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Iniciado por Raskolnikov
No tiene nada que ver una cosa con la otra. A mi me ocurría al contrario que a ti. Yo respondía con agresividad desmedida a las situaciones proque me resulta mucho más fácil usar la fuerza que dialogar. En realidad mi primer contacto con los psicólogos se debió al exceso de situaciones violentas en las que me metía porque yo mismo las probocaba. En el fondo es lo que dice nekro, tenemos miedo a los que piensen, a hacer el ridículo o a quedar como estúpidos. A mi ese miedo me hacía lanzarme a tumba abierta a peleas por cualquier cosa: que si me ha mirado mal, que si se está riendo de mi, etc, etc. Para mi requiere más valor tratar de ser buena persona que ser mezquino. De todas formas yo no creo que pueda ya nunca ser bueno bueno, así que me propuse ser al menos justo. Pero sí creo que hay personas que son realmente buenas y no diría que lo son por cobardía. Por ejemplo tengo un amigo bombero que es una de las personas más buenas que conozco, que es capaz de arriesgar la vida por un completo desconocido.
En cambio creo que se puede ser tremendamente cruel y un completo cobarde. No es cuestión de aceptar que puedes hacer daño, para mi la cuestión es más bien ¿tengo motivo para hacerlo?
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Me siento identificado con gran parte de tu historia, porque yo, que durante mi niñez fui un ratón de biblioteca, blanco de burlas y todo tipo de maltratos; al promediar mi adolescencia me convertí en un pendenciero, en un tipo bastante jodido para cualquier idiota que se atreviera a buscarme.
Siempre respeté a los que aventajaba físicamente y siempre me repugnó cuando un grupo de cuatro o cinco aporreaban a uno sólo o a dos, en esos casos, alguna vez no pude soportarlo y me metí en plan justiciero.
La suerte fue muy generosa conmigo, más que generosa en realidad. Obviamente también acabe en la consulta psicológica, ya que mis profesores no entendían porqué ese alumno aparentemente tan pacífico, tímido y educado era capaz de semejantes ataques de furia.
Lo más humillante fue ver en algunos rostros, signos de temor; porque si bien conocía ya desde niño otras maneras de sentirme desplazado... a ésta no estaba acostumbrado... y era demasiado fuerte.
Las consecuencias de mis actos, tardaron años en remitir y fueron el eje central de muchas sesiones de terapia, si bien en el comienzo podía tener atenuantes (nunca comenzaba a provocar) el final de esas peleas era absolutamente desproporcionado en relación a lo que se disputaba.
Tuve temporadas de pesadillas horribles, donde narices y bocas ensangrentadas me perseguían sin descanso.
El amor de una mujer mucho mayor que yo (Ya lo he contado en algún hilo...) me rescató de la barbarie, me hizo sentir más seguro, y me estimuló a potenciar otros aspectos de mi ser. Tanto le debo, que nunca me cansaré de agradecerle todo lo que hizo por mí.
Raskolnikov: Tratar de ser más justo, es una tarea más ambiciosa y digna, que tratar de ser simplemente bueno. Creo que vas por el mejor camino