Tengo 30 años, mi infancia fue brillante, siempre fui la primera en todo: obras de teatro, mejor alumna, cantaba y recitaba poemas en público, donde fuera, todo el mundo me admiraba y yo era feliz, plena, querida, admirada.... la hija perfecta....
A los trece años entre a la secundaria y seguí con esa misma personalidad, animaba aniversarios, era muy inteligente y siempre exponía frente a mi curso temas importantes y eso les gustaba mucho a mis compañeros y profesores, ese desplante, esa facilidad de labia... era fascinante sentirse admirada y tan querida. Cabe señalar que siempre tuve una actitud humilde frente a ese desplante y fui muy respetuosa de aquellos a quienes les costaba comunicarse y hablar en público (aunque no los entendía) ...hasta que...
A los 17 años un día de marzo al regresar del colegio junto a una amiga nos encontramos con dos amigos de ella y, por supuesto, me los presentó. En ese momento experimenté algo que no podía entender: me empecé a poner roja, pero ROJA, sudé completa en un segundo, la cara la tenía toda mojada, la espalda, las manos y no pude disimularlo, qué verguenza!, los saludé pero no los miraba, estaba tan nerviosa que lo único que deseaba en ese momento era estar en mi casa, sola en la tranquilidad de mi pieza.
Desde ese momento todo fue empeorando progresivamente, desde dejar de disertar trabajos, dejar de animar eventos, levantar la mano para responder alguna pregunta del profesor.. hasta salir a comprar el pan!, llegué al extremo de correr a encerrarme en el baño cuando llegaba visita a la casa!!. Era horrible, estaba en la mesa con mis padres y hermana que tenía en esa época 10 años y no podía hablar porque apenas sentía que me miraban me ponía roja. Mis compañeras me decían que con la adolecencia me estaba cambiando la personalidad y me estaba poniendo antipática, pero ellas no sabían el tremendo dolor que yo sentía por dentro. Era un deseo tan grande de compartir, de demostrar mis conocimientos y decir: "profesor, tengo la respuesta a su difícil pregunta", pero no podía
Paralelo a esto me sucedieron cosas extrañas paranormales, empecé a tener pesadillas todos lo días y no podía moverme ni gritar durante unos 10 segundos, hasta que lo hacía y gritaba como una loca, siempre que estaba sola en el comedor se movían las copas y chocaban hasta que llegaba mi madre o hermana, soñaba cosas horribles de terror inimaginable, después eran todas las noches horribles así es que ya no dormía del miedo y mi madre tenía que estar conmigo y cuidarme para que yo durmiera.
Todo iba de mal en peor, en el día sufría porque ya no salía de casa y el hecho de ir al colegio me parecía una tortura porque tomar el bus y subirme provocaba que TODOS me miraran y después al bajarme era lo mismo, me bajaba roja, sudando, tiritando, bloqueada totalmente por la VERGUENZA que había pasado de experimentar todo eso frente a la gente, que seguramente se había hecho la peor imagen de mi (todo eso pasaba por mi abrumada cabeza). Fui al neurólogo y me dió unos tranquilizantes que me tenían volada todo el día pero mi mente no se curaba...
Un día en la mañana extrañamente me levanté sin miedo (a los sueños que tenía de terror), eran las 6:00 am, estaba oscuro y me dirijía a la cocina a tomar desayuno, en ese momento (no sé si fue mi imaginación muy exaltada por esos días) sentí un viento helado que me levantó el pelo hacia atrás y al mirar estaba frente a mí un hombre (¿o fantasma?) alto, delgado, vestido con un abrigo negro largo, no se le veía la cara y caminaba hacia mí, como entenderán casi enloquecí de terror y empecé a gritar y arrancar al dormitorio de mi hermana. Obviamente mis papás revisaron la casa y no había nadie. Desde ese momento empecé a ir a la iglesia de vez en cuando y me sentaba a hablar con Dios, rezaba en las noches, ponía debajo de mi almohada el salmo 91, debo reconocer que nunca he sido muy apegada a la iglesia pero no sé si fue eso o tanto deseaba creerlo que empecé a recuperarme de a poquito y muy lentamente... teniendo mis recaídas.
Como ya habrán sacado sus cuentas llevo 13 años con esto y los dos primeros fueron los peores, lloré, me quería morir, odiaba a quienes eran "libres". Siempre investigué y leí mucho, porque sabía que tenía algún trastorno que bloqueaba mi verdadera personalidad. Por mucho tiempo creí que tenía agorafobia pero al fin encontré información de la fobia social y encajo perfectamente en esta invalidante fobia. Sigo luchando, aunque hace años que no voy a la iglesia por pereza, sólo a veces tengo episodios de nervios cuando me presentan a alguien pero me he autoanalizado tanto que he creado terapias que me han servido mucho, tengo mis truquitos que me han hecho salir de más de un mal rato. Sé que algún día lograré controlarla por completo.
Bueno, para terminar les contaré que me casé y mientras entré al altar me sentí relajada, feliz, segura, en la fiesta, en el discurso a mis invitados en todo momento disfruté de mi matrimonio y no me puse roja así es que por eso estoy tan segura de que lo voy a lograr.
con cariño
Pilar
Julio 2004
