Es un tema del que quiero hablar de hace tiempo.
Si comunicarse exitosamente entre iguales ya es de por sí, pero especialmente en nuestro caso, algo dificultoso, ¿cómo lo hacéis con la gente de no muchas luces? ¿Y con gente con disminuciones psíquicas?
Es algo que a mí nunca se me ha dado bien y que además me reporta ansiedad cuando ocurre. No por el evidente hecho de que te hacen sentir afortunado en tu miseria (y por lo tanto, dada tu condición de incapacitado social, incompetente), algo que uno siempre palia con algún tripijuego de comparaciones morales; tampoco por el hecho empático, algo que de la sensibilidad de uno dependerá. Es sobretodo la angustia de ver que estamos en canales tan diferentes, de ser la máxima expresión de la incomprensión humana, del fracaso comunicativo y de la obligación de convivencia. Es casi un tema del alma.
En el caso del simplemente corto -y que me disculpen la expresión planera-, resulta complicado mantener cualquier conversa o amistad. Rebajarse (sin sentido peyorativo) a su nivel o condición puede resultar fácil y no es nada más que otra habilidad social, pero normalmente poco tengo que decir sobre sus básicos intereses o temas de conversa sin faltar a mi identidad. Adoptar la postura de que te interesa lo que te dicen es algo que haces por cortesía, pero que resulta de díficil mantenimiento y a veces contraproducente. Asimismo, pretender comunicar tú los matices, las paradojas, las complejidades sobre el tema que te lo hacen interesante, es un despropósito (en este sentido se diferencia del trato con los niños, que en general es de mi aprecio pues estos están en edad de aprendizaje y, en mayor o menor mesura, agradecen cualquier input).
De esta forma, si no se hace evidente el rechazo o el hecho en sí, al final te preguntas si esa persona no se estará imaginando ya que le desprecias, como algunos me han comunicado que transmitía -¿fracaso por mi parte?-
mi texto del otro día, cuando lo único que explicaba era la dolencia de la diferencia, sin ningún juicio de valor. Por más inri, la condición de "cero intelectual" favorece la existencia del prejuicio. Aunque no alardees nunca de ello y sea algo que incluso te molesta, la condición de ser diferente a la media te reporta el rechazo inequívoco por su parte, a veces de entrada. Y a diferencia del que es inferior, el que va por encima siempre tiene que cargar con la responsabilidad moral que los demás injustamente le atribuyen.
En el caso del realmente disminuido ya no es un tema de ser habilidoso o de ser moral. La pregunta absurda que te hace el disminuido psíquico, como la del loco, suscita de forma frecuente la duda de todo lo conocido para adentrarnos en el terreno de lo imaginativo y lúdicamente creativo. Eso sirve como solución intelectual a los hechos, pero en mi caso no hace más que enfatizar esa total separación e imposibilidad comunicativa que tanto me acongoja (y eso que no soy precisamente alguien hipersensible).
La solución parece sencilla: relaciónate con tus semejantes. Por supuesto sólo lo parece. Por una parte ésta es una meta que pocos consiguen al largo de la vida. Por la otra, para ser alguien funcional, tienes que saber relacionarte con gente que no escogerás (família, trabajo, amigos). Al final parece más bien una condena.
PS. Si alguien se siente aludido en el papel opuesto al mío, agradecería especialmente su opinión.