Yo ya no sé... no siento "vergüenza" pero sí me incomodan los seres humanos, incluso aunque no interactúe con ellos, un poco. La simple presencia me agobia, aunque bastante peor es el tener que tratarlos, cuanto más cerca o más, peor. No es porque piensen esto o lo otro o relacionado con autoestima o algo así, es algo distinto.
En parte porque no sé tratarlos, o sí, más bien siento que no me apetece porque esperan algo que a mí no me sale espontáneamente como a ellos.
Entonces todo se vuelve un absurdo.
Sé fingir y parecer normal perfectamente (lo he hecho muchos años), incluso de lo más extrovertida y todo eso (y si dejo de hacerlo "empeoro" en mi "parecer normal" pero el sentimiento de..
inadecuidad o no sé, de "sentir ajeno" sigue ahí 100%, aunque pasen años), pero en un tanto por ciento elevado no me vale la pena, el esfuerzo no me compensa. Por dentro estoy tensa, estresada, a veces aburrida, asqueada, no tiene demasiado sentido ya que no disfruto realmente y cada vez menos...
No conecto o algo así, no puedo, no me veo en los otros. Siento que hago teatro, y es que así es, me limito a imitarlos, no sé ser humana.
Cita:
Iniciado por aintzane
Quiero decidir cuándo relacionarme con otras personas. [...]pero pocas veces me apetece realmente interactúar, y no digo ya si es gente que llega a MI CASA sin haber avisado  , los asaltos no me gustan. ¿Por qué me apetece tan poco relacionarme con las personas con las que no puedo ser yo 100%? Pues porque terminas cansándote y deseando encerrarte en ti misma otra vez. Empiezo regular, por la tensión (residuos de fobia), luego bastante bien (hasta no llego a darme cuenta cuando he pasado de hacer papel por amabilidad a disfrutar verdaderamente, pero llega un momento que tengo que retirarme a mis aposentos, ensimismarme y recuperar energías. |
También me pasa eso...
Cita:
Iniciado por wolfman
Tampoco me considero la ùltima mierda que cagò pilatos
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Jajaksja
), y casi tengo una taquicardia. Me sentía como si fuera a ser aplastado por la estampida de los Ñus del Serengueti. No había lugar por donde escapar porque, en cada rincón, en cada lugar de apeo, en cada mal cruce, la turbamulta te esperaba. 
) que desprenden aquellos a mi alrededor. 
