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Respuesta
 
Antiguo 07-jun-2015  

Leo Hijo de Dios como dije y me está gustando más.
Sobre todo me gusta la forma en la que se expresa aquí, es bastante decadente, de una forma que no sabes si reírte u horrorizarte xD
Unos ejemplos.


"El dueño del vertedero había criado a nueve hijas y les había puesto los nombres a partir de un antiguo diccionario médico extraído de los escombros que recogía. (...) Uretra, Cerebelos, Hernia Sue."

[...]

"Ballard pegó la oreja contra el guardabarros. El coche comenzó a mecerse ligeramente. Se levantó y miró con un ojo por la esquina de la ventanilla. Se podían ver un par de piernas blanquecinas que estrechaban a una sombra, a un íncubo negro que se encorvaba en un sueño de lujuria abyecta.
Es un negro, susurró Ballard.
¡Ahhh, Bobby, aaah dios!, gimió la chica.
Ballard, con los pantalones desabrochados, permaneció apoyado en el guardabarros.
¡Mierda!, dijo la chica.
De rodillas, el vigilante vigilaba. El sinsonte comenzó a cantar de nuevo.
¡Un negro!, volvió a exclamar Ballard.
(...)
Ballard representaba la figura de un simio desorientado y despreciado que se escabullía por los alrededores...(...)"


[...]

Ballard se sentó sobre los talones en el jardín, enfrente del visitante. Parecían dos gárgolas estreñidas.


xD Eso último me recuerda a Alive.


También leo Final del juego volviéndome a topar con "El río", que no podría gustarme más.
Estoy enamorada de ese cuento ;_;
http://www.lamaquinadeltiempo.com/prosas/cortazar1.htm
 
Antiguo 08-jun-2015  

Y el toro dijo al morir: "Siento dejar este mundo sin probar pipas Facundo".

Perdonad, me hacía ilusión.
 
Antiguo 08-jun-2015  

FRONDOSO: En aquesta diferencia
andas, Barrildo, importuno.
BARRILDO: A lo menos aquí está
quien nos dirá lo más cierto.
MENGO: Pues hagamos un concierto
antes que lleguéis allá,
y es, que si juzgan por mí,
me dé cada cual la prenda,
precio de aquesta contienda.
BARRILDO: Desde aquí digo que sí.
Mas si pierdes, ¿qué darás?
MENGO: Daré mi rabel de boj,
que vale más que una troj,
porque yo le estimo en más.
BARRILDO: Soy contento.
FRONDOSO: Pues lleguemos.
Dios os guarde, hermosas damas.
LAURENCIA: ¿Damas, Frondoso, nos llamas?
FRONDOSO: Andar al uso queremos:
al bachiller, licenciado;
al ciego, tuerto; al bisojo,
bizco; resentido, al cojo;
y buen hombre, al descuidado.
Al ignorante, sesudo;
al mal galán, soldadesca;
a la boca grande, fresca;
y al ojo pequeño, agudo.
Al pleitista, diligente;
gracioso al entremetido;
al hablador, entendido;
y al insufrible, valiente.
Al cobarde, para poco;
al atrevido, bizarro;
compañero al que es un jarro;
y desenfadado, al loco.
Gravedad, al descontento;
a la calva, autoridad;
donaire, a la necedad;
y al pie grande, buen cimiento.
Al buboso, resfrïado;
comedido al arrogante;
al ingenioso, constante;
al corcovado, cargado.
Esto al llamaros imito,
damas, sin pasar de aquí;
porque fuera hablar así
proceder en infinito.
LAURENCIA: Allá en la ciudad, Frondoso,
llámase por cortesía
de esta suerte; y a fe mía,
que hay otro más riguroso
y peor vocabulario
en las lenguas descorteses.
FRONDOSO: Querría que lo dijeses.
LAURENCIA: Es todo a esotro contrario:
al hombre grave, enfadoso;
venturoso al descompuesto;
melancólico al compuesto;
y al que reprehende, odioso.
Importuno al que aconseja;
al liberal, moscatel;
al justiciero, cruel;
y al que es piadoso, madeja.
Al que es constante, villano;
al que es cortés, lisonjero;
hipócrita al limosnero;
y pretendiente al cristiano.
Al justo mérito, dicha;
a la verdad, imprudencia;
cobardía a la paciencia;
y culpa a lo que es desdicha.
Necia a la mujer honesta;
mal hecha a la hermosa y casta;
y a la honrada... Pero basta;
que esto basta por respuesta.
MENGO: Digo que eres el dimuño.
LAURENCIA: ¡Soncas que lo dice mal!
MENGO: Apostaré que la sal
la echó el cura con el puño.
LAURENCIA: ¿Qué contienda os ha traído,
si no es que mal lo entendí?
FRONDOSO: Oye, por tu vida.
LAURENCIA: Di.
FRONDOSO: Préstame, Laurencia, oído.
LAURENCIA: Como prestado, y aun dado,
desde agora os doy el mío.
FRONDOSO: En tu discreción confío.
LAURENCIA: ¿Qué es lo que habéis apostado?
FRONDOSO: Yo y Barrildo contra Mengo.
LAURENCIA: ¿Qué dice Mengo?
BARRILDO: Una cosa
que, siendo cierta y forzosa,
la niega.
MENGO: A negarla vengo,
porque yo sé que es verdad.
LAURENCIA: ¿Qué dice?
BARRILDO: Que no hay amor.
LAURENCIA: Generalmente, es rigor.
BARRILDO: Es rigor y es necedad.
Sin amor, no se pudiera
ni aun el mundo conservar.
MENGO: Yo no sé filosofar;
leer, ¡ojalá supiera!
Pero si los elementos
en discordia eterna viven,
y de los mismos reciben
nuestros cuerpos alimentos,
cólera y melancolía,
flema y sangre, claro está.
BARRILDO: El mundo de acá y de allá,
Mengo, todo es armonía.
Armonía es puro amor,
porque el amor es concierto.
MENGO: Del natural os advierto
que yo no niego el valor.
Amor hay, y el que entre sí
gobierna todas las cosas,
correspondencias forzosas
de cuanto se mira aquí;
y yo jamás he negado
que cada cual tiene amor,
correspondiente a su humor,
que le conserva en su estado.
Mi mano al golpe que viene
mi cara defenderá;
mi pie, huyendo, estorbará
el daño que el cuerpo tiene.
Cerraránse mis pestañas
si al ojo le viene mal,
porque es amor natural.
PASCUALA: Pues, ¿de qué nos desengañas?
MENGO: De que nadie tiene amor
más que a su misma persona.
PASCUALA: Tú mientes, Mengo, y perdona;
porque, es materia el rigor
con que un hombre a una mujer
o un animal quiere y ama
su semejante.
MENGO: Eso llama
amor propio, y no querer.
¿Qué es amor?
LAURENCIA: Es un deseo
de hermosura.
MENGO: Esa hermosura,
¿por qué el amor la procura?
LAURENCIA: Para gozarla.
MENGO: Eso creo.
Pues ese gusto que intenta,
¿no es para él mismo?
LAURENCIA: Es así.
MENGO: Luego ¿por quererse a sí
busca el bien que le contenta?
LAURENCIA: Es verdad.
MENGO: Pues de ese modo
no hay amor sino el que digo,
que por mi gusto le sigo
y quiero dármele en todo.
BARRILDO: Dijo el cura del lugar
cierto día en el sermón
que había cierto Platón
que nos enseñaba a amar;
que éste amaba el alma sola
y la virtud de lo amado.
PASCUALA: En materia habéis entrado
que, por ventura, acrisola
los caletres de los sabios
en sus academias y escuelas.
LAURENCIA: Muy bien dice, y no te muelas
en persuadir sus agravios.
Da gracias, Mengo, a los cielos,
que te hicieron sin amor.
MENGO: ¿Amas tú?
LAURENCIA: Mi propio honor.
FRONDOSO: Dios te castigue con celos.
BARRILDO: ¿Quién gana?
PASCUALA: Con la qüistión
podéis ir al sacristán,
porque él o el cura os darán
bastante satisfacción.
Laurencia no quiere bien,
yo tengo poca experiencia.
¿Cómo daremos sentencia?
FRONDOSO: ¿Qué mayor que ese desdén?
 
Antiguo 10-jun-2015  
NO.

-¿Por qué me has amado? -dijo Harlan. Ella se apartó el cabello de la frente y le miró con un rostro
pálido y grave.
-Si quieres saberlo, uno de los motivos fue la creencia de que una muchacha puede convertirse en
Eterna de esa forma. No me importaría vivir eternamente.
-Acabas de decir que no creías en eso.
-No lo creía, pero no podía perjudicarme la prueba. Especialmente porque...
Él la miraba con serenidad, hallando consuelo a su dolor y desengaño en una actitud de fría
reprobación, inspirada en la moralidad de su Siglo natal.
-Continúa -dijo Harlan.
-Especialmente porque deseaba hacerlo.
-¿Deseabas amarme?
-Sí.
-¿Por qué a mí?
-Porque me gustabas. Porque pensé que eras curioso.
-¿Curioso?
-Bien, raro, si lo prefieres. Siempre procurabas no mirarme, pero acababas mirándome. Tratabas de
odiarme, y sin embargo yo podía ver que me deseabas. Sentía un poco de compasión por ti, creo.
-¿Compasión? ¿Por qué?
-Porque te creabas tanto problema con tu deseo, cuando la cosa es tan sencilla. Si te gusta una chica,
no tienes más que decírselo. Es fácil ser amable. ¿A qué sufrir?
Harlan asintió. ¡Aquella era la moralidad del Siglo 482! Luego murmuró:
-¡Una cosa tan sencilla! ¡No hay más que decirlo!
-Desde luego, es preciso que la chica tenga ganas, y que no tenga otro compromiso. ¿Por qué no? A
mí me parece muy sencillo.
Ahora fue Harlan quien bajó los ojos. Desde luego, era una cosa bien fácil.
Y, ¿qué opinas de mí ahora? -preguntó humildemente.
-Que eres muy simpático -dijo ella suavemente- y que si quisieras mostrarte natural... ¿Por qué no
sonríes nunca?
-No puedo sonreír en estos momentos, Noys.
-Por favor. Quiero ver cómo te sienta. Vamos a ver.
Ella le puso los dedos en las comisuras de la boca y las estiró. Él echó la cabeza atrás, con sorpresa,
y no pudo evitar una sonrisa.
-Lo ves. Eres casi guapo. Con alguna práctica..., poniéndote delante de un espejo y sonriendo a
menudo, y haciendo algún guiño con los ojos... Apuesto que llegarías a ser realmente atractivo.

-Debemos permitir que la Sociedad resuelva sus propios problemas.
-Cierto, pero nosotros hemos analizado aquella sociedad a lo largo de su evolución en el Tiempo, y
vemos que no ha resuelto su problema de una manera satisfactoria. Ten en cuenta que su fracaso también
afecta a todas las civilizaciones siguientes. Se ha llegado a la conclusión de que no existe una solución
satisfactoria para el problema del duplicador de masa. Es una de esas cosas, como las guerras atómicas y la
esclavitud, que no pueden permitirse. Sus resultados nunca son satisfactorios.
-¿Cómo puedes estar seguro?
-Tenemos nuestros Cerebros electrónicos, Noys; calculadoras mucho más exactas que cualquier otra
que se haya podido inventar en cualquier Realidad. Podemos analizar las posibles Realidades y evaluar las
ventajas entre miles y miles de variables.
-¡Bah! ¡Máquinas! -dijo ella con desprecio. Harlan frunció el ceño y luego trató de convencerla.
-No seas así. Es natural que te haya sorprendido el saber que la vida no es tan inmutable como
pensabas. Hace un año, tú misma y el mundo donde vivías es posible que sólo fuerais una probabilidad
teórica, pero, ¿qué importa eso? Posees todos tus recuerdos, sean de hechos hipotéticos o no. ¿No es cierto
que puedes recordar tu propia infancia, y a tus padres?
-Naturalmente.
-Entonces es lo mismo que si la hubieras vivido. ¿No es verdad? Quiero decir que no importa si la
has vivido en realidad o no.
-No estoy tan segura; tendría que pensarlo. ¿Qué sucedería si mañana me vuelvo a encontrar hecha
una probabilidad teórica, o un fantasma o como lo llames?
-Habría una nueva Realidad y una nueva Noys con nuevos recuerdos. Sería como si nada hubiese
ocurrido, excepto que la suma total de la felicidad humana habría aumentado.
-No me parece del todo convincente.
-Además -la interrumpió Harlan-, nada puede su-cederte ahora. Habrá una nueva Realidad, pero tú
estás en la Eternidad. Ya no pueden cambiarte.
-Acabas de decir que ello no tiene importancia -dijo Noys, pensativa-. ¿Por qué te has tomado tantas
molestias, pues?
Harlan contestó con emoción:
-Porque te quiero tal como eres. Exactamente igual.
No quiero que cambies. De ninguna manera, ni para bien ni para mal.
Estuvo a punto de confesar la verdad, que sin la ventaja de aquella superstición acerca de los Eternos
y la inmortalidad, ella nunca se habría interesado por él.

-Lo que hemos hecho ¿está permitido? -preguntó Noys-. Quiero decir, si te es posible llevar a otra
persona a la Eternidad y evitar que sufra los efectos del Cambio. Por lo que me has dicho, creo que debe
constituir una falta.
Por un momento Harlan sintió frío, y el ánimo abatido por la inmensa soledad de los miles de Siglos
que los rodeaban. Por un instante se sintió desterrado de aquella Eternidad que era su único hogar y su única
fe; sólo la mujer por quien había renunciado a todo aquello permanecía a su lado.
-Sí, es un crimen -dijo Harlan, desde el fondo de su alma-. Es un crimen enorme y me siento
terriblemente avergonzado por ello. Pero lo volvería a cometer, una y mil veces si fuese necesario.
-¿Lo has hecho por mí, Andrew? ¿Por mí? Él no pudo mirarla a los ojos.
-No, Noys, lo he hecho por mí mismo. No podría soportar el perderte.


Asimov , juegas con mis sentimientos.
No puedo ponerme en los zapatos de tus personajes , y cuando lo logro minimamente , me da miedo.
Porque desarrollas situaciones con las que no me puedo identificar?
 
Antiguo 12-jun-2015  

Mi coraza es como la de las tortugas
y tengo alma de oso hablador.
Entre lobos y cabras de las alturas,
así soy; tengo la piel de un castor.
Verdes lagos y bosques sin fin.
Como aquella vez quiero volver,
y en mi memoria se vuelven a oscurecer
aquellas sensaciones.Son recuerdos de anteriores vidas.
Y la niebla me confundió.
Vi tu sombra y te perseguí.Entre juncos te veo nadar.
Háblame, díme que es verdad.
A lo lejos te veo correr.Háblame díme que eres tú.
Espejismo de atardecer.¿fue verdad o me lo imaginé?
Soy zorro veloz otra vez. Fui castigado a volver.
Díme ¿Dónde vas? anoche te vi pasar.
Sé que no regresarás jamás

Espérame donde estés.
Tierra ¿Dónde vas? algún día te pararás.
No volverás a girar.


El último De La Fila
PD: Acabo de oirla en una canción, no tiene mucho sentido pero me gusta.
Imágenes Adjuntas
Tipo de Archivo: jpg Sapo-cubri--ndose-con-una-hoja-de-la-lluvia.jpg (76,5 KB (Kilobytes), 0 visitas)

Última edición por Levirus; 12-jun-2015 a las 03:17.
 
Antiguo 13-jun-2015  

-¿Dónde está mi madre? ¡Yo quiero a mi madre!
Claudia brama porque no puede ver a su madre en el puente, solo un puñado de hombres desconocidos que la miran. Güerito se contagia de su pánico y empieza a llorar. Claudia no quiere abrazos ahora. Se retuerce en brazos de Fabían.
-¡Mi madre!-grita-. ¡Mi madre!
Pero Fabián sigue caminando hacia el centro del puente.
Adán le ve acercarse.
Como en una pesadilla, una visión del infierno.
Adán se siente paralizado, con los pies clavados en la madera del puente, y así se queda mientras Fabían sonríe a los hermanos Orejuela.
-Don Miguel Angel Barrera da por sentado que su sangre corre por las venas de su sobrino-dice.
Adán cree en los números, en la ciencia, en la física. Es en este preciso momento cuando comprende la naturaleza del mal, que el mal posee un impulso propio, el cual, una vez puesto en marcha, no puede detenerse. Es la ley de la física: un cuerpo en movimiento tiende a mantenerse en movimiento.
Hasta que algo lo detiene.
Y el plan de Tío es, como de costumbre, brillante. Incluso en su absoluta depravación inspirada por el crack, es muy agudo en la percepción de la naturaleza humana. En eso reside el genio de Tío: sabe que un hombre incapaz de poner un gran mal en movimiento carece de la energía para detenerlo una vez en marcha. Que lo más difícil del mundo no es reprimirse de cometer maldades, sino plantarles cara y frenarlas.
Interponer la vida en el camino de un maremoto.
Porque las cosas son así, piensa Adán, mientras su cabeza da vueltas. Si impido esto demostraré debilidad ante los Orejuela, una debilidad que, a la corta o a la larga, comportará consecuencias fatales. Si muestro la más mínima desunión con Fabián, somos hombres muertos.
El genio de Tío consiste en colocarme en esta posición, a sabiendas de que no me queda ninguna alternativa.
-¡Quiero a mamá!-chilla Claudia.
-Chsss... -susurra Fabián-.Te voy a llevar con ella.
Fabián mira a Adán, esperando la señal.
Y Adán sabe que va a darla.
Porque tiene que proteger a su familia, piensa Adán, y no existe otra elección. Es la familia de Méndez o la mía.
Si Parada hubiera estado presente lo hubiera expresado de otra manera. Habría dicho que en ausencia de Dios solo existe la naturaleza humana y las leyes de la naturaleza son crueles. Que lo primero que hacen los nuevos líderes es matar a la prole de los antiguos. Sin Dios, solo existe una cosa: la supervivencia.
Bien, Dios no existe, piensa Adán.
Asiente.
Fabián arroja a la niña desde el puente. Su cabello se eleva como alas inútiles y se precipita al fondo, mientras Fabián agarra al pequeño y lo tira por encima de la barandilla de un solo movimiento.
Adan se obliga a mirar.
Los cuerpos de los niños caen doscientos diez metros y se estrellan contra las rocas.
Entonces mira a los hermanos Orejuela, que han palidecido de horror. La mano de Gilberto tiembla cuando cierra la maleta, la levanta y retrocede por el puente.
Abajo, el río Magdalena se lleva los cuerpos y la sangre.
 
Antiguo 14-jun-2015  

Oscar Niemeyer (1907-2012) Arquitecto
"No es el ángulo recto lo que me atrae,ni la línea recta,dura,inflexible,creada por el hombre.
Lo que me atrae es la curva libre y sensual,la curva que encuentro en las montañas de mi país,en el curso sinuoso de los ríos,en las nubes del cielo,en las curvas de la mujer amada.
De curvas está hecho todo el Universo"...
.................................................. ..............................
"Busco la sorpresa en mi arquitectura,un trabajo de arte debería provocar la emoción de lo novedoso".
.................................................. ...............................
"La gente tiene que soñar ,sino las cosas no acontecen".
 
Antiguo 17-jun-2015  

Una noche llegó piel y huesos a mi puerta, mojado, apaleado, temeroso
era un gato blanco bizco sin cola
lo dejé entrar, lo alimenté, fue uno más en la casa
desarrolló hacia mí cierta cariñosa confianza
hasta que un buen día un conocido,
estacionando en la cochera
pasó con su coche encima del gato blanco bizco sin cola

de inmediato llevé lo que quedaba de él a un veterinario que dijo:
“no hay mucho para hacer… dale estas pastillas… su espinazo
está aplastado, pero fue aplastado anteriormente y de algún modo
logró sanar, si sobrevive no volverá a caminar mira
estas radiografías, le metieron un escopetazo,
mira estos puntos oscuros
son perdigones enquistados… además alguna vez tuvo una cola
y alguien se la cortó…”

Me llevé el gato a casa, era un verano caliente, uno
de los más calientes en décadas, puse al gato en el piso del baño
le serví agua, sus pastillas, no deseaba comer ni beber agua
yo sumergía mi dedo en el agua, le
humedecía la boca el hocico y le hablaba,
ese verano no fui a ningún lado, pasé muchos días
de ese verano en el baño hablándole, acariciándolo suavemente
él me miraba con esos ojos que se le entrecruzaban
mientras tanto pasaban los días,
una tarde realizó su primer movimiento
arrastrándose con sus patas delanteras
(las traseras no querían moverse)
llegó hasta el rincón donde yo había preparado su cama
se arrastró un poco más y se dejó caer en ella,
fue para mi como el sonido de un clarín presagiando la victoria
posible aturdiendo el baño, desparramándose por la ciudad,
yo le conté entonces a ese gato -que lo había pasado mal también,
no tan mal, pero bastante mal…-
una mañana se irguió, se paró sobre sus patas,
cayendo luego de espaldas,
me observaba mansamente.

“tú puedes,” le dije.

él insistió, se levantaba y volvía a caer, una y otra vez
finalmente
caminó unos pocos pasos, era la viva imagen de un borracho
sus patas se negaban a obedecerle, cayó nuevamente, descansó
y nuevamente se levantó.

Ustedes conocen el resto de la historia: está mejor que nunca
bizco, casi sin dientes, pero ha
recuperado su gracia, y esa mirada
de sus ojos, pícara, no lo ha abandonado…

y ahora a veces soy entrevistado, ellos quieren oír acerca
de vida y literatura y yo me emborracho y sostengo mi bizco,
baleado, atropellado y desrabado gato y digo, “¡miren, miren
esto!”

pero ellos no entienden, ellos dicen algo como, “¿usted
dice que ha sido influenciado por Celine?”
“no,” yo sostengo al gato, “¡por lo que pasa, por
cosas como esto, por esto, por esto!

sacudo al gato, lo sostengo
en la luz humosa y borracha, está relajado, él sabe…

es entonces cuando las entrevistas terminan
aunque estoy orgulloso a veces cuando veo las imágenes
más tarde y ahí estoy yo y ahí está el gato y somos fotografiados juntos.

él también sabe que son estupideces pero que de algún modo todo ayuda




Historia de un duro hijo de ****, Charles Bukowski
 
Antiguo 23-jun-2015  

La llevaba tan incrustada en la conciencia, que, al parecer, me pasé el primer año de colegio convencido de que todas y cada una de mis profesoras eran mi madre disfrazada. Echaba a correr en cuanto sonaba el timbre de salida, e iba todo el camino preguntándome si llegaría a casa con tiempo para pillar a mi madre antes de que volviera a transformarse. Pero siempre, invariablemente, la encontraba ya en la cocina, poniéndome el vaso de leche con galletas. Su proeza, sin embargo, en lugar de empujarme a renunciar al engaño, lo que hacía era intensificar el respeto que me inspiraban sus poderes. Y, también, el hecho de no sorprenderla entre encarnación y encarnación venía a suponer un alivio, de todas formas, aunque yo nunca cejara en el intento.
Me constaba que mi padre y mi hermana no estaban al cabo de la calle en lo tocante a la verdadera naturaleza de mi madre, y que la carga de culpabilidad que, imaginaba yo, me iba a caer sobre los hombros en caso de que alguna vez la pillase descuidada era más de lo que estaba dispuesto a aguantar a mis cinco años.
Llegué incluso a temer, creo, que alguien no tendría más remedio que desembarazarse de mí si alguna vez llegaba a verla entrar volando por la ventana del dormitorio, directamente desde el colegio, o salir —miembro por miembro— del estado de invisibilidad, para ponerse el delantal. Ni que decir tiene que cuando me pedía que le describiese con todo detalle mi día preescolar, lo hacía escrupulosamente. No pretendía comprender su ubicuidad en todo su alcance, pero había algo indiscutible: la cosa estaba relacionada con su deseo de saber cómo me portaba yo, qué clase de niño era cuando creía que mi madre no estaba delante. Una consecuencia de esta fantasía, que perduró (en esta forma concreta) hasta el primer grado, fue que, ante el convencimiento de que no tenía elección, me hice honrado.

[...]


Mire, le parecerá exagerado, pero es un milagro, prácticamente, que yo siga pudiendo andar por mi propio pie. ¡Cuánta histeria, cuánta superstición! ¡Cuánto ándate con ojo, cuánto cuidado! No hagas esto, no hagas lo otro, contrólate. ¡No!¡Estás quebrantando una ley muy importante! ¿Qué ley? ¿La ley de quién?
No tenían el menor sentido de lo humano, podrían haber llevado placas redondas en los labios y anillas en la nariz y andar por ahí pintados de azul, que habría dado igual.
Bueno y, además, los milchiks y los fleishiks, todas esas normas y regulaciones meshuggeneh, encima de sus propias demencias personales. Es un chiste familiar, el día en que estaba yo mirando una tormenta de nieve, por la ventana, de muy pequeñito, y pregunté, muy ilusionado: «Mamá, ¿nosotros creemos en el invierno?» ¿Se da usted cuenta de lo que le estoy diciendo? A mí me crió una panda de hotentotes y de zulúes. Ni se me pasaba por la cabeza que se pudiera uno beber un vaso de leche con el sándwich de salami sin ofender a Dios Todopoderoso. Imagínese, entonces, las broncas que no me echaría la conciencia, cuando empezó lo de las pajas. El sentido de culpabilidad, los temores. ¡Se me metió el terror en los tuétanos! ¿Qué había en su mundo, el de mi madre y mi padre, que no estuviera cargado de peligro, chorreando gérmenes, lleno de riesgo? ¿Para cuándo dejaban el entusiasmo, la osadía, el valor? ¿Quién había transmitido a mis padres semejante sentido de la vida, tan timorato?



El mal de Portnoy de Philip Roth

Es muy genial. Me encanta la inclusión de palabras en yiddish.
 
Antiguo 25-jun-2015  

Dado que ganamos tenemos razón; y dado que tenemos razón somos buenos. Bajo estas condiciones no hay otra moralidad que la nuestra. Oliver Stone
 
Respuesta


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