Este relato va dedicado a Alazni con mucho cariño; no es mio pero como si lo fuera.
Después de extensas horas intentando olvidar las palabras del acertijo, Tecla apagó las luces y empezó a bailar para los insectos de la noche. Corrió las cortinas y, con famélica melancolía, cantó para los ojos pardos de la timidez. Se desnudó deslizando sus dedos por su cuerpo como caricias para un pequeño rincón olvidado de su habitación.
Cayó entre almohadas de colores y esperó a que en sus sueños apareciese el rostro de ese pensamiento que todo lo cubre con sus manos. Se miraron a los ojos y esperaron. Se esperaron el uno al otro, pero ambos fueron demasiado pacientes y pereció un espacio puro de aire entre sus lenguas; entre sus dedos; entre la almohada blanca y el colchón azul.
Despertó entre gatos y despertadores, se lavó la cara con solemnidad cristalina, apagó un avela, desmontó un juguete, se disfrazó de Tecla y salió dejando la puerta bien cerrada. Se cruzó por el camino con sus sueños y los saludó con antifaz. Luego una ágrima le hizo retroceder varios pasos, hasta encontrarse con su primer error, entre almohadas de colores.
II
Salió despavorida de su casa dejando puertas y ventanas abiertas. Su ridículo pijama de patitos de colores y unas chanclas mediorotas no le impidieron cruzar el centro de la ciudad gritando a pulmón abierto. Corría con la manos bien abiertas y no cesaban las lágrimas de resbalarle por las mejillas.
Pisó charcos y resbaló en lodazales. Perdió una chancla y un accidente con la rama de un cerezo enseñaba la mitad de su pecho. Aveces se arrodillaba empapada en sudor, cubierta de gritos vibrantes, de impetuoso torrente de recuerdos en blanco. A su alrededor conocidos y desconocidos comentaban lo extraño que resultaba su comportamiento. Los conocidos se sorprendieron y no llegaban a comprender lo que podia haber sucedido a Tecla para llegar a tal extremo. Los conocidos se sintieron intimidados y entre ellos se reían y más tardeacabarían haciendo bromas sobre el tema, hasta quedarse en anécdota olvidada. Aunque de noche, más de uno sufrió terribles pesadillas.
Pero ella siguió corriendo. Atravesó enormes avenidas, cruzó iglesias y plazas públicas, se escurrió entre las multitudes, se estrelló contra las paredes...Sólo una vez se detuvo sin estar cansada, y es que hay veces en que se cruzan miradas entre la muchedumbre como flechas, crecen venas y se arrastran por el suelo hasta tocarse los extremos. Se enredan, se agarran y tal vez ya no se miren, pero no se sueltan.
Los niños miraban asustados, agarrados ade las manos de sus mamás, las cuales apretaban sus fragilísimas manos como si la vida se les fuera en ello. Por sus miradas parecía que estuviesen temiendo o presintiendo una catástrofe mundial. Las jóvenes parejitas, esos enamorados enfermizos, se limitaban a sonreirse, aunque un temblor de escalofríos los hubiera atacado al verla. Tan sólo los borrachos y los locos se mantuvieron impertubables. Y los recien nacidos.
Con el tiempo todos la olvidaron y no se volvió a saber de ella. ¡Ah! Por cierto, no se habia vuelto loca. En realidad, minutos antes de salir corriendo por la puerta de su casa se encontraba perfectamente. Resulta qye aquella linda mañana de otoño, mientras una leve brisa tejia deseos en el aire, Tecla se estaba preparando un té de ciruela y frutos secos cuando inesperadamente, se encontró con ella misma.
Fin