Soledad, una vieja conocida, que, en un pasado, y a menudo, fue bien recibida… eres tu Soledad, esa amiga a la que no llamo, y que nunca viene sola… la que a veces me visita, y me regala pasividad, desidia y desencanto por la vida… eres tu definitivamente Soledad, esa compañera vital de consecuencias impredecibles a la que a veces siento cerca sin un motivo aparente.Es asombrosa la cantidad de connotaciones negativas que, por lo general, acompañan a tal concepto, más, en ocasiones, todo lo negativo que sobreviene unido al concepto de Soledad, es directamente proporcional al gran beneficio que antaño he sabido obtener del mismo. Con Soledad, uno es capaz de conocerse a sí mismo, y con ella, al mismo tiempo, puedes meditar sobre tus errores del pasado, lo suficiente, como para auto educar a tu mente. Mas también, en el peor de los casos… Soledad te ayuda a atormentarte con aquellos actos para los que ya parece no haber solución, pues con Soledad vives instalado en el recuerdo…No siempre somos dueños de nuestro nivel de relación con Soledad, más en el caso de serlo, en algún mínimo grado, las personas solemos llamar a eso “libertad”. Es esa decisión de pasar tiempo con Soledad, esa relación amor odio con ella, es la que nos lleva a vivir una ilusión óptica llamada libertad, concepto a menudo también mal entendido, pues es este tan exacerbado concepto, el que también a veces puede ser vivido desde el dolor ya que no siempre deseamos esa libertad que se nos lega, mas hemos de vagar obligados a vivirla…En el camino que representa esta auténtica paradoja de la “libertad obligada”, uno siempre termina encontrándose de bruces a Soledad, cerrando un círculo conceptual: “somos más libres teniendo a Soledad y a la vez podemos llegar a estar más solos con más libertad”. La repetición del proceso circular de la libertad que se topa con Soledad y la Soledad que nos hace sentir más libres, nos hace evolucionar, mejorar para después volver a errar, y así sucesivamente en un bucle sin fin. Un bucle empírico, basado como parte de la ciencia en el ensayo y el error, que duele en cada vuelta y nos fortalece en cada centímetro.todo cambio requiere un proceso de adaptación, y el paso a la malentendida libertad no es una excepción… para los cinéfilos, recordaré a ese reo de la gran “Cadena perpetua” (el anciano Brooks) que termina ahorcado al no poder sobrevivir en el mundo nuevo que se le presenta al abrirse las rejas de la prisión (“Este maldito mundo va demasiado deprisa”)… para los amantes de la filosofía, ese concepto queda reflejado en el “Mito de la caverna”… para las personas con sentido común, basta con decir, que todo cambio conlleva incertidumbre, miedo, y requiere de mucha energía para poder adaptarte en el sentido mas darwiniano de la palabra. De todo esto no escapa el cambio a la “libertad”, ya sea deseada o no deseada.Eres por tanto Soledad, necesaria para ejercer una sana y sanadora libertad, es Soledad, igualmente capaz de herir y curar… es amiga y enemiga, medicina y enfermedad, tan deseada como odiada… es solo ella, fuerza indómita tan capaz tanto de dar la vida como de quitarla, concebida en contradicción, para nosotros, seres contradictorios. Es Soledad aquella a la que hoy escribo...