Yo en la adolescencia no salía ni tenía amigos. Cuando comencé la uni (con 20 tacos, que repetí 2 cursos, encima!)
me hice el firme propósito de conseguir formar parte de algo. Y comencé de cero: no tenía a nadie. Pero lo logré... esforzándome por no quedarme en un rincón oculta tras los apuntes, uniéndome a la gente de clase en la cafetería... tenía un truco que aun me funciona cuando soy nueva: que todo el mundo es nuevo en algún momento. Vamos, que todos somos iguales y tenemos las mismas ganas de conocer gente. Por lo general, las personas somos muy receptivas a una sonrisa y a un "Qué tal hoy?". Yo me dedicaba a hablar, por ejemplo, qué te parece el profe tal, y ya está: ya teníamos tema de conversación para rato. No tenía que decir nada más. La gente no pide mucho. Sólo una cervecita o un café hablando de ZP, de lo bueno que está el tio del anuncio de Lacoste o del partidazo del domingo. O sea: que la mayoría no leen a Saramago, vamos.
No hay que comerse la olla en ese aspecto, sólo soltarles lo que le dices a tu familia, por ejemplo... "jo qué pasada con el Bush de los cojones...!" Y de ahí, poco a poco, a lo mejor no sale una gran amistad, pero si un coleguilla. Y de ahí, salen más colegas... y de ahí sí que puede surgir una amistad. Sin agobiarse ni esperar nada, sólo no quedarse en casa más que lo necesario, lo suficiente para no parar a pensar mucho. (bueno.. ése es mi caso, al menos)
Esto es por poner un ejemplo... creo que la aceptación requiere adaptación. No hay que ceder a la "comodidad" del aislamiento; y sé que es duro, muy duro, lo sé muy bien. Pero no os preocupéis por tener amigos o no, sino por estar bien con vosotros. Aunque sólo sea un poco mejor. Sólo por eso intentadlo.