Vale, primero que nada, debo confesar que nunca me imaginé que hubiera un foro para personas con fobia social, jaja. Está visto que en Internet encuentras cualquier cosa que te plantees. Menudo invento este.
Bien, pasando a mi presentación. Pueden llamarme Adler (obviamente no es mi verdadero nombre, pero lo dejaremos así por el momento), tengo 18 años, y actualmente resido en Barcelona, aunque por poco tiempo. Soy una enamorada de la música, con una inclinación por el rock ochentero y la música indie. También soy amante de los animales, y tengo una gran afición a divagar y hablar de todo y nada a la vez. La novia de mi padre dice que tengo todo un arte en decir cosas en una conversación que parecen importantes pero en realidad no tienen nada que ver con el tema.
Estudio medicina en la UB, y como muchos aquí, soy fóbica social. Hace poco más de un año estoy en terapia psicológica, y debo confesar que no me ha servido de mucho. No es culpa de mi psicólogo, faltaría más, sino de que soy una persona bastante tozuda y pesimista.
Intentemos empezar un poco por el principio. No he sido desde siempre fóbica social. Mi teoría personal es que todo ha sido una mezcla de acoso escolar, una familia poco comprensiva, una madre sobreprotectora y la separación de mis padres, que aunque parecía no ser demasiado importante en mi vida, a la larga me ha afectado.
Aunque al principio pensé que estaba superando la fobia, hace unos meses me di cuenta de que no era así. Me explico. Desde los 5 años vivo en Canarias con mi madre, pero como en la isla en la que estoy no hay universidad tenía que trasladarme. La opción más razonable para todos fue la de venirme a Barcelona, donde vive mi padre, y vivir con él. Durante un tiempo las cosas parecían ir muy bien. Sin embargo, cuando volví a casa por Navidad (como el Almendro), algo dentro de mí hizo "click". Me di cuenta de que realmente no había hecho amigos, de que me pasaba los fines de semana vagando por la casa, y de que la gente de la universidad me ignoraba, en el mejor de los casos. Me sentía tan fuera de lugar. Prácticamente la única cara que veía todos los días era la de mi padre, porque él tampoco tiene amigos, pero a diferencia de mí, no por imposición sino porque quiere. Hombre extraño, mi progenitor.
De un día a otro caí en una especie de espiral de autocompasión y tristeza. Lloraba constantemente, dejé de comer, no podía dormir pero a la vez me sentía cansada todo el día, nada me hacía reír y todo era negro. Al principio me lo guardé para mí misma, pero llegó un día el que estallé y se lo conté a mi padre. No puedo decir que no fuera comprensivo dentro de sus posibilidades, pero está claro que la empatía no es su fuerte y que no está acostumbrado a tratar con la gente. Aunque me intentaba ayudar, todos los días me "amenazaba" con que se iba a hartar de que estuviera llorando y deprimida todo el día, y me insinuaba que un día me dejaría sola para que lidiara yo con mis sentimientos. Y, bueno, un día lo hizo. Desde ese momento las cosas no han vuelto a ser las mismas. En el fondo me da pena, porque su problema es que piensa que puede resolver los problemas de todo el mundo cuando en realidad no puede resolver los suyos propios. Y cuando se da cuenta de que algo no está en su poder, entra en bucle y parece un pollo sin cabeza. Pero bueno, nadie es perfecto.
Aproximadamente dos meses después de que todo empezara, tomé una decisión un poco drástica pero que espero que sea un paso hacia una recuperación: mudarme de ciudad. Cuando se lo conté a mi padre, no reaccionó muy bien, me dijo ciertas palabras desagradables, y me quiso hacer asumir que o aguantaba 6 años aquí hasta que acabara la carrera o se acababa mi vida. Durante unos días callé y seguí llorando por las esquinas, pero me decidí a sacarle el tema a mi madre, y aunque al principio me dijo que ya lo pensaríamos, pronto volvió a llamarme y a decirme que si era lo que quería, lo intentaríamos. Y, bueno, aquí estoy. Ahora mismo me queda un mes para marcharme de Barcelona. Debo acabar los exámenes, porque aprobar es una condición que acordé con mi parienta, además de que necesito 30 créditos para que consideren mi traslado de expediente. Aunque al principio fue bastante duro, ahora mismo estoy en un estado neutral. A veces me siento miserable y sola, pero la mayor parte del tiempo soy indiferente. Mi psicólogo dice que es debido a que llega un momento en el que las cosas no pueden ir a peor y empiezas a recuperarte, aunque sea por un tiempo.
Respecto a mi fobia, la situación actual es la siguiente: soy la persona socialmente más torpe del mundo, y mi autoestima está por el subsuelo. Yo creo que está ya en algún círculo del Infierno.
Me cuesta lágrimas, sudor y sangre hacer amigos. A esta edad, es algo que supone un estigma para mí, porque me gustaría ser la chica que entra a un sitio y triunfa. También me supone un estigma el hecho de, a mi edad, seguir pura y casta, por ser tan dolorosamente tímida que me he echado atrás ante cualquier intento romántico.
Aclaro algo que dije más arriba y puede llevar a confusión. No es que no tenga amigos. No tengo muchos, pero los que tengo son geniales y ninguno me ha dejado tirada cuando le he contado lo que me ocurría. De hecho, las llamadas en los días malos fueron constantes y todos me ofrecieron su apoyo de la mejor manera que sabían. Simplemente, ha llegado un momento en el que siento que no es suficiente. Ellos tienen su vida, y si me fallan unos pocos para un plan ya me quedo en mi casa sola, y es bastante frustrante. Quisiera ampliar mi círculo de amistades pero no he encontrado la manera.
Hay días en los que quiero pensar que saldré de esta y que con esfuerzo por mi parte conseguiré convertirme en otra persona, una mejor versión de mí misma; que saldré adelante. Otros días...bueno, otros días llego a tener pensamientos suicidas, creyendo que es imposible salir de una situación así y más con mi fuerza de voluntad comparable a la de una lombriz. Sin embargo, ahora mismo creo que el hecho de estar buscando ayuda para superar mis problemas, es un indicio de que hay una chica peleona dentro de mí que no se quiere rendir. Y mientras sea capaz de levantarme por las mañanas de la cama, me permitiré pensar que hay esperanza para mí.
Para cualquiera que necesite un oído (u ojo) amigo, aquí estoy.
Saludos a todos