Sí, lo he pensado muchísimas veces, cuándo, cómo y dónde. Después veía que era patéticamente cobarde e inútil, para las dos cosas, para seguir viviendo, o para morir, o mejor dicho matarme.
Se lo conté a todos, inclusive a mis compañeras del colegio y a mis papás, no para llamar la atención, sino para conseguir ayuda, porque estaba desesperada. El único que me tomó en serio fue mi psicólogo, es más, si no fuera por él quizás hoy no estaría escribiendo aquí, o quizás sí lo estaría, pero ahogada en el fondo del mar de la angustia. Los que han tocado fondo saben.
Hoy ya no pienso en tirar lo toalla, hoy pienso en llegar al final de la carrera