No sabemos como ser agresivos, no nos gusta asumir esa posición que no pertenece a nuestra naturaleza. Entonces, los demás son una amenaza constante. Efectivamente, pienso igual, que nuestro problema viene de un exceso de autoconciencia. Nos analizamos a tal punto que caemos en la parálisis del análisis. Mientras el común de personas usan la palabra porque tienen boca, nosotros solemos analizar nuestras sensaciones, los sentimientos que aquellas desencadenan, los pensamientos que se van elaborando, los conceptos que vamos obteniendo. Mientras hacemos esto, el mundo sigue corriendo como loco, atropellando y atropellando. Somos buenos. Ni cobardes, ni tontos. Quizá a veces atolondrados. Nuestro interior se mueve a otra velocidad que el mundo exterior.
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