En mi familia las palabras mal sonantes entre otras cosas eran orden del día y recuerdo que con la edad de 6-7 años mostrando mi fastidio por una cosa que no recuerdo se me escapó un "me cago en...". Me tuvieron castigada todo el recreo de espaldas a la pared y la profesora de inglés empezó a decirme que si hablaba como un camionero que si no era normal (la mujer era muy religiosa)(también hay que decir que mi sumisión era extraordinaria (y lo sigue siendo) y odiaba profundamente los castigos, para mí era que había echo algo "malo" y me torturaba por ello porque quería ser una buena persona, además de algo bochornoso dado a que todos los compañeros obviamente se burlaban de mí y no soportaba el sermón que me echaba aquella mujer por decir una palabra perfectamente corriente para mí (y luego se quejaban de que no decía nada
)) Fueron unas lágrimas de rabia más que nada pues me parecía injusto que me castigaras así por decir eso mientras que a los típicos abusones hasta se les "reía la gracia" o como mucho se les daba una pequeña regañina.
En 3º de la ESO en una ocasión se me escapo algunas lágrimas por la frustración de haber suspendido un examen de matemáticas el cual había estado trabajando durante bastante tiempo (era de recuperación) Afortunadamente al final logré aprobar la susodicha asignatura sin tener que recurrir a septiembre. (Nunca en mi vida logré resolver un problema bien salvo quizás los básicos de Pedro tenía tres manzanas y me comí dos cuantas manzanas le quedan a Pedro?)
Afortunadamente nadie se dio cuenta pues una compañera rompió en llanto y todos le prestaron atención, la susodicha chica estaba en mi misma situación respecto a las matemáticas. Si bien no tengo ningún prejuicio a la hora de llorar, aunque internamente ya es otra cosa, siempre traté de si veía la necesidad contener mis lágrimas en público (y en medida de lo posible también en lo privado).