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Antiguo 27-feb-2013  

Propongo poner aquí nuestras citas favoritas de los libros que vayamos leyendo, todo el mundo es libre de compartir citas y comentar las de otros usuarios aportando una interpretación de las mismas. Por favor, escribid siempre el autor y el título del libro para que quién lo desee pueda leer la obra completa.

Puede ser una idea interesante, perdón si está repetido.

Aquí van unas cuantas:

"El domingo por la tarde los dos enamorados regresaron a la ciudad; estaban solos en el compartimento (la muchachita estaba otra vez charlando alegremente) y Eduard se acordaba de cómo había deseado encontrar en su relación voluntaria con Alice algo serio en la vida, ya que sus obligaciones no se lo ofrecían, y advertía apenado (el tren golpeteaba idílicamente contra las uniones de los rieles) que la historia de amor que había vivido con Alice no tenía consistencia, estaba echa de casualidad y errores, carecía de toda seriedad y de todo sentido; oía las palabras de Alice, veía sus gestos (le apretaba la mano) y se le ocurrió pensar que eran signos desprovistos de significado, monedas sin cobertura, pesas de papel a las que no podía dar más valor que Dios a la oración de la directora desnuda; y de pronto le pareció que todas las personas con las que se había encontrado en su nuevo lugar de trabajo eras sólo rayas absorbidas por un papel secante, seres sin una esencia firme; pero lo que es peor, lo que es mucho peor (siguió pensando), él mismo no es más que una sombra de todas esas gentes hechas de sombras, no ha empleado su inteligencia más que en adaptarse a ellas, en imitarlas, y aunque las imitara riéndose para sus adentros, sin tomárselo en serio, aunque al hacerlo procurare burlarse de ellas en secreto (justificando así su adaptación), eso no cambia en nada las cosas, porque una imitación malintencionada sigue siendo una imitación y una sombra que se burla sigue siendo una sombra, subordinada y derivada, pobre y simple".

Milan Kundera, El libro de los amores ridículos.


“Es decir…, lo que yo creo es que el hombre piensa en el significado de la vida porque sabe con certeza que va a morir algún día. ¿No te parece? ¿Quién se tomaría en serio el hecho de estar vivo si viviera eternamente? ¿De dónde surgiría esta necesidad? Aun suponiendo que la tuviera, uno acabaría diciendo: “Todavía tengo muchísimo tiempo. Ya pensaré en ello más adelante”. Pero eso, en realidad, no es así. Nosotros debemos pensar en este instante, aquí y ahora. Mañana por la tarde quizá muera atropellada por un camión. Quizá dentro de tres días tú mueras de hambre y de sed en el fondo de este pozo. ¿No es así? Nadie sabe lo que va a ocurrir. Por eso nosotros, para evolucionar, necesitamos la muerte. Eso es lo que creo. Cuanto más viva y gigantesca sea la presencia de la muerte, más pensaremos en ella.”

Haruki Murakami, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.

"El mar parece gritarme OBEDECE A TUS DESEOS NO TE QUEDES AQUÍ PERDIENDO EL TIEMPO - Después de todo, el mar es como Dios, Dios no nos pide que nos desanimemos y suframos y nos sentemos frente al mar a la noche tarde cuando hace frío para transcribir sonidos inútiles, al contrario, nos dió la herramienta de la confianza para guiarnos a través de la corrompida vida mortal hacia el Paraíso, por lo menos eso espero - Ah, la vida es una puerta, una senda, un camino al Paraíso, por qué no vivir para gozar la diversión y la alegría y el amor o alguna mujer junto al fuego del hogar, por qué no obedecer al deseo y REÍR... pero me escapé de la costa y nunca regresé sin esa certeza: que el mar no quiere que yo esté allí, que me comporté como un idiota sentándome en primera fila, el mar tiene sus olas y el hombre su hogar, punto".

Jack Kerouac, Big Sur.

Y por último este poema que me encanta:


Para ser un chico de 21 años en Nueva Orleans yo no valia mucho
la pena: Tenia una pequeña habitacion que olia a
meados y muerte
pero queria estar alli, y habian
dos adorables chicas al final del vestibulo quienes
no paraban de golpear a mi puerta y gritar. "Levantate !
Hay cosas buenas alla afuera !"
"Largaros," les decia, pero eso solo las
estimulaba mas, me dejaban notas bajo la puerta y
pegaban flores con cinta adhesiva al
pomo de la puerta
Yo estaba metido en vino barato y cerveza verde y
demencia...
Conoci al viejo tio de la habitacion de
al lado, de algun modo yo me sentia viejo como
él; sus pies y tobillos estaban hinchados y no podia
atarse los zapatos.
Cada dia sobre la una del mediodia saliamos a dar un paseo
juntos y era un paseo muy
lento: Cada paso era doloroso para
él.
Cuando nos acercabamos al bordillo, yo le ayudaba a
subir y bajar
agarrandole por el codo
y por la parte de atras de su
cinturon, lo conseguiamos.
Me gustaba: nunca me cuestiono
sobre que hacia o que dejaba de
hacer.
El deberia de haber sido mi padre, y lo que mas me gustaba
era lo que decia una y
otra vez: "Nada vale la
pena."
Era un
sabio.
Aquellas chicas jovenes deberian
de haberle dejado a él
las notas y las
flores.

Charles Bukowski, "My Buddy".
 
Antiguo 28-feb-2013  

''¿Todavía no sabes cómo me llamo? Ésa es la única respuesta. Dime, ¿quién eres tú, solo, tú mismo y sin nombre? Pero tú eres joven, y yo soy viejo. El Antiguo, eso es lo que soy. Prestad atención, amigos míos: Tom estaba aquí antes que el río y los árboles. Tom recuerda la primera gota de lluvia y la primera bellota. Abrió senderos antes que la Gente Grande, y vio llegar a la Gente Pequeña. Estaba aquí antes que los Reyes y las tumbas y los Tumularios. Cuando los elfos fueron hacia el Oeste, Tom ya estaba aquí, antes que los mares se replegaran. Conoció la oscuridad bajo las estrellas antes que apareciera el miedo, antes que el Señor Oscuro viniera de Afuera.''

Tom Bombadil. La Comunidad del Anillo

'"Uno hubiera dicho que había un pozo enorme detrás de los ojos, colmado de siglos de recuerdos, y con una larga, lenta y sólida reflexión; pero en la superficie centelleaba el presente:como el sol que centellea en las hojas exteriores de un árbol enorme, o sobre las ondulaciones de un lago muy profundo. No lo sé, pero parecía algo que crecía de la tierra, o quizá dormía y era a la vez raíz y hojas, tierra y cielo, y que hubiera despertado de pronto y te examinase con la misma lenta atención que había dedicado a sus propios asuntos interiores durante años interminables.''

Pippin cuando conoce a Bárbol. Las dos torres

Y ... http://www.fobiasocial.net/citas-y-o...mpartir-55452/
 
Antiguo 28-feb-2013  

Awww tu nick *--*
Me gusta mucho Kundera, por él empecé a leer, hay mucho pedantorro que le da por soltar mierda de él, baaaaah.
Es la cosa más linda.
Voy a dejar un tochazo ("citas", jajaj).

"En el mismo comienzo del Génesis está escrito que Dios creó al hombre para confiarle el dominio sobre los pájaros, los peces y los animales. Claro que el Génesis fue escrito por un hombre y no por un caballo. No hay seguridad alguna de que Dios haya confiado efectivamente al hombre el dominio de otros seres. Más bien parece que el hombre inventó a Dios para convertir en sagrado el dominio sobre la vaca y el caballo, que había usurpado. Sí, el derecho a matar un ciervo o una vaca es lo único en lo que la humanidad coincide fraternalmente, incluso en medio de las guerras más sangrientas.

Ese derecho nos parece evidente porque somos nosotros los que nos encontramos en la cima de esa jerarquía. Pero bastaría con que entrara en el juego un tercero, por ejemplo un visitante de otro planeta al que Dios le hubiese dicho: «Dominarás a los seres de todas las demás estrellas», y toda la evidencia del Génesis se volvería de pronto problemática. Es posible que el hombre uncido a un carro por un marciano, eventualmente asado a la parrilla por un ser de la Vía Láctea, recuerde entonces la chuleta de ternera que estaba acostumbrado a trocear en su plato y le pida disculpas (¡tarde!) a la vaca.

Por el camino encuentran a una vecina que, con botas de goma, va hacia el establo. La vecina se
detiene:
-¿Qué le pasa a su perro? ¡Parece que cojea!
Teresa dice:

-Tiene cáncer. No hay salvación -y siente una opresión en la garganta que le impide hablar.
La vecina ve las lágrimas de Teresa y casi se enfada:
-¡Por Dios, no va a ponerse a llorar por un perro!

No lo dice con mala intención, es una buena mujer y más bien pretende consolar a Teresa con sus palabras. Teresa lo sabe, lleva además suficiente tiempo en la aldea para comprender que, si los campesinos amasen a cada conejo como ella ama a Karenin, no podrían matar a ninguno y morirían pronto de hambre con animales y todo. Pero, aun así, las palabras de la vecina le suenan a enemistad.

-Ya sé -responde sin protestar, pero se aleja rápidamente de ella y sigue su camino.
Se siente aislada en su amor por el perro. Piensa con una sonrisa triste que tiene que mantenerlo en secreto, más que si se tratase de una infidelidad. La gente ve con malos ojos el amor por los perros. Si la vecina se enterase de que le es infiel a Tomás, le daría una palmadita en la espalda en señal de secreta complicidad.

Así que sigue su camino con las terneras, que van frotándose mutuamente las ancas, y piensa que son unos animalitos muy agradables. Tranquilas, ingenuas, algunas veces puerilmente alegres: parecen señoras gordas de cincuenta años que fingen tener catorce. No hay nada más conmovedor que las vacas cuando juegan. Teresa las mira con simpatía y piensa (es una idea recurrente desde hace ya dos años) que la humanidad vive a costa de las vacas, del mismo modo en que la tenia vive a costa del hombre: se ha enganchado a su teta como una sanguijuela. El hombre es un parásito de la vaca, así definiría probablemente un no-hombre al hombre en su zoología.

Podemos considerar esta definición como una simple broma y reírnos amablemente de ella. Pero cuando Teresa se ocupa seriamente de ella, se encuentra en una situación comprometida: sus ideas son peligrosas y la alejan de la humanidad. Ya en el Génesis, Dios le confió al hombre el dominio sobre animales, pero esto podemos entenderlo en el sentido de que sólo le cedió ese dominio. El hombre no era el propietario, sino un administrador del planeta que, algún día, debería rendir cuentas de esa administración. Descartes dio un paso decisivo: hizo del hombre el «señor y propietario de la naturaleza». Pero existe sin duda cierta profunda coincidencia en que haya sido precisamente él quien negó definitivamente que los animales tuvieran alma: el hombre es el propietario y el señor mientras que el animal, dice Descartes, es sólo un autómata, una máquina viviente, «machina animata». Si el animal se queja, no se trata de un quejido, es el chirrido de un mecanismo que funciona mal. Cuando chirría la rueda de un carro, no significa que el eje sufra, sino que no está engrasado. Del mismo modo hemos de entender el llanto de un animal y no entristecernos cuando en un laboratorio experimentan con un perro y lo trocean vivo.

Teresa acaricia constantemente la cabeza de Karenin, que descansa tranquilamente sobre sus rodillas.
Para sus adentros dice aproximadamente esto: No tiene ningún mérito portarse bien con otra persona.
Teresa tiene que ser amable con los demás aldeanos porque de otro modo no podría vivir en la aldea. Y hasta con Tomás tiene que comportarse amorosamente, porque a Tomás lo necesita. Nunca seremos capaces de establecer con seguridad en qué medida nuestras relaciones con los demás son producto de nuestros sentimientos, de nuestro amor, de nuestro desamor, bondad o maldad, y hasta qué punto son el resultado de la relación de fuerzas existente entre ellos y nosotros.
La verdadera bondad del hombre sólo puede manifestarse con absoluta limpieza y libertad en relación con quien no representa fuerza alguna. La verdadera prueba de la moralidad de la humanidad, la más honda (situada a tal profundidad que escapa a nuestra percepción), radica en su relación con aquellos que están a su merced: los animales. Y aquí fue donde se
produjo la debacle fundamental del hombre, tan fundamental que de ella se derivan todas las demás.

Una de las terneras se acercó a Teresa, se detuvo y la miró largamente con sus grandes ojos castaños.
Teresa la conocía. Le llamaba Marqueta. Le hubiera gustado ponerle nombre a todas sus terneras, pero no podía. Eran demasiadas. Antes, y seguro que hasta hace cuarenta años, todas las vacas de este pueblo tenían nombre. (Y dado que el nombre es el signo del alma, puedo afirmar que la tenían, a pesar de Descartes.) Pero luego se hizo cargo del pueblo una gran fábrica cooperativa y las vacas pasaron a llevar su vida en dos metros cuadrados, en el establo. Desde entonces no tienen nombres y se han vuelto «machinae animatae». El mundo le ha dado la razón a Descartes.

Sigo teniendo ante mis ojos a Teresa, sentada en un tocón, acariciando la cabeza de Karenin y pensando en la debacle de la humanidad. En ese momento recuerdo otra imagen: Nietzsche sale de su hotel en Turín.
Ve frente a él un caballo y al cochero que lo castiga con el látigo. Nietzsche va hacia el caballo y, ante los ojos del cochero, se abraza a su cuello y llora.

Esto sucedió en 1889, cuando Nietzsche se había alejado ya de la gente. Dicho de otro modo: fue precisamente entonces cuando apareció su enfermedad mental. Pero precisamente por eso me parece que su gesto tiene un sentido más amplio. Nietzsche fue a pedirle disculpas al caballo por Descartes. Su locura (es decir, su ruptura con la humanidad) empieza en el momento en que llora por el caballo.

Y ése es el Nietzsche al que yo quiero, igual que quiero a Teresa, sobre cuyas rodillas descansa la cabeza de un perro mortalmente enfermo. Los veo a los dos juntos: ambos se apartan de la carretera por la que la humanidad, «ama y propietaria de la naturaleza», marcha hacia adelante.

¿Por qué es tan importante para Teresa la palabra idilio?
Nosotros, que hemos sido educados en la mitología del Antiguo Testamento, podríamos decir que
un idilio es la imagen que nos ha quedado como recuerdo del Paraíso : la vida en el Paraíso no semejaba una carrera en línea recta que nos conduce a lo desconocido, no era una aventura. Se movía en círculo entre cosas conocidas. Su uniformidad no era un aburrimiento, sino un motivo de felicidad.

Mientras el hombre vivió en el campo, en la naturaleza, rodeado de animales domésticos, en el regazo de las épocas del año y de su repetición, quedaba aún dentro de él al menos un reflejo de ese idilio paradisíaco.
Por eso Teresa, cuando se encontró en el balneario con el presidente de la cooperativa, vio de pronto ante sus ojos la imagen de la aldea (de una aldea en la que nunca había vivido, que no conocía) y quedó maravillada. Era como si mirara hacia atrás, en dirección al Paraíso.

Adán, en el Paraíso, cuando se inclinaba sobre una fuente, aún no sabía que aquello que veía era él mismo. No habría comprendido a Teresa cuando, de niña, se ponía ante el espejo y trataba de ver su alma a través de su cuerpo. Adán era como Karenin. Teresa se divertía con frecuencia poniéndolo frente al espejo. No reconocía su imagen y se comportaba con increíble desinterés y distracción.

La comparación entre Karenin y Adán me lleva a pensar que en el Paraíso el hombre aún no era hombre.
Más exactamente: el hombre aún no había sido lanzado a la órbita del hombre. Nosotros hace ya mucho que hemos sido lanzados y volamos por el vacío del tiempo que transcurre en línea recta. Pero aún sigue existiendo dentro de nosotros una estrecha cuerdecilla que nos ata al lejano y nebuloso Paraíso en el que Adán se inclina sobre la fuente y, siendo totalmente distinto de Narciso, no intuye que esa pálida mancha amarilla que ha aparecido allí es en realidad él mismo. La nostalgia del Paraíso es el deseo del hombre de no ser hombre.

La respuesta me parece sencilla: el perro nunca ha sido expulsado del
Paraíso. Karenin no sabe nada de la dualidad entre el cuerpo y el alma y no sabe qué es el asco. Por eso Teresa se siente tan a gusto y serena con él. (Y por eso es tan peligroso transformar el animal en «machina animata» y la vaca en un autómata que produce leche: el hombre corta así el hilo que lo ataba al Paraíso y en su vuelo por el vacío del tiempo ya nada podrá detenerlo ni consolarlo.)

De la confusa mezcla de estas ocurrencias, crece ante Teresa una idea blasfema de la que no puede librarse: el amor que la une a Karenin es mejor que el que existe entre ella y Tomás. Mejor, no mayor. Teresa no quiere culpar a Tomás ni culparse a sí misma, no pretende afirmar que pudieran quererse más. Pero le da la impresión de que la pareja humana está hecha de tal manera que su amor es a priori de peor clase de la que puede ser (al menos en su caso, que es el mejor) el amor entre una persona y un perro, esa extravagancia en la historia del hombre, probablemente no planeada por el Creador.

Es un amor desinteresado: Teresa no quiere nada de Karenin. Ni siquiera le pide amor. Jamás se ha planteado los interrogantes que torturan a las parejas humanas: ¿me ama?, ¿ha amado a alguien más que a mí?, ¿me ama más de lo que yo le amo a él? Es posible que todas estas preguntas que inquieren acerca del amor, que lo miden, lo analizan, lo investigan, lo interrogan, también lo destruyan antes de que pueda germinar. Es posible que no seamos capaces de amar precisamente porque deseamos ser amados, porque queremos que el otro nos dé algo (amor), en lugar de aproximarnos a él sin exigencias y querer sólo su mera presencia.

Y algo más: Teresa aceptó a Karenin tal como era, no pretendía transformarlo a su imagen y semejanza, estaba de antemano de acuerdo con su mundo canino, no pretendía quitárselo, no tenía celos de sus aventuras secretas. No lo educó porque quisiera transformarlo (como quiere el hombre transformar a su mujer y la mujer a su hombre), sino para enseñarle un idioma elemental que hiciera posible la comprensión y la vida en común.

Y luego: El amor hacia el perro es voluntario, nadie la fuerza a él. (Teresa piensa nuevamente en su madre y todo le da lástima: ¡Si la madre fuera una de las desconocidas de la aldea, es posible que su alegre brusquedad le resultara simpática! ¡Ay, si la madre fuera una persona extraña! Teresa se avergonzó desde su infancia de que la madre hubiera ocupado los rasgos de su cara y confiscado su yo. ¡Pero lo peor era que el antiguo imperativo «¡ama a tu padre y a tu madre!» la obligaba a estar de acuerdo con aquella ocupación y a llamar a aquella agresión amor! La madre no tenía la culpa de que Teresa hubiera roto con ella. No rompió con ella porque la madre fuera como era, sino porque era la madre.)

Y lo principal: Ninguna persona puede otorgarle a otra el don del idilio. Eso sólo lo sabe hacer el animal, porque no ha sido expulsado del Paraíso. El amor entre un hombre y un perro es un idilio. En él no hay conflictos, no hay escenas desgarradoras, no hay evolución. Karenin rodeó a Teresa y a Tomás con su vida basada en la repetición y eso mismo era lo que esperaba de ellos.
Si Karenin hubiera sido un hombre y no un perro, seguro que hace tiempo ya que le hubiera dicho a Teresa:
«Haz el favor, estoy aburrido de llevar todos los días el panecillo en la boca. ¿No puedes inventar algo nuevo?».

En esta frase está encerrada toda la condena que pesa sobre el hombre. El tiempo humano no da vueltas en redondo, sino que sigue una trayectoria recta. Ese es el motivo por el cual el hombre no puede ser feliz, porque la felicidad es el deseo de repetir.
Sí, la felicidad es el deseo de repetir, piensa Teresa."

Ah, cierto:
Milan Kundera: La insoportable levedad del ser

Última edición por Gusanos; 28-feb-2013 a las 16:44.
 
Antiguo 28-feb-2013  

Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: "¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!".

Porque Jesús dijo: "¡Sal de este hombre, espíritu impuro!".

Después Jesús le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". El hombre respondió: "Mi nombre es Legión, porque somos muchos"






MARCOS 5:6-9

De echo no leo mucho la biblia, pero esta cita me gusta bastante

Última edición por HenryTeo; 28-feb-2013 a las 16:55.
 
Antiguo 01-mar-2013  

Milan Kundera es posiblemente mi autor favorito, me siento identificado con cada una de sus palabras. En ese momento que has citado, Gusanos, terminé por soltar una lágrima la primera vez que lo leí.

Esta cita también me gusta mucho:

"El hombre nunca puede saber que debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. No existe posibilidad alguna de comprobar cual de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero que valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni un boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro".

Milan Kundera, La insoportable levedad del ser.

Un saludo.
 
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