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Antiguo 17-dic-2012  

Cita:
Iniciado por Jassito Ver Mensaje



Les quiero compartir un poco de la conversación que tuve con mi papá
apenas ayer, no ha sido por nadie más que por él, yo sé que mi papá no es
filosofo ni gurú, pero me animó y me devolvió este amor tan grande que le
tengo con esta invitación...

Por qué te la pasas en tu cuarto? Creo que cuando estás en tu cuarto y
escuchas a alguien subir hasta te escondes abajo de la cama...

A veces el ser humano tiene miedo, y por miedo no se atreve a hacer ciertas
cosas, ciertos retos que implican la vida. El ser humano encuentra una
manera de como zafarse de estos miedos, y si, se calma todo por un tiempo.

Y el miedo se va recorriendo y haciendo más fuerte, el miedo es lo que crea
las situaciones dificiles, el alcoholismo, la drogadicción, la depresión y la
neurosis. Por eso los miedos hay que enfrentarlos, si, de una buena vez,
para que no nos destruyan, ya cuando los estás enfrentando te das cuenta
que no son nada.

Supongamos que te bañas, te pones ropa nueva, te peinas y te maquillas,
quedas muy bien, pero no sales de tu cuarto. Entonces todo valió para pura
madre!! ¿Porqué? Por que no sales a que te vea el mundo, a que te vea la
ropa, el cabello, la cara, ni siquiera que escuche tu voz!! Tienes que
mostrarte, si, tienes que mostrarte si quieres tener amigos, si quieres tener
trabajo, si quieres ir a la escuela, muéstrate para que los demás puedan
ver la persona que eres. Para que sepan que te gusta, que no te gusta, que
piensas si piensas bonito, si te gustan las cosas bonitas si tienes valores,
para que sepan que estás viva.

¿Por que tener miedo a que te vean, a que te escuchen, a que te hablen? si
eso es lo bonito de la vida, convivir, por eso tiene la palabra vivir en ella.


Y no te enfoques en el futuro, esperando que pase esto que llegue enero,
que llegue mañana, que llegué agosto, hazlo ya. ¿Que no ves que el futuro
no existe? El futuro se hace presente y lo tienes que hacer, también debes
disfrutarlo. Si, disfrútalo, por que lo estás haciendo, disfruta tu presente,
convive, habla, opina, que importa si los demás corresponden contigo, y si
no, no importa, no hay nada mejor que alguien que piense distinto a ti por
que te puede hacer ver la razón en un instante.

No tengas miedo, muéstrate, que en realidad el mundo te quiere conocer. Ya vive, hija, ya vive!!
me agrada tu papá
 
Antiguo 21-dic-2012  

No Compres ese Perro - Pérez Reverte


No seas imbécil. Ni desaprensivo. No hagas posible que dentro de unos meses algunos te mentemos a la madre al cruzarnos con el resultado de tu indiferencia y tu estupidez. Piénsalo mucho antes de dar el paso irreversible; de complicarte una vida que luego pretenderás solucionar por el camino más fácil. Aún puedes evitarlo. Impedir que te despreciemos, e incluso despreciarte a ti mismo cuando te mires en el espejo. Ya sé, de todas formas, que el autodesprecio es relativo. Tarde o temprano, hasta con las mayores atrocidades en la mochila, siempre nos las apañamos para ingeniar coartadas, justificaciones. Conozco a pocos que, hagan lo que hagan -desde faenas elementales hasta cargarse al prójimo-, no acaben durmiendo a pierna suelta tras unos pocos ejercicios de terapia personal. Aun así, permite que te lo explique antes de que ocurra, primero, y después se te olvide. Resumiendo: intenta no convertirte, innecesariamente, en un hijo de la gran ****.

Sé que tus niños quieren un perro. Que les hace una ilusión enorme y te dan la matraca desde hace mucho. Que tu hija, por ejemplo, te hace babear cuando te abraza y pide una mascota. O que te acabas de separar de tu legítima, y crees que regalándole al crío un animal, y paseando con él los fines de semana, podrás recuperar el terreno perdido, o no perderlo en el futuro. Hay mil razones, supongo. Un montón de circunstancias por las que has pensado comprar un perro estos días, para tus hijos. O para tu mujer. Tal vez para ti mismo. Un perro en casa, por Navidad.

Déjame contarte, porque de eso sé algo. He tenido cinco perros, así que calcula. Y no hay nada en el mundo como ellos. No hay compañía más silenciosa y grata. No hay lealtad tan conmovedora como la de sus ojos atentos, sus lengüetazos y su trufa próxima y húmeda. Nada tan asombroso como la extrema perspicacia de un perro inteligente. No existe mejor alivio para la melancolía y la soledad que su compañía fiel, la seguridad de que moriría por ti, sacrificándose por una caricia o una palabra. He dicho muchas veces que ningún ser humano vale lo que un buen perro. Cuando uno de nosotros muere, no se pierde gran cosa. La vida me dio esa certeza. Pero cuando desaparece un perro noble y valiente, el mundo se torna más oscuro. Más triste y más sucio.

Es muy posible, naturalmente, que aciertes. Que, tras pensarlo bien, tomes la decisión y asumas las consecuencias con feliz resultado. Que comprar un perro para tus hijos, para tu mujer o para ti sea un acierto. Que su compañía cambie vuestra vida para bien. Que os haga más conscientes de ciertas cosas. A menudo, un perro acaba haciéndote mejor persona. Te hace sentir cosas que antes no sentías. Sin embargo, no siempre es así. Un perro en el lugar inadecuado puede volverse un drama. Una incomodidad para ti y los tuyos. Y una tragedia para él.

Permíteme imaginar lo que podría ocurrir. Que vayas a la tienda, elijas a un perrito delicioso, y eso te valga gritos de alegría y besos familiares. No hay nada tan simpático como un cachorrillo. Al principio todo serán incidentes graciosos y situaciones tiernas. Luego, si vives en piso pequeño o lugar inadecuado, las cosas pueden ser diferentes. Un perro exige cuidados, gastos, paseos, limpieza, comida. No aparece y desaparece cuando conviene. Es un miembro de la familia con derechos y necesidades, que exige pensar en él cuando se planean vacaciones, e incluso una simple salida al cine o a un restaurante. A eso añádele la educación. Un perro mal educado puede convertirse en una pesadilla familiar y social. Además, cada uno, como las personas, tiene su carácter. Punto de vista y maneras. Eso exige un respeto que no todos los humanos somos capaces de comprender.

A estas alturas, sabes dónde voy a parar. Si eres de esa materia miserable de la que estamos hechos buena parte de los seres humanos, acabarás abandonándolo. Un viaje en coche a un campo lejano, una gasolinera, una cuneta. Abrir la puerta para que baje y seguir tu camino, acelerando sin atender los ladridos del chucho que correrá tras el automóvil hasta quedar exhausto, desorientado, incapaz de comprender que su mundo acaba de romperse para siempre. El resto no hace falta que lo detalle, pues lo sabes de sobra: él nunca lo haría, y todo eso. Los niños preguntando dónde está el perrito, papi, y tú oyendo aún esos ladridos que dejabas atrás. Avergonzado de ti mismo, o tal vez no. Ya dije antes que un rasgo del perfecto hijo de **** es arreglárselas para que sus actos acaben por no avergonzarlo en absoluto. Así que voy a pedirte un favor. Por ti, por mí, por tus hijos. Antes de ir a la tienda de mascotas esta Navidad, mírate al espejo. Y si no te convence lo que ves, mejor les compras un peluche.
 
Antiguo 21-dic-2012  

«Tú, haz aún más intensos los años de niñez recargándolos con la experiencia del adulto. Liga la corrupción a tu frescura de niño. Atraviesa verticalmente todas las posibilidades de precocidad. Ya pagarás el precio: a los 19 años no tendrás sino cansancio en la mirada agotada de capacidad de emoción y disminuida la fuerza de trabajo. Entonces bienvenida sea la dulce muerte fijada de antemano. Adelántate a la muerte, precísale una cita. Nadie quiere a los niños envejecidos. Sólo tú comprendes que enredaste los años para malgastar y los años de la reflexión en una sola torcida actividad intensa. Viviste al mismo tiempo el avance y la reversa.»

Que Viva la Música-Andrés Caicedo



«Hoy estoy vencido, como si supiera la verdad.
Hoy estoy lúcido, como si estuviese a punto de morirme
y no tuviese otra fraternidad con las cosas
que una despedida, volviéndose esta casa y este lado de la calle
la fila de vagones de un tren, y una partida pintada
desde dentro de mi cabeza,
y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos a la ida.

Hoy me siento perplejo, como quien ha pensado y opinado y olvidado.
Hoy estoy dividido entre la lealtad que le debo
a la tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.»

Tabaquería- Fernando Pessoa



«Las 8 de la noche. Algo me rasca en la cabeza. Me acaricio. Puede ser una idea genial. La acaricio con ternura para que no se me escape. La tengo entre mis dedos. ¡Ya está! Dios mío, es un piojo. Lo volteo. Patalea en el centro de mi mano. Tiene 14 pares de patas inmensas. Le arrojo bocanadas de humo para emborracharlo. El piojo se pone a cantar el Himno Nacional de Colombia. Luego canta la Marsellesa en un impecable francés de la época de Rosseau. Y finalmente canta la Internacional. Grita como un líder obrero: “Viva Stalin, abajo Trotsky el traidor”. Como yo admiro a Trotsky, le ordeno al piojo que se suicide. El insecto me pide perdón, pero mi madre dice: —No lo perdones, es un inmundo bolchevique.

—Mamá, ¿qué dices, le perdonamos?

—Si abdica del comunismo.

El piojo grita: Viva el Nadaísmo. ¡Viva Gonzaloarango!

Mi madre dice: —Que se suicide, ese piojo no tiene salvación.

La media noche. Me bajo del tejado por una escalera. Hay una linda luna llena. Me visto. Salgo a la calle. En la primera esquina me asalta este pensamiento tranquilizador: Hoy no hice nada.»

Diario de un nadaísta-Gonzalo Arango

Última edición por Ennui; 12-jun-2014 a las 14:24.
 
Antiguo 26-dic-2012  

«Highway 34 tenía la mirada como la autopista 34. Uno lo miraba a los ojos y solamente veía líneas blancas, simulacros de miradas, señales confusas. Tal vez lo llamaban así porque en esa autopista, en la Highway 34, fue donde se volvió loco. Highway 34 iba un domingo en el auto, todas las cosas pasan en domingo, con su familia hacia la playa. De un momento a otro paró el carro, se bajó y le prendió fuego. Highway 34 esperó a que llegara la policía de caminos. Se fumó un cigarrillo y desde ese momento no dejó de reír,de llorar, de sentirse solo, roto, de sentirse autopista. »

►►

«Bar La Sucia Mañana de Lunes

El bar abre los domingos en la tarde. A las cinco. Densas nubes de humo azul cubren el ambiente. El humo se desliza por los hombros, por las manos, por las nalgas, por las tedas de aquellos hombres y mujeres que están sentados en la barra, en silencio,chupando su cigarrillo lentamente, sin afán trip trip trip. Nadie habla con nadie. Nadie le enciende un cigarrillo a nadie. Nadie se llama nadie. Nadie tiene a nadie. Nadie se fuma su cigarrillo. Nadie se toma su vodka con hielo. Nadie tiene el culo frío. Nadie ama a nadie. Nadie odia a nadie. Nadie es nadie. Nadie tiene la mirada yo no sé trip triptrip, qué vaina tan jodida. Nadie viene todas las noches y le dice a nadie oye nadie no te acerques a nadie, nadie no quiere nada nadie triptrip trip. Una noche nadie se levantó de su asiento en la barra y se dirigió al baño, al fondo a la derecha muñeco, entró y cerró la puerta. Luego nadie se miró al espejo, al sucio espejo que había reflejado muchos nadies en muchas tontas noches de domingo y entonces nadie se dijo no soy nadie, qué vaina tan jodida trip trip trip y se destapó loss esos con una pistola y tal vez nadie pensó en la canción de Lennon que dice que la felicidad es un revólver ardiente trip trip trip. Nadie escuchó el disparo que provenía del wc, al fondo a la derecha. Pero nadie no murió en el acto. Antes de morir escribió en el espejo del wc que odiaba la sucia mañana de los lunes, qué vaina tan jodida y de ahí salió el nombre del puto bar trip trip trip. Desde ese día la víspera de los lunes, los habituales se dirigen al wc y vomitan en honor a nadie que bautizó con su sangre, un poco de pólvora y vodka la sucia mañana de los lunes en el espejo del wc, qué cosa tan seria»

Opio en las Nubes-Rafael Chaparro Madiedo

Última edición por Ennui; 12-jun-2014 a las 14:19.
 
Antiguo 26-dic-2012  

Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre.

Sartre

El primer hombre que, después de haber cercado un terreno, tuvo la ocurrencia de decir: Esto es mío, y se encontró con gente tan simple como para creérselo, fue el verdadero fundador de la sociedad civil.* Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, cuántas miserias y horrores habría ahorrado al género humano quien, arrancando las estacas o rellenando la zanja hubiese gritado a sus semejantes: "¡No escuchéis a este impostor, estáis perdido si olvidáis que los frutos son de todos, y que la tierra no es de nadie!"


*"Este perro es mio, decían aquellos pobres niños; aquél es mi lugar al sol; he ahí el principio y la imagen de la usurpación de toda la tierra". (Pascal, Pensamientos, 1ª parte, art. IX, 53.)

Rousseau

Última edición por sebasxtian; 26-dic-2012 a las 13:12.
 
Antiguo 26-dic-2012  

"La gente son como niños; van del coño a la tumba sin que les roce el horror de la vida" - Charles Bukowsky

Última edición por KRONOS; 26-dic-2012 a las 13:40. Razón: ortografia
 
Antiguo 28-dic-2012  

La doble moral es un criterio aplicado cuando a un individuo o institución se le acusa de ejercer una doble norma en el tratamiento dado a diferentes grupos de personas, es decir, que injustamente permiten más libertad de conducta a un sujeto que a otro. La doble moral es injusta porque viola el principio de justicia conocido como imparcialidad. La imparcialidad es el principio según el cual los mismos criterios se aplican a todas las personas sin parcialidad ni favoritismo. La doble moral viola este principio pues toma en cuenta a las personas según diferentes criterios.

Aunque la doble moral, por lo general, es una práctica que se condena, en la práctica es muy común su empleo. Los esfuerzos para defender una situación en la que se alegue la existencia de una doble moral terminan negando que esta se esté aplicando, o bien, se intenta acabar con la discusión dando una buena razón para el trato diferente.
 
Antiguo 29-dic-2012  

«Nos envejece más la cobardía que el tiempo, los años solo arrugan la piel pero el miedo arruga el alma» ~ Facundo Cabral
 
Antiguo 30-dic-2012  

-Por que le preocupaban las habladurias? no era necesario despedirme.

-Su vestido esta humedo, tengo que conseguirle ropa seca.

-No se preocupe no le cobrare nada, se lo merece. Pero no entiendo porque esta siendo tan amable.

-Estaba preocupado, no lo sabia, si hubiese venido a hablar conmigo nada de eso... necesita descansar.

-No quiere un beso?

-Quiero que descanse. Y no se preocupe le traere a su hija.

-Ira a casa de los Thenardier?

-No, no puedo, enviare el dinero para que traigan a Cosette aqui.

-No puede vivir conmigo.

-Claro que puede y lo hara, asistira a la escuela y ya no tendra de que preocuparse. Cuando este mejor le encontrare un trabajo.

-Pero no lo entiende, soy una pu.ta y Cosette no tiene padre.

-Tiene al Señor, el es su padre y usted su creacion. A sus ojos no ha sido mas que una inocente y hermosa mujer.

I love it
 
Antiguo 30-dic-2012  

Cuando leí esto hace ya algo de mes y medio, me sentí conmovido. ¡La virtud que más valoro (y anhelo) en mí mismo y en los demás!: la capacidad de responder de sí mismo, de permanecer en el propio camino aún ante los caprichos del destino, la capacidad de hacer promesas, la responsabilidad de sí... Y el poder que con todo eso se adquiere sobre la propia vida.

1
Criar un animal al que le sea lícito hacer promesas, ¿no es precisamente esta misma paradójica tarea la
que la naturaleza se ha propuesto con respecto al hombre? ¿No es éste el auténtico problema del hombre?.
El hecho de que tal problema se halle resuelto en gran parte tiene que parecer tanto más sorprendente a
quien sepa apreciar del todo la fuerza que actúa en contra suya, la fuerza de la capacidad de olvido. Esta no
es una mera vis inertiae [fuerza inercial], como creen los superficiales, sino, más bien, una activa, positiva
en el sentido más riguroso del término, facultad de inhibición, a la cual hay que atribuir el que lo únicamente
vivido, experimentado por nosotros, lo asumido en nosotros, penetre en nuestra conciencia, en el estado
de digestión (se lo podría llamar «asimilación anímica»), tan poco como penetra en ella todo el multiforme
proceso con el que se desarrolla nuestra nutrición del cuerpo, la denominada «asimilación corporal». Cerrar
de vez en cuando las puertas y ventanas de la conciencia; no ser molestados por el ruido y la lucha con que
nuestro mundo subterráneo de órganos serviciales desarrolla su colaboración y oposición; un poco de silencio,
un poco de tabula rasa [tabla rasa] de la conciencia, a fin de que de nuevo haya sitio para lo nuevo, y
sobre todo para las funciones y funcionarios más nobles, para el gobernar, el prever, el predeterminar (pues
nuestro organismo está estructurado de manera oligárquica), éste es el beneficio de la activa, como hemos
dicho, capacidad de olvido, una guardiana de la puerta, por así decirlo, una mantenedora del orden anímico,
de la tranquilidad, de la etiqueta: con lo cual resulta visible en seguida que sin capacidad de olvido no puede
haber ninguna felicidad, ninguna jovialidad, ninguna esperanza, ningún orgullo, ningún presente. El
hombre en el que ese aparato de inhibición se halla deteriorado y deja de funcionar es comparable a un
dispéptico (y no sólo comparable), ese hombre no «digiere» íntegramente nada... Precisamente este
animal olvidadizo por necesidad, en el que el olvidar representa una fuerza, una forma de la salud vigorosa,
ha criado en sí una facultad opuesta a aquélla, una memoria con cuya ayuda la capacidad de olvido queda
en suspenso en algunos casos, a saber, en los casos en que hay que hacer promesas; por tanto, no es, en
modo alguno, tan sólo un pasivo no–poder–volver–a–liberarse de la impresión grabada una vez, no es
tan sólo la indigestión de una palabra empeñada una vez, de la que uno no se desembaraza, sino que es un
activo no–querer-volver–a–liberarse, un seguir y seguir queriendo lo querido una vez, una auténtica
memoria de la voluntad, de tal modo que entre el originario «yo quiero», «yo haré» y la auténtica descarga
de la voluntad, su acto, resulta lícito interponer tranquilamente un mundo de cosas, circunstancias e incluso
actos de voluntad nuevos y extraños, sin que esa larga cadena de la voluntad salte. Mas ¡cuántas cosas
presupone todo esto! Para disponer así anticipadamente del futuro, ¡cuánto debe haber aprendido antes el
hombre a separar el acontecimiento necesario del casual, a pensar causalmente, a ver y a anticipar lo lejano
como presente, a saber establecer con seguridad lo que es fin y lo que es medio para el fin, a saber en general
contar, calcular; cuánto debe el hombre mismo, para lograr esto, haberse vuelto antes calculable, regular,
necesario, poder responderse a sí mismo de su propia representación, para finalmente poder responder
de sí como futuro a la manera como lo hace quien promete!


2
Esta es cabalmente la larga historia de la procedencia de la responsabilidad. Aquella tarea de criar un animal
al que le sea lícito hacer promesas incluye en sí como condición y preparación, según lo hemos comprendido
ya, la tarea más concreta de hacer antes al hombre, hasta cierto grado, necesario, uniforme, igual
entre iguales, ajustado a regla, y, en consecuencia, calculable. El ingente trabajo de lo que yo he llamado
«eticidad de la costumbre», el auténtico trabajo del hombre sobre sí mismo
en el más largo período del género humano, todo su trabajo prehistórico, tiene aquí su sentido, su gran
justificación, aunque en él residan también tanta dureza, tiranía, estupidez e idiotismo: con ayuda de la
eticidad de la costumbre y de la camisa de fuerza social el hombre fue hecho realmente calculable. Situé-
monos, en cambio, al final del ingente proceso, allí donde el árbol hace madurar por fin sus frutos, allí
donde la sociedad y la eticidad de la costumbre sacan a luz por fin aquello para lo cual ellas eran tan sólo
el medio: encontraremos como el fruto más maduro de su árbol, al individuo soberano, al individuo igual
tan sólo a sí mismo, al individuó que ha vuelto a liberarse de la eticidad de la costumbre, al individuo autó-
nomo, situado por encima de la eticidad (pues «autónomo» y «ético» se excluyen) en una palabra, encontraremos
al hombre de la duradera voluntad propia, independiente, al que le "es lícito hacer promesas" y,
en él, una conciencia orgullosa, palpitante en todos sus músculos, de lo que aquí se ha logrado por fin y
se ha encarnado en él, una auténtica conciencia de poder y libertad, un sentimiento de plenitud del hombre
en cuanto tal. Este hombre liberado, al que realmente le "es lícilo hacer promesas", este señor de la voluntad
libre, este soberano, ¿cómo no iba a conocer la superioridad que con esto tiene sobre todo aquello a lo
que no le es lícito hacer promesas ni responder de sí, cómo no iba a saber cuánta confianza, cuánto temor,
cuánto respeto inspira –él merece las tres cosas–, y cómo, en este dominio de sí mismo, le está dado
también necesariamente el dominio de las circunstancias, de la naturaleza y de todas las criaturas menos
fiables, más cortas de voluntad? El hombre «libre», el poseedor de una voluntad duradera e inquebrantable,
tiene también, en esta posesión suya, su medida del valor: mirando a los otros desde sí mismo, honra o
desprecia; y con la misma necesidad con que honra a los iguales a él, a los fuertes y fiables (aquellos a
quienes les "es lícito hacer promesas"), es decir, a todo el que hace promesas como un soberano; con dificultad,
raramente, con lentitud, a todo el que es avaro de conceder su confianza, que honra cuándo confía,
que da su palabra como algo de lo que uno puede fiarse, porque él se sabe lo bastante fuerte para mantenerla
incluso frente a las adversidades, incluso «frente al destino». Con igual necesidad tendrá preparado
su puntapié para los flacos galgos que hacen promesas sin que les sea lícito, y su estaca para el mentiroso
que quebranta su palabra ya en el mismo momento en que aún la tiene en la boca. El orgulloso conocimiento
del privilegio extraordinario de la responsabilidad, la conciencia de esta extraña libertad, de este poder
sobre sí y sobre el destino, se ha grabado en él hasta su más honda profundidad y se ha convertido en instinto,
en instinto dominante. ¿Cómo llamará a este instinto dominante, suponiendo que necesite una
palabra para él? No hay ninguna duda: este hombre soberano lo llama su «conciencia»...

Friedrich Nietzsche; "La Genealogía de la Moral"; Tratado segundo.

Última edición por Diskant; 30-dic-2012 a las 20:28.
 
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