Mi religión pertenece a un contubernio de entidades, cuyos dioses son el "azar", el "mirar para otro lado", el "ya se arreglará solo", el "ya se me ocurrirá algo", el "ya vendrá alguien a rescatarme", el "con la cabeza en el agujero se elimina el problema", etc. Si la cobardía y la inmadurez fueran religión, yo sería el papa correspondiente.
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