Si un/a vampiro/a sexy o no sexy aparece por la calle, desvela su identidad de Nosferatu cotidiano y me ofrece pasar a formar parte de su periclitado ejército de las tinieblas, primero le río la gracia, y luego sigo caminando. Si se convierte en murciélago con un trágico revuelo de la capa y me encara con su mirada cárdena y sus afilados colmillos de chupóptero, susurrándome con voz profunda y aterciopelada lo siquiente: "Por favor, te pido que reconsideres mi oferta"; entonces, y sólo entonces, yo, consciente de la amenaza subyacente en su invitación, me cagaré para mi fuero interno en cada uno de los santos y las sibilas por haberme metido en problemas sin saber cómo ni por qué.
-Pero vamos a ver -le digo al
vamphiry infernalis mientras trato de parecer un chico calmado y razonable-. ¿Por qué un tipo como tú querría que alguien como yo fuese por ahí metiéndole el diente a la gente?
-Los secretos de tu mente son focos de neón para mí, muchacho -me dice enigmáticamente, insinuando que puede leer mis pensamientos-. Tu alma clama por sangre y hogueras, pero se retuerze embutida en ese limitado cuerpo mortal que la contiene.
-Esto... Sí... pero... A ver que me aclare, ¿qué tipo de vampiro eres tú? ¿En plan Drácula, cuento decimonónico a la medievala, alma atormentada estilo Anne Rice, ser fosforito de Crepúsculo...? Es que si no tengo referencias no sabría decirte, ¿sabes?
Una vez que mi interlocutor me ha enumerado sus habilidades, defectos secundarios (adiós al día, claro está... pero, ¿qué hay de los ajos, de los crucifijos y rosarios; habría de renunciar a las gambas al ajillo, a la sopa de ajo, a visitar iglesia y recónditos monasterios?), y si el vampirismo es un fermento demoniaco cuya infección implica la condena eterna del alma y el espíritu, llega la hora de hablar de contratos y garantías. Ojo, que si tengo garantía de un par de años lo mismo acepto sin pensarlo dos veces. También tendría que investigar el vampírico suicidio, porque si me canso de beber sangría habría de tener una posibilidad de poner punto y final al asunto.
También pediría amablemente una jornada de reflexión para sopesar los pros y los contras, y luego, ya si eso, le digo que sí.
Entonces llega la hora del nocturno Pajarito D. Bird, ahora con más de 81 desconcertantes habilidades secretas. La saga empieza con
Un vampiro nobel y apático no sabe cómo cazar jovencitas vírgenes, y continua con
D, el vampiro superdetective;
La vampiresa y la reconcha de su madre;
La venganza de Pascual, el vampiro hipoalergénico en busca del Santo Grial;
Lluvia de estacas y Cristos empalados;
Lolazo en la noche de los tiempos... y podría seguir indefinidamente.
Síp, sería una vida de aventuras y picaresca con sexo, sangre y rock n' roll
o en su defecto, podría recostarme en un ataud tan lindamente y esperar a que pase algo con la paciencia de quien sabe que no va a morir al año que viene ni en los cien siguientes.