Por qué razón amo a esas personas que para otros son tan raras y melancólicas, tan solitarias y espantadas de la multitud.
Esas almas tan empapadas por la sustancia eterna de los sueños.
Esas almas tan pequeñitas pero que al mismo tiempo son capaces de esconder verdaderas constelaciones. ¿Por qué son sus universos tan invisibles para la mayoría de las personas? ¿Por qué no distinguen sus lunas y sus soles, sus planetas girando en órbitas…? Son invisibles salvo que se aprenda a verlos…
Yo no soy otro que el mismo que escribió ayer y que escribirá mañana… siempre solitario, siempre aislado, siempre sintiéndose tan diferente, siempre sintiendo a los otros tan diferentes.
Yo, el mismo que escribió ayer y que seguirá escribiendo en el día de mañana. Yo, al que nada se le ocurre en momentos como estos.
Quizás debiera comenzar dirigiéndome en persona a ustedes, contestando a algunas de sus inquietudes con mi visión personal de las cosas, tratando de profundizar e indagar yo mismo en mis propias respuestas, que nunca son respuestas definitivas, que siempre son respuestas abiertas a nuevas interrogantes y a nuevas dudas.
Pido disculpas por escribir de esta manera tan rara. Es que ahora escribo como me sale y no como quiero.
Pido disculpas por mis diferencias… quizás mi forma de ser no tenga excusa y no merezca la misericordia ni el perdón de los dioses.
¿Por qué soy tan diferente? ¿O por qué me siento tan diferente? ¿Por qué he vagado durante tanto tiempo por estos laberintos que nadie recorre?
Cabeza alucinada.
Machine head… juegos de la imaginación y música… alucinación en medio de la vigilia. Música de mi alma negra, tan negra como la verdadera noche, moribunda y de luces desencantadas.
Las palabras se han ido, sólo queda este silencio musical, este grito que me desgarra el alma…
Mi alma compuesta de fluidos y ensoñaciones.
Mi alma compuesta de rincones oscuros que se iluminan sólo ante mis ojos.
Cabeza alucinada.
Silencio descompuesto. La vivisección, la pornografía de mi alma. Mi Yo envuelto en relámpagos… como un brujo desertor.
Yo, el silencioso, el que nada dice, el que espera en un rincón a que lo fusilen las masas y patotas de pensamientos exiliados. Yo, ahogándome en el autoescrache. Vacilando, vaciándome de mí.
Yo, silenciosa perorata de emociones. Acuden a mi memoria los crímenes de mis posibles pasados. Los dedos acusadores de mis posibles futuros. Mi presente tétrico y encantado por un hada sanguinolenta.
Desdibujado otra vez… mi ser caótico y arremolinado en lo huracanes… fluyendo como descarga eléctrica
Cayendo como flujo eléctrico en la descarga del relámpago sobre la tierra… hacia la negra tierra…
Engullido con gula por la oscuridad y el silencioso existir de criaturas invisibles y desconocidas.
Yo, el silencio de las palabras repetidas… tratando de orientarme en este desierto de silencio… en este desierto humano que me rodea como una multitud de desconocidos.
