Bueno, aparte de las películas que vemos en el cine, existen las que vemos en la tele (que a veces son "clásicos", siempre y cuando estén en color, por supuesto) y existe el mercado del video, se puede ir a las filmotecas o a algún cine de repertorio, como en Barcelona el "Melies".
Así que no es nada difícil ver películas basadas en dramas del gran dramaturgo Tennesse Williams. Siempre es un poco vulgar intentar ver en una obra de arte un mero reflejo de la persona, hurgar en la biografía para encontrar "quién fue en realidad tal personaje". Hay que decir, sin embargo, que Williams fue un hombre inestable, hipersensible, que cayó en la adicción alcohólica, fue homosexual, tuvo etapas de enorme frustración personal y descontrol. Y tuvo una hermana, que llevó casi directamente a la literatura en "La jungla de cristal" una persona tan hipersensible como él, pero más quebradiza aun. Tanto que cayó en las garras de la pseudociencia psiquiátrica de la época (años cuarenta y cincuenta) y su exquisita sensibilidad recibió una cruel etiqueta diagnóstica, "esquizofrenia" y un "tratamiento" aun más espeluznante y terrible: la lobotomía. Esa supuesta técnica terapéutica consistía en destrozar el lóbulo frontal del cerebro.
"La jungla de cristal", "Un travía llamado deseo", "Largo y cálido verano", "La gata sobre el tejado de zinc"... todas ellas tratan del desgarro de seres desvalidos ante la vida, personas que como Blanche Dubois (en "Un tranvía...") temen la luz demasiado directa. Tarde o temprano, esas personas llaman la atención del estamento psiquiátrico -o se ven obligadas a acogerse a él-. Es un camino un poco falso, una espada de doble filo. En fin, las películas basadas en Tennessee Williams son interesantes por su formidable capacidad para comprender la peripecia humana.