Absolutamente lo mismo que a ti, aunque parece que noto un cierto gusto por el acercamiento social desde hace un tiempo, de manera que cuando estoy en alguna reunión pienso menos en mí, en mis cosas, en mi casa, etc. y trato de relajarme y disfrutar lo máximo posible de la conversación, tratando incluso de participar en ella.
Los sitios que están "hasta la bola" de gente la verdad es que también me agobian. Trato de ir andando a casi todos lados (aunque estén un poco lejos) con tal de no esperar el autobús y evito en lo posible las grandes superficies comerciales en "días punta", aunque una vez dentro de ellos, soporto la situación sin grandes problemas.
Algo que resulta realmente nocivo (no nos damos cuenta hasta qué punto) es (ya se ha comentado otras veces) el dar vueltas al coco. A más divagación, más le buscamos "los tres pies al gato" a cada asunto, más "pegas" sacamos de cada cosa, y posiblemente, una simple reflexión que puede servir para apartarnos de algún peligro potencial (lo deseable), a menudo se convierte en un entramado de pensamientos automáticos que degeneran en temores (o indiferencia, falta de ganas, etc. que pueden ser los correlatos del miedo) que nos pueden apartar de una enorme cantidad de decisiones importantes en nuestra vida. Cuidado con acostumbrarte a esto, porque puedes terminar siendo una persona con poca o ninguna iniciativa, no sólo para no salir de casa a dar un "paseíto", sino para no afrontar con determinación los retos que deberían servirnos para crecer como personas maduras.
Eso es lo que me ha venido pasando a mí desde hace mucho tiempo, y no veas lo que cuesta cambiarlo. Es bueno que los padres vayan obligando y animando a sus hijos adolescentes a que se metan en actividades, aprendan cosas, etc. y no les inculquen demasiado sentido del "peligro", a fin de que no recelen demasiado de los contactos sociales. Más adelante, y ante eventuales "bajones", conviene tener alguna o algunas amistades, gente de confianza que en un momento dado nos aconsejen en el sentido de no abandonar, de no cerrarnos en nosotros mismos, de compartir actividades...
Estar en casita está muy bien y todo eso... pero también puede ser tu prisión para muchas cosas... cuando te quieres dar cuenta a lo mejor ya has alcanzado mínimo la treintena y ves que has carecido de agallas o de iniciativa para enfrentarte a los grandes retos (que en el fondo no son difíciles, lo que sucede es que requieren determinación, tiempo y paciencia), y que por contra simplemente te has dedicado a apreciar esas "pequeñeces" del día a día que no tienen un fin en sí mismas y que sólo te habrán servido para "pasar el rato" o para aliviar frustraciones.
Traigo aquí dos frases interesantes:
Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas. (Pablo Neruda)
Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. (Albert Einstein)
Saludos.
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