Admiro vuestro ingenio y frialdad, hamijos. Yo no creo que atine a decir nada meridianamente coherente cuando me visite la dama de la guadaña. En fin, será mejor que lo ensaye antes.
Que me coman los perros y/o se hagan el tremendo asado con mi cuerpo, no quiero que mi cuerpo esté en un ataúd pudriéndose para seguir una tradición religiosa a la cuál no pertenezco.