Muéstrame una verdad irrefutable y no cambiaré mi completa y total aceptación de que lo es.
¿Quién no tantea? Aún cuando me digan: sí, esto es la verdad. Aún cuando yo mismo crea haber visto, haber comprendido, qué seguridad habrá en ello. ¿Voy a necesitar que alguien o algo de fuera me aporte la seguridad que lo que he comprendido es totalmente cierto? ¿Qué clase de certeza es entonces?
Ahora sí, ahora no. Te digo esto, mañana lo otro, sobre el mismo asunto. ¿Soy yo sólo el que parece haber cambiado de opinión o a menudo tu mismo eres distinto en tus ideas a como eras ayer? Ves un documental que te aclara algunos puntos sobre un asunto del que tenías una idea formada. Después de verlo modificas tu opinión, de forma bastante radical. ¿Qué valor tenía entonces tu anterior opinión? ¿Y ahora? Si escucharas otras afirmaciones de otro supuesto experto y te sedujeran sus argumentos, volverías a cambiar. ¿Por qué tenemos que tener una opinión formada, acabada, concisa de todo, hasta de lo que no nos incumbe, de lo que no nos interesa en realidad? ¿Es ser educado y amable interesarse por todas las estupideces que le gustan a los demás? Qué me preocupa realmente; no se trata tampoco de tener que llevar en bandeja mis propias tonterías y estupideces, poniéndolas por encima de las de los demás. Qué me afecta realmente. Creo que son pocas cosas las que de verdad nos importan, y que esas pocas cosas también les importan realmente, profundamente a los demás. Todo lo demás es distracción, seducción, marear la perdiz como se suele decir. Pero cansa ser siempre "serio" ¿no? De algo hay que hablar para pasar el rato, para no aburrirse, para distraerse, eso no es malo ¿no? ¿Que tiene de malo querer distraerse? No tiene nada de malo creo yo pero, ¿qué sucede luego? El mismo vacío sigue igual antes que después.
Si me fuerzan yo, personalmente, soy capaz de conversar de cualquier cosa, porque he leído mucho de diversos temas y de bastantes cosas albergo cierta noción, como mínimo para que parezca que me intereso por el asunto. Pero ¿qué me importa realmente? Ahora, mientras uno escucha, mientras uno lee, mientras uno... no sé, lo que sea que haga, le está dando vueltas a muy pocas y concretas cuestiones de fondo, básicas, fundamentales. Se necesita un estímulo muy intenso para dejar de oir ese murmullo de fondo que nos habla de los mismos sempiternos problemas, y de todos modos seguirán allí, pues siempre, siempre vuelven de nuevo.
Cuando uno intenta defender lo que le importa poco como si le importara mucho. ¿Por qué? ¿Usamos una opinión para algo? ¿Por qué opino? ¿Me da igual? ¿Si me da igual es que soy entonces un insensible, un perezoso? ¿Nos debe afectar todo como si nos partiera un rayo, debemos querer abarcar todo, cualquier cosa, hasta en sus más ínfimos detalles? Si hago eso, más bien me distraigo. Si me esfuerzo por estar en todo, por querer sentirlo todo, ¿qué sucede? Todo se me escapa, me provoca ansiedad, congoja, descontrol. ¿Por qué dar mi opinión de cualquier cosa? ¿Por qué no?
En realidad creo que cambiamos de opinión como de chaqueta porque sacamos conclusiones de asuntos que no nos importan. Me equivoque o esté en lo cierto, yo he descubierto apenas tres o cuatro asuntos muy concretos de los que no he cambiado de opinión en años, para bien o para mal. Del resto de cientos, millares de asuntos y temas distintos...
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