Y ME SALUDÓ. LA SALUDÉ Y ME SALUDÓ. LA SALUDÉ Y ME SALUDÓ. LA SALUDÉ Y ME SALUDÓ
Fui a un bar con unos amigos, con la intención de apoyar a uno que se iba a animar a cantar en el escenario. Todo bien, buenos músicos, mi amigo canta, perfecto. En un momento, miro un lado... ¿Ella? No... ¿sí? No miraba hacia mi lado, yo estaba más atrás respecto al escenario. ¿Me habría visto antes y por eso lo evitaba? No... qué paranoia, no importa... Pero sólo su perfil me hacía dudar... ¿Era? Creía que sí... Bueno, estaba acompañada sólo por una amiga, eso es bueno, indicio de una posible introversión. En un momento se gira, no me mira directamente pero puedo confirmarlo: Es ella. Qué hago, ¿podría hacer algo? Permitiéndome delirar por un segundo e imaginando que tuviera el valor de cualquier cosa... ¿Iría y me acercaría y diría "Hola X, tanto tiempo!"? Ni siquiera era una mesa en donde estaban, eran sillones, ¿dónde me pondría, me quedaría parado? Absurdo. Igual, nunca me atrevería a hacerlo, al menos no ahora y no en ese momento (porque sí quisiera hacerlo y es de hecho medio "mi plan" hacerlo algún día de alguna forma cuando me sienta más preparado o bueno... excusas en (gran) parte). Se levanta y pasa a un lado, va al baño (intuyo, porque no sabía dónde estaba). Creo que no me mira, ni yo, que obviamente no me atrevo ni a comprobarlo.
Empiezo a contemplar la posibilidad de usar una carta mágica, la carta: "acción irracional con determinación espontánea", la única que me permitiría salir de un atasco por cobardía semejante. Si iba al baño también, y si los baños estaban cerca uno de otro (como suele ser), podría cruzármela en el momento en que ella saliese y así forzar una pequeña conversación, así sea un simple saludo. Calculo un poco más de tiempo, por eso de que las mujeres siempre tardan más, y activo la carta. Voy, los baños tenían entradas enfrentadas, era ideal, pero la suerte no estuvo de mi lado, demasiado pronto. Observo la pared vacía mientras resuelvo mi trámite fisiológico, me miro al espejo y pienso en el desastre que soy.
Vuelvo, poco después es hora de irse, es jueves y todos tenemos actividades, y los músicos ya culminaron sus actuaciones. Me va a tocar pasar enfrente de ella, ¿y qué voy a hacer?, ¿mirar hacia el frente como si no me hubiera percatado de su existencia? Sí, eso es lo que un miedoso haría, ¿por qué no? Pero no... la miré, sonreí e hice un gesto de saludo. Y me miró, sonrió y me saludó con la mano. ¡Qué sonrisa más dulce!, entonces... ¡no me detesta! (Pero... ¿por qué ese miedo subyacente a que me detestase?... No estoy muy seguro
).
Y así es como una sola mirada logra sacudir todo mi mundo interior.
Algo más voy a hacer, algún día, de alguna manera. Mal o bien hecho, para buen o mal resultado. Pero algo.