Yo era uno de esos niños bondadosos, incapaz de responder a un ataque verbal o físico, siempre pensando que la conducta de los demás era reprochable, que ellos mismos caerían en la maldad de sus actos. La vida pronto te pone a prueba. Era un chaval sano, sin ningún defecto físico digno de mención, pero cobarde por no enfrentarme a aquellos que me atacaban. Fueron pasando los años y lo que era cobardía infantil se convirtió en desconfianza siendo un adolescente, al margen, inadaptado, triste y solitario. Nunca conseguí encontrar pareja porque cuando una chica me gustaba, enseguida notaba mi poca personalidad, mi inseguridad y mi inadaptación al medio. Si una noche salíamos, siempre me sentía culpable por no entretenarla, pensando que ella pensaba que era un tipo aburrido, y acababa por dejarme. Fui a la Universidad, estudié una carrera pero siempre se repetía lo mismo. Era un joven apuesto, 1,90, fuerte pues me gustaba el deporte. Siempré pensé que hubiese podido tener a cualquier chica si hubiese tenido más alegría en mi alma, si fuese más vivaz y menos mohíno, pero la melancolía siempre acababa por hacerse dueña de mi. Cuando había una reunión social siempre ponía alguna excusa para no ir o ausentarme a la mínima. No me sentía cómodo en público. Pensaba que la gente siemrpe esperaba más de mi de lo que yo podía dar, no estar a la altura. Había desarrollado una FS. Ahora tengo 32 años y vivo solo, no me relaciono y reconozco que mi vida es triste y sin alegría. He llegado a creer que este es mi destino, que ninguna chica quiere estar con un tipo así. Es triste que la gente no cuente contigo. Mañana tengo una cena de empresa. Me apetece ir? No. Pero los compañeros me dicen que si no salgo más es imposible que haga amistades y entonces llega lo de siempre. Estaré a la altura?, Pensarán que soy un coñazo?
Hace poco fui a la boda de una amiga. En el banquete me senté junto a un compañero (me parece de mal gusto eso de jugar a las sillas), me daba igual con quien sentarme. Después de pasar la velada hablando de cosas fútiles llegó la hora de ir a la discoteca y ahí fue cuando el menda decidió que era hora de batirse en retirada. Me da vergüenza bailar, me siento ridículo. Mañana pasará algo parecido. Eso sí, no probaré el alcohol, primero porque seguro que con mi suerte me caza la Guardia Civil y segundo porque me parece patético beber para estar ser más sociable.
Ya os contaré,