Trato de aprovechar las situaciones incómodas para habituarme a ellas y que así dejen de ser incómodas.
Los silencios no tienen nada de malo. Bailar en el ascensor tampoco tiene nada de malo.
¿A qué viene tanto miedo al ridículo? Aunque los demás piensen mal de vosotros, incluso exageradamente mal, nunca os va a pasar prácticamente nada importante por ello. Este del ascensor es otro de los ejemplos, tan comunes en un fóbico social, en el que se le da tanta importancia a lo que puedan pensar de uno que una situación agradable se torna en algo incómodo.
La solución es muy fácil; tanto que no creo que sea necesario que escriba sobre ella.
Saludos!
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