Un despertar amargo. Nauseabundo malestar que me corroe cada vez que termina. De vuelta caigo en el charco de agua negra. Empapandome de ese líquido maloliente y pútrido.
Como ácido que cae sobre materia, deshace toda fé, toda esperanza e ilusión.
Repentinamente todo acaba de nuevo, y me veo envuelto bajo esa estela de decepción, en el laberinto oscuro de soledad, donde siempre caigo atrapado sin poder salir a la luz.