Era impulsivo y muy curioso, empero, educado. Hacia muchas cosas extrañas
. No me importaba las críticas negativas ni el qué dirán y me comportaba de manera muy agresiva cuando alguien me atacaba (a pesar de todo, aún no he cambiado mucho en eso
). Recuerdo que mi expresión oral era bastante destacable, por lo que prefería hablar con gente mayor en vez de hacerlo con mis contemporáneos. ¡Me gustaba ser el centro de atención! :p Otra de las facultades que poseía - y hoy tengo en grado superlativo - era ponerme a pensar y analizar todo cuanto me rodeaba; los ejercicios de introspección que hacía eran muy reseñables para alguien de mi edad. También me percaté prontamente de que mi capacidad intelectual superaba el promedio y esto hacia que me considerara superior al resto.
Me agradaba jugar con un par de niños de mi barrio, pero también me encantaba mucho jugar yo solo con mis juguetes (jugaba más solo que con otros niños), siendo el más importante de estos muñecos uno al que había bautizado con mi propio nombre, en efecto, estaba y sigo estando dotado de una gran imaginación que me permitía abstraerme y crear ricos mundos internos.
Un problema que tuve desde que tengo uso de razón, y aún me atormenta, es que desde muy pequeño vi como mi abuela le gritaba a mi madre (en esa época vivíamos en casa de mi tía y abuela) y le botaba de la casa. Me duele que mi madre no me dejara que la consolara mientras lloraba, ella me dice que lo hacía porque no quería "pasarme sus miedos", nada más errado. Mi casa era siempre un griterío y discusiones diarias. Eso es algo que hasta hoy no he podido superar y aún sigo teniendo que soportar.
Mi TOC (en aquel tiempo desconocía que se llamaba así) hacía ya estragos en mi procelosa mente. Desde niño tuve muchos problemas mentales.
Siempre me sentí diferente a los demás, y creo que el resto también se percataba de esa diferencia. Si todos pensaban "A", yo pensaba "B". No era tímido, pero era raro, muy raro, y, aunque deseaba la interacción social, jugar con otros niños y esas cosas, desconocía y recusaba las reglas de conducta social.
Cuando entré a primaría nadie se juntaba ni quería jugar conmigo, y eso me hacía sentir mal pues yo deseaba que me incluyeran en sus juegos y participar con los demás niños. Los recreos los pasaba, por lo general, caminando solo por el patio, y, eventualmente, hablaba con la señora del quiosco. Únicamente una vez tuve un acercamiento casi amical con otro niño, pero por me terminé alejando, por motivos que ni yo mismo podría explicar bien. Nunca tuve ni he tenido amigos.
Me gustaba mucho participar en clase, pero mis compañeros me callaban y me insultaba tanto por esto como por mi sobrepeso.
Aunque nunca deje de defenderme de las agresiones físicas, ellos siempre eran más y yo estaba solo
. Igualmente, rememoro con amargura los dicterios peyorativos que me lanzaban y cuando me acusaban falsamente ante el profesorado de cosas que no había hecho y estos les creían arguyendo que tantos alumnos no podían mentir para perjudicar a alguien.
Todo esto me marcó bastante e hizo que me fuera "apagando" y, al conocer el comportamiento de las personas ante alguien como yo, comencé a generar cierto rechazo por la mayoría de gente...