A menudo desde que soy pequeño siento dos cosas que son tremendamente habituales en la gente. Incomprensión y sentimiento de estar desperdiciando mi vida.
Ese y otros sentimientos han ido fundiendose en una amalgama y siendo menos intensos... así funcionamos las personas, nos acostumbramos, si pasamos a ver algo como realmente imposible dejamos de desearlo.
Siempre pensé que era bastante probable que acabase mal y me preguntaba como sería. Y me decía a mi mismo que mi "final" (no necesariamente mi muerte física) sería estallar en la locura, me decía "antes de suicidarme, me cargo a unos cuantos". Sin embargo, traumas aparte, vivir en general no jode tanto por heridas que rompan e impidan seguir adelante, como por cansancio. No es dejar caer 100 kg sobre una pierna y que te la parta, es llevar toda la vida con un fardo y terminar aplastado contra el suelo: si tienes ganas de suicidarte por depresión, es poco probable que estés de humor ni siquiera para ir a una tienda a comprar un hacha ¿de qué servirá, qué conseguirás con ello? Por más que aborrezca a la mayoría ¿produciría lo que deseo el ponerme a hacer eso? no. Los cambios en la mente no son bruscos,un buen día te levantas y te das cuenta de que hace tiempo que ya no piensas o sientes algo, que ya no tienes ganas, de que, aunque antes no vieses salida, ahora ya ni la buscas.
Frustración y sentimiento de inutilidad, son tan constantes en mi que ya van en segundo plano.
Sigo preguntándome qué me deparará el futuro. Cuando llevas tanto tiempo con la sensación de que no puedes hacer nada para conseguir lo que deseas (nada que te importe mínimamente, solo puedes conseguir cosas que a lo sumo disminuyan molestias), lo ves así, ya ni me acuerdo de cuando miré al futuro pensando en qué haría yo con él y no qué haría él conmigo.
Siento ligeramente que estoy en un punto de inflexión, que este momento marcará el futuro. Llevo toda mi vida igual con ligerisimos cambios y mi cabeza siempre a peor a mayor o menor velocidad y ahora siento que estoy al borde de otro precipicio más, es mejor no asomarse demasiado.
Y miro por la ventana y sin embargo el mundo es tan jodidamente hermoso... veo todas esas montañas verdes, el cielo, los árboles... y como tengo a mi disposición un buen paisaje, veo todos esos coches como puntitos que se mueven, además claro de los edificios y los trenes... y pienso, joder, cuantos imbéciles hay.
Si llego a viejo, a más viejo, sin haberme suicidado, igual a los 70 años sigo pensando en si algún día me dará por matar gente, con una mente ya casi totalmente desaparecida, telarañosa a más no poder.
