Paula de Argentina
Me llamo Paula, soy argentina de Capital Federal, tengo 32 años y hace 10 que tengo fobia social o ansiedad social. Desde chica fui tímida y en las clases nunca levantaba la mano para preguntar o responder. Cuando estaba con otra persona o en grupo, me ponía colorada.
Pero la enfermedad se desató bruscamente una noche que estaba con mi ex novio. Esa vez yo tenía mucho apetito y entramos a un restaurant; cuando el mozo trajo la comida que habíamos pedido comencé a sentir náuseas y mareo. No pude comer, me sentía realmente mal.
Desde ese día nunca más fui a comer a otro lugar que no sea mi casa. Si tenía alguna fiesta, antes de ir me ponía muy nerviosa y vomitaba; o simplemente inventaba excusas para no ir, o sea que evitaba esas situaciones de exposición. Llegué a tener dolores de estómago luego de comer en mi propia casa. Tuve miedo de comer y rápidamente fui perdiendo peso. Con 1,70 metros de altura aproximadamente alcancé a pesar 42 kilos.
Preocupada fui a la nutricionista y ella me derivó al gastroenterólogo. Hice toda clase de estudios pero no tenía nada, entonces el gastroenterólogo me mandó a una psiquiatra. Esta doctora me dio medicación para abrir el apetito y así fui subiendo de peso. Pero mi gran problema de comer en público seguía creciendo, hasta ni podía ir a tomar un café con una amiga. Así pasaron 5 terribles años sin contar nada a nadie, sólo la doctora lo sabía. Tenía que disimular delante de los demás hasta de mi propia familia.
Sin darme cuenta fui entrando en un estado de depresión, pero igualmente sacaba fuerzas y continuaba con mi estudio, mi trabajo y mi noviazgo. Con el tiempo mi gran depresión y mi aislamiento con el exterior hicieron perder mis ganas de vivir y destruyeron mi noviazgo.
Mi fobia social empezó con la comida y siguió abarcando otros aspectos de mi vida como el profesional. Soy profesora superior de piano y cuando tenía fecha para dar un concierto me sentía realmente mal, no comía y si no vomitaba.
Hace tres años y medio que entré a la Fundación Fobia Club y hace tres años y medio que no tengo náuseas, ni vómitos, ni mareos. Gracias a Dios, que es mi principal sostén, y gracias a los doctores (Dr. Oscar Carrión y Licenciado en Psicología Gustavo Bustamante) y al grupo de terapia pude salir de mi gran depresión.
Hoy puedo comer en público, ya no me considero tímida, formé un conjunto de música de cámara para tocar en fiestas, ya no es para mí una tortura tocar el Himno los días de actos escolares. Lo más importante es que en el grupo me hice de amigos, nos ayudamos entre nosotros, salimos a bailar y ¡a comer! ¡Hasta yo misma no puedo creer cómo cambió mi vida!.
Por eso escribo estas líneas, por eso salgo en los diarios, televisión y escribo en Internet, porque no quiero que ninguna persona pase un sólo segundo por la tortura que viví yo. Ésta es mi historia. Se las envío para dar a conocer en resumidas palabras lo qué es la fobia social. Sé mucho del tema.
Sé también lo que se siente ser señalada o discriminada por tomar medicación, pero igualmente no me escondo, doy mi cara, mi voz, hasta entro en Internet para que si alguien se siente identificado con mi historia, no pierda años de vida y pueda recuperarse lo más rápidamente posible.