Cita:
Iniciado por diosdid
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Por el amor de ese mismo Dios que dices amar, deja de ridiculizar una creencia digna de respeto con interpretaciones dogmáticas, limitadoras y rígidas que sólo hacen que dejarte a tí como un ignorante y a la religión cristiana como un cúmulo de imposiciones sin sentido. Gente como tú, más aborregada que los mismos borregos que acusas; gente como tú, que señala con el dedo mismo del pecado y cree esgrimir autoridad al ceñirse torpe y rígidamente a interpretaciones poco menos que alucinadas del cristianismo, son las que convierten las religiones en un club social donde al unirse en grupo descargan contra los que se apartan de su personal degeneración de una religión toda la ira acumulada de sus frustraciones, miedos, deseos y errores. Examina tu intención, examina tus sentimientos al acusar, y date cuenta que no eres mejor que aquellos que juzgas.
Te recomiendo encarecidamente que dejes de usar la religión cristiana como la sombra de una horca, como bozal, como fusta o como camino de salvación entre un mar de fuego, y te dediques a otras cosas. No tienes ni idea, pero ni idea de lo que es el cristianismo. Obcecado en el dogma no ves el amor. En tu alucinado error eres materialista y estás apegado a la recompensa y al castigo, cuando la realidad última de un Dios de Amor no entiende de los asuntos humanos que pretenden moldear o dirigir un yo concreto.
No soy cristiano ni creyente en religión o dios particular alguno, pero gente como tú me da vergüenza ajena, y de gente como tú, ávida de seguridad y certeza antes que deseosa con pureza de amar a Dios, y a la vez perezosa y pusilánime, es de la que se aprovechan la mayoría de los grandes dirigentes eclesiásticos para beneficiarse personalmente y seguir corrompiendo una vía de Conocimiento tan válida como tantas otras lo puedan ser, y convertirla en una triste perversión de la Verdad; ahí sí que hay perversión y degeneración, y la gente como tú sois la carne de cañón que oscurece sus vidas siguiendo esa particular corrupción de una religión.
Y no hace falta que me reproches nada pues bien sé que tan lamentable como tú soy yo al actuar de modo semejante.