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Antiguo 21-ago-2011  

Echando un vistazo a mi cajon desastre..baúl de los recuerdos.. haciendo limpieza de mi ordenador he visto que tenia un texto guardado (no se de donde lo saque), y he releido y esta chulo... y me ha recordado a este foro...por lo de las malas experiencias, recuerdos dolorosos, malos.....

Lo pongo para interesados..........


TRASCENDENCIA, CONTEMPLACIÓN Y CONCIENCIA TESTIGO


A lo largo de nuestra vida vamos acumulando experiencias, incluso sin darnos cuenta. Unas son más agradables que otras, pero algunas pueden marcarnos para toda la vida debido al gran dolor que nos produjeron.
El intento es olvidar, pero no se consigue. La esperanza del olvido se deposita en el tiempo, pero el tiempo no hace nada. Y estas experiencias vuelven al pensamiento una y otra vez, e incluso, cuando parece que hemos olvidado, pasa algo desagradable que nos hace recordarlas y con ellas el dolor que vivimos.

Estas experiencias suelen producir ira, rencor, rabia, e incluso odio hacia la persona o personas que fueron causa de nuestro dolor. Estas emociones negativas se acumulan y al mismo tiempo son alimentadas mediante el pensamiento. Representan el modo mental en cómo son castigados los causantes de nuestro malestar. Esto es que mediante el rencor, la ira, el odio etc., yo castigo a esas personas, o por lo menos lo intento, y los culpabilizo de por vida de todos mis males.

Pero esas emociones también se vuelven en nuestra contra, porque nos impiden vivir la felicidad que deseamos y nos hacen entrar en una espiral de deseos de venganza que nunca son saciados del todo y el dolor se puede llegar a ser insoportable. También nos culpabilizamos a nosotros mismos, por la impotencia de no poder hacer nada en ese momento. Unas veces por no haber podido defenderme y otra por ni siquiera intentarlo. Así que culpabilizo a los otros (que seguramente sí hicieron daño intencionadamente o no), los odio o guardo rencor y me culpabilizo a mí mismo por no poder haber hecho nada en ese momento.
Para uno, estas emociones representan una válvula de escape momentáneo, pero el problema surge cuando la experiencia de dolor se retiene con el pensamiento una y otra vez a lo largo de la vida. Y con el pensamiento no se soluciona nada de esto mientras se alimente la ira, el rencor y el odio, y no se use para comprender y asimilar del todo la situación. Puede ser muy duro, sí, pero por nuestro propio bien es mejor solucionar el problema de una vez por todas.

Es inevitable, hasta cierto punto, que el pensamiento mantenga viva la experiencia dolorosa, pero sí hay algo que se pueda hacer y esto es “trascender”.

Trascender no significa olvidar, ya que toda experiencia se guarda en la memoria y es susceptible ser recordada. Trascender es más bien dejar atrás, lo que forma parte del pasado, ya no existe y no tiene sentido revivirlo una y otra vez mediante el pensamiento. Pero hay que asimilar el dolor, gastarlo del todo hasta que ya no duela nada cuando recordemos la experiencia pasada. Y para esto es imprescindible que nos demos cuenta de que si no soltamos la ira, el rencor, el odio y la culpabilidad, no conseguiremos nunca nada. Por lo tanto se hace necesario perdonar, perdonarme a mí y perdonar a los demás. Pero no porque yo soy alguien superior y benevolente, sino porque comprendo que esa persona que me hizo daño no podía hacer otra cosa. Su nivel de conciencia no le dejaba ver más allá ni controlar sus actos, por que en su acto, en definitiva, lo que busca es su propia plenitud, aunque sea de un modo erróneo, incorrecto. Todos hemos cometido errores en la vida, que han causado daño a alguien y luego nos hemos dado cuente de ello y nos hemos arrepentido, y hemos rectificado. Así actúa la persona de corazón noble, porque rectificar es de sabios.

Perdonar porque cada uno hace lo que puede, porque la estructura mental no nos deja ver más allá, y porque el que hace lo que puede está libre de toda culpa, aunque no de responsabilidad.

Si de verdad yo quiero quitarme el dolor del pasado, he de comprender todo esto, porque mientras alimente el rencor y el odio, estoy alimentando mi propio dolor.

Mientras tanto uno sigue sintiendo el dolor, entonces, ¿qué es lo que debo hacer? No tengo más remedio que vivir el dolor que sienta, no huir de él y vivirlo hasta el fondo con todo mi sentir; tirar la culpa a la basura, porque no sirve absolutamente para nada; comprender que cada uno hace lo que puede según su estructura mental y, aunque de momento sienta rencor u odio, seguir adelante con mi vida con plena confianza, porque la confianza es la esperanza de que todo va a salir bien.

La trascendencia es traspasar el umbral de lo psicológico, es caminar hacia un estado nuevo, nunca antes experimentado, es una puerta abierta hacia la contemplación.

El estado de contemplación es vivir en la investigación de la verdad y la observación de la vida. La vida contemplativa es traspasar la estructura mental del yo personal, para alcanzar un estado de paz y de felicidad, aparte de todo problema psicológico. No hay vida contemplativa sin trascendencia.
Uno puede hacer muchas técnicas o terapias para solucionar lo psicológico, pero si no investiga en la verdad de todo eso, lo comprende y lo trasciende no solucionará nada.
En la vida contemplativa uno deja de preocuparse por los problemas que puedan venir y aunque es inevitable que vengan problemas, los resuelve según vayan llegando. La persona no tiene grandes aspiraciones o ideales de éxito, sólo vivir en paz y armonía, haciendo la labor que le ha tocado hacer en un momento u otro de su vida, y si tiene la suerte de hacer lo que le gusta, tanto mejor.

El acto de contemplar va descubriendo por sí mismo la verdad de todo, porque la realidad que vivimos desde lo psicológico, no tiene nada que ver con la realidad de verdad. Desde la mente no vivimos más que una interpretación de la realidad, un sueño en el que creemos estar despiertos.
Sólo la intuición de una plenitud mayor, de una realidad mayor de la que estamos viviendo nos hará seguir adelante hasta conseguir un estado contemplativo de la vida.

Es entonces cuando yo soy la conciencia, mi conciencia y la conciencia de todas las cosas. Es entonces cuando soy el testigo; la conciencia testigo que se da cuenta en presente, aquí y ahora, sin pasado ni futuro, sólo presente consciente y gozoso.
Es el testigo que se da cuenta más allá del pensamiento, más allá de todo cambio fenoménico, es “el Yo que se da cuenta” y que no es afectado ni por el espacio-tiempo. Es “el Yo atemporal” que permanece impasible ante todo cambio. La conciencia testigo constante e inalterable.
Sólo lo psicológico es alterable, pero el “Yo real” es inalterable. El “Yo real” trasciende todo lo psicológico para vivir una vida en contemplación de la verdad y en plenitud.
 
Antiguo 21-ago-2011  

Parece interesante.
 
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