Me sucedió algo parecido a lo que planteas, aunque el resultado no fue precisamente el más positivo.
Yo arrastraba un TOC demoledor que empezó en 2005, disminuyó un año después, pero al final de 2007 se disparó y en 2008 se volvió una pesadilla insoportable que empezó a generarme una fatiga aplastante. Me llegaba a lavar las manos unas 70 veces al día, a veces hasta con yodopovidona en vez de jabón; aspiraba mi casa completa varias veces por semana; si alguna prenda que llevara puesta entraba en contacto con alguna´superficie que a mi insano juicio estuviera sospechosamente contaminada por gérmenes, sometía a esa prenda a una desinfección de emergencia con sustancias irritantes que no se venden en cualquier tienda, y luego la enviaba a la lavandería, aunque en muchas otras ocasiones sencillamente terminaba desechándola o guardándola para siempre en bolsas de plástico (hasta la fecha aun conservo muchas cosas así desde hace al menos 5 años)... No me extiendo con más.
El caso es que por pasarme toda mi existencia en el 2008 y 2009 esclavizado por mis rituales con miras a aplacar (en vano) la ansiedad, se me vino encima una fatiga crónica que en última instancia hizo que me agotara tanto que poco a poco me fue pesando realizar todos esos rituales absurdos, hasta que definitivamente los dejé de lado. Hasta ahí todo parecería maravilloso, el único detalle es que ahora estoy hundido en una depresión marca diablo en la que ni siquiera me preocupo por recoger la basura, todo lo contrario a lo de antes.
Pero sí, respondiendo a la pregunta original, me afectó de forma tan exagerada el TOC que él mismo terminó causando su propia desaparición. Ahora estoy libre de él en un 85%.
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