No se si les pasará a ustedes, pero yo siempre estoy buscando salidas ( por llamarlo de alguna manera) quiero decir que soy optimista, a veces me paso un poco… jajaja creo que todo lo puedo y luego me doy contra un muro…pero en mi interior están afortunadamente las fuerzas necesarias para levantarme.
Estoy leyendo un ensayo,
“La Resistencia” de
Ernesto Sabato, y quería compartir con ustedes algunos fragmentos que me han alegrado el espíritu y me han hecho reflexionar que en ocasiones los fracasos, las decepciones, la maldad, la falta de comprensión; nos hacen pensar que al final hagamos lo que hagamos, no se puede, no vale la pena…
No será que estamos cegados por la sucesión de estos hechos?...si al final la realidad es una mier*a, de dónde sacamos las fuerzas para recuperarnos?...por qué la realidad tiene que ser indiscutible e irremediablemente una mierda?...L a realidad es que siempre volvemos a levantarnos y le damos batalla…será que en nuestro interior guardamos siempre esa lejana esperanza que nos mantiene vivos.
…
En las grandes culturas, como
en las obras de arte, las fuerzas oscuras son atendidas, por
más que nos avergüencen o nos den asco.
“Persona” quiere decir máscara, y cada uno de nosotros tiene muchas.
¿Hay realmente una verdadera que pueda
expresar la compleja, ambigua y contradictoria condición
humana?
Me acuerdo de algo que había dicho Bruno: siempre es
terrible ver a un hombre que se cree absoluta y
seguramente solo, pues hay en él algo trágico, quizá hasta
de sagrado, y a la vez de horrendo y vergonzoso. Siempre,
decía Bruno, llevamos una máscara, que nunca es la misma
sino que cambia para cada uno de los lugares que tenemos
asignados en la vida: la del profesor, la del amante, la del
intelectual, la del héroe, la del hermano cariñoso.
Pero ¿qué máscara nos ponemos o qué máscara nos queda cuando
estamos en soledad, cuando creemos que nadie, nadie, nos
observa, nos controla, nos escucha, nos exige, nos suplica,
nos intima, nos ataca? Acaso el carácter sagrado de ese
instante se deba a que el hombre está entonces frente a la
Divinidad, o por lo menos ante su propia e implacable
conciencia.
¡Cuántas lágrimas hay detrás de las máscaras! ¡Cuánto
más podría el hombre llegar al encuentro con el otro
hombre si nos acercáramos los unos a los otros como
necesitados que somos, en lugar de figuramos fuertes! Si
dejáramos de mostrarnos autosuficientes y nos
atreviéramos a reconocer la gran necesidad del otro que
tenemos para seguir viviendo, como muertos de sed que
somos en verdad, ¡cuánto mal podría ser evitado!
…Los seres humanos oscilan entre la santidad y el pecado,
entre la carne y el espíritu, entre el bien y el mal. Y lo grave,
lo estúpido es que desde Sócrates se ha querido proscribir
su lado oscuro. Esas potencias son invencibles. Y cuando se
las ha querido destruir se han agazapado y finalmente se
han rebelado con mayor violencia y perversidad.
Hay que reconocerlas, pero también luchar
incansablemente por el bien. Las grandes religiones no sólo
preconizan el bien, sino que ordenan hacerlo, lo que prueba
la constante presencia del mal. La vida es un equilibrio
tremendo entre el ángel y la bestia.
No podemos hablar del
hombre como si fuera un ángel, y no debemos hacerlo. Pero
tampoco como si fuera una bestia, porque el hombre es
capaz de las peores atrocidades, pero también capaz de los
más grandes y puros heroísmos.
Espero los haya hecho reflexionar y lo hayan disfrutado como yo.
Saludos!