Estando en el otro extremo del planeta (no exactamente, pero por completar la frase
) y enterarme de estos sucesos, no sé por qué pérfida razón me vino a la mente este foro
. Hubiese apostado cualquier cosa a que se debatiría - ejem... - sobre el asunto, con los peregrinos argumentos de siempre.
A estas alturas, no voy a entrar en los lugares comunes de la caverna machista. A saber:
"las mujeres van provocando", "¿para qué se quita la camiseta?", "no seamos hipócritas, estas chicas van a lo que van", "si no quiere que la toquen que no vayan por esos sitios", "es que hay que ser tonta para juntarse con según qué gente", "vamos, vamos, seguro que lo disfruta".... Discutir semejante diarreas argumentativas es ridículo. Lo único que alcanzo a escribir es, como dijese
Alejandro Dumas ante un paleto inquiriéndole por sus antecedentes mestizos:
mi bisabuelo, posiblemente, sería un mono, señor, un mono. Mi linaje comienza donde acaba el suyo .
Siguiendo con monos (con perdón, para nuestros hermanos primates cuya culpa fue ascendernos, visto el resultado en todos los sentidos), más allá de si los tocamientos fueron o no aceptados por las chicas, lo que me resulta tremendamente escalofriante es el hecho en sí, el trasfondo. Una mujer se quita la camisa, enseña el busto y grupo de bestias van a magrearlo como si fuese un derecho.
Claro, están las excusas de la jarana y el alcohol. Hacer el ********** nunca fue tan rentable. No me imagino a estos cobardes babosos atreviéndose a manosear a otra persona si no están bien pertrechados por una horda. Es lo que convierte en violenta estas situaciones. A ver quién tiene valor de enfrentarse a una multitud que te levanta, te toca y te desnuda. Es fácil ver el asunto desde la lejanía, pero en esa circunstancia, una mujer puede pensar que mejor deja ese acto impune para evitar males mayores. No hay un mísero control, una mínima llamada al orden, un cortar por lo sano por parte de las autoridades. Esas mismas que te ponen una sanción si no llevas camisa por la vía pública. En estas fiestas se impone el derecho de pernada.
¿Por qué estos deleznables hechos no se dan a la inversa? Todos sabemos la razón, aunque cueste admitirlo. El cuerpo de la mujer está cosificado, la mujer está cosificada. Los machos aprovechan cualquier oportunidad para dejar constancia de esta primitiva regla. Te toca un pecho porque lo exhibes, no hay más que hablar. Yendo más lejos, ocurre lo mismo en
la Plaza Tahir en
El Cairo. Miles de manifestantes protestan contra tiranos. Todos hombres. Aparecen mujeres y el sentido de propiedad del machismo se hace patente. Los que piden la libertad, agreden sexualmente a las féminas con el objetivo de dejarles claro:
aquí no pintáis nada. Iros a casa. La revolución es cosa de hombres, Egipto es país de hombres.
Para concluir, aunque sé que el comentario puede herir sensibilidades de determinadas feministas, pienso lógica esta deriva. Unos festejos donde se empieza maltratando a animales, avasallándolos públicamente, no tiene otro destino que acabar por quebrantar a otros seres considerados igualmente débiles.
PD: ¡Qué gozo las cornadas de anteayer y qué lástima que las consecuencias no fueran más sangrientas!