Me sorprende cómo muchas personas afirman indubitativamente que serían amigos de sí mismos, cosa que no oso cuestionar, pero, ¿casa bien esa percepción con quejas varias sobre la condición personal y lo miserable que es la propia existencia?
En lugar de figurar situaciones imposibles, ¿por qué no atreverse a ser amigo de uno mismo en realidad? Ser amigo de uno mismo significa, ni más ni menos, que no privarse de momentos de disfrute por la nimia razón de no encontrar compañía externa. Cada vez que nos negamos a salir porque no tenemos con quien, nos comportamos como nuestro peor enemigo. Nos amputamos unas posibilidades de estar satisfechos, de divertirnos, de sentirnos mejor.
Si uno está plenamente convencido de su valía como amigo,
"Hic Rhodus, hic salta" . No entiendo la pertinaz manía por ser bien acogido por los demás cuando nos profesamos un enorme desprecio. Mientras nos lamentamos al no recibir cariño de otros, una persona nos espera ansiosamente y sin necesidad de ofrecerle nada - el cariño se paga, no se puede negar - para que le demos un poco de felicidad: tú mismo
.