Aviso: mensaje depresivo. Lealo bajo su responsabilidad
Erase una vez...
No tengo fuerzas para afrontar mi vida. Parece como si todo me viniera grande. Al parecer, estaba predestinado a tener una existencia dificil, y asi lo acepte en su momento, al igual que ahora. Pero es demasiado.
Todo comenzo hace mucho tiempo. Me recuerdo como un niño lleno de sueños y deseos. Me sentia capaz de hacer cualquier cosa, de afrontar cualquier reto, de perseguir cualquier meta, y nada podria impedirmelo, por muy fuerte que soplaran los vientos.
Tiempo despues esa luz se fue apagando, pero no de golpe, sino gradualmente, a medida que se añadian piedras al saco con el que cargaba a mi espalda. Cada golpe, cada tropiezo, frenaba un poco mas mi marcha, hasta el punto que me quede parado del todo, sin poder dar un solo paso mas.
Entonces aparecio ella. Saco su pañuelo y me seco las lagrimas. Me ofrecio un asiento para que descansara de mi largo viaje. Trato de curarme las heridas. Y todo porque yo le parecia distinto al resto. Ella tenia la esperanza de que reanudara mi camino, que con suerte, acabaria justo delante de su puerta, la cual estaria abierta de par en par, esperando pacientemente a que yo llegara.
Nuevos obstaculos se añadieron. Tenia tanta prisa por alcanzar esa nueva meta, que la impaciencia me hizo abandonar el sendero y perderme de nuevo por el bosque. Pero retome el camino. Se lo hice saber, y ella me dijo que su puerta continuaba abierta, que nada habia cambiado, no importa cuantas veces me perdiera, o cuantos rodeos tuviera que dar para caminar una sencilla linea recta.
Esquive la que probablemente fuera la piedra mas grande y pesada de toda la ruta, porque a ella no la importaba que fuera de carbon puro, casi diamante. Ella tenia otra semejante en su propia vereda. Pondriamos una al lado de la otra, y las contemplariamos segun nos alejaramos en la distancia, haciendose cada vez mas y mas pequeñas.
Pero me volvi a perder. Y estoy en el kilometro exacto en el que escribo esta reflexion. Resulta ser, que mucho tiene que ver con la fobia social y la ansiedad que me provoca la gente, pero en ambitos muy dispares. Por un lado esta el empleo, que me proporcionaria dinero para ya no caminar, sino emprender el vuelo. Pero la gente es malvada y yo muy sensible; no me atrevo a exponerme a ellos. Me provocan un terror absoluto.
Por otro lado, tambien la afecta a ella. Si todo el mundo es tan malo, ¿porque ella iba a ser diferente? ¿no se tratara de un engaño? ¿pero como? ¿que motivos tendria? Incredulidad. Escepticismo. Tengo la vista tan cansada de mirarla en la lejania, que ya no distingo su forma.
Pero luego pienso en la paz que siento cuando me imagino a su lado, al final de todo mi recorrido. Cualquier esfuerzo habria merecido la pena. Pero despierto otra vez, y vuelvo a contemplar no una, ni dos, sino ochocientas piedras en mi camino. Y otra vez vuelvo a perderme en el bosque, donde me quedo paralizado, inmovil, y donde vuelvo a soñar con su melosa voz que se pierde mas y mas en la lejania, hasta solo oir un eco de lo que fue en su dia.
Tal vez algun dia se canse de esperar y cierre la puerta. Por mucho que lo intente, siempre tendre obstaculos, algunos que ni siquiera ella conoce, porque no estan en su camino. Y pensar esto me deja aun mas aislado, en el bosque...
Que alguien apague la luz.