Por ahí se empieza. Esas malditas frases. Pues no, no te cuento nada (piensa uno). Me da vergüenza decir en qué curro, cuánto gano, si tengo novia o no, etc. Y procuro salirme por los cerros de Úbeda. Pero la gente lo cuenta y lo pregunta a las primeras de cambio, sobre todo aquí en el sur de España, con una facilidad pasmosa. Incluso teniendo confianza me cuesta (me refiero a la vida real, no a Internet, lógicamente). Me gusta escucharte, tronko, pero me das miedo, porque uno ya sabe los derroteros que va a tomar la conversación. No que me interrogues, que yo no te he preguntado nada, que te veo venir.