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05-sep-2003
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3 – Filtro mental.
Jeje, esta es una bonita habilidad que podemos llegar a adquirir.
Se trata de extraer de una situación un detalle negativo, y fijarnos en él de tal manera que llegamos a ver toda la situación como negativa.
Imaginemos que estamos con otras personas... la situación puede parecernos estresante, pero la estamos llevando bastante bien. De pronto interpretamos un gesto o una palabra de alguien como hostil, o despectiva hacia nosotros.
Inmediatamente, nuestra mente se focaliza en eso... ya no vemos más allá... da igual que la mayoría sea comprensiva con nosotros... lo único que podemos ver es ese gesto que hemos interpretado despectivo, y la situación se nos hace insoportable...
Da igual que estuviéramos solventando la reunión dignamente... ese detalle negativo se ha adueñado de nosotros y llegas a pensar que todos piensan mal de ti, e incluso puedes interpretar una palabra de alabanza como una mentira para que no te sientas peor.
De echo, en ese reunión has tenido 1000 detalles positivos, y tan solo uno que has interpretado como negativo... y tu mente ha cogido ese detalle, y lo ha ampliado hasta eclipsar los otros mil, y hacerte sentir hundido y humillado.
Esta habilidad para captar y ampliar los detalles negativos es muy digna de admirar, pero por dios que la vendo barata, si alguien la quiere comprar, jeje
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05-sep-2003
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A mi hay algo aqui que se me engancha
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05-sep-2003
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4 – Descalificar lo positivo.
jeje, esta es una de las más preciadas joyas de la distorsión mental.
No nos basta con ampliar las cosas negativas que nos suceden... los más aventajados tenemos que llegar mucho más lejos.
Cuando nos sucede algo positivo a veces somos capaces no solo de ignorarlo o quitarle importancia... sino incluso de convertirlo en algo negativo.
Hace falta mucha inteligencia y entrenamiento para esto... pero con mucha práctica llegamos a hacerlo bastante bien.
Por ejemplo... alguien nos felicita por lo que hemos hecho... o nos dice que aspecto tan bueno tenemos... y nosotros, expertos en jodernos donde los haya, no solo no nos conformamos con quitarle importancia a la cortesía, sino que en una pirueta mental digna de mejor causa, podemos emplear ese cumplido para hacernos sentir aún peor.
Somos únicos en decir.. bueno, no tiene importancia... o en pensar... seguro que lo único que quiere es quedar bien, pero en realidad le doy pena... o pensamos... me dice esto porque en realidad no me conoce... si supiera como soy en realidad, la daría asco.
Al final, conseguimos que una experiencia positiva, algo que en cualquier otro fortalecería los cimientos de su autoestima, lo convertimos en una piedra más atada alrededor de nuestro cuello, y que nos termina de llevar al convencimiento de que no valemos nada, y que cualquier cosa positiva que nos digan será por auténtica pena, o simplemente porque no nos conocen lo suficiente.
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05-sep-2003
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5 – Conclusiones apresuradas.
Bueno... nosotros somos más listos que nadie, y pienso que a estas alturas será difícil que nadie lo niegue, jeje. Es por eso que acostumbramos a sacar conclusiones (siempre negativas, que casualidad) mucho antes de que estén justificadas por unos hechos objetivos.
Estas conclusiones apresuradas son de dos tipos:
Lectura del pensamiento.
Nosotros tenemos una enorme ventaja... no tenemos que preocuparnos por saber lo que realmente piensan los demás de nosotros, porque ya lo sabemos de antemano.
Por lo general, suponemos que la gente nos desprecia, y estamos tan convencidos que no nos tomamos la menor molestia en comprobarlo.
Si nos cruzamos con alguien que conocemos y no nos saluda, enseguida interpretamos que no le caemos bien... que ha descubierto que somos en realidad unos fracasados y unos inútiles... cuando lo más probable es que esté absorto en sus propios problemas, o que ni siquiera se haya percatada de nuestra presencia.
Estamos hablando en un grupo y vemos que alguien bosteza... no hace falta saber más! le aburrimos! le damos asco! Somos tan listos, que sabemos perfectamente lo que piensa... y no nos paramos a reflexionar que a lo mejor ha dormido mal esa noche y simplemente se cae de sueño.
El error del adivino.
Es como si tuviéramos una bola de cristal, que, oh casualidad, solo nos predice tristeza...
Seguimos siendo tan listos, que sabemos lo que va a pasar aún antes de que pase.
Sabemos que si vamos a la entrevista de trabajo lo vamos a pasar tan mal que la cagaremos irremediablemente.
Sabemos que por mucho que lo intentemos jamás mejoraremos... conque para qué intentarlo...
Sabemos que si llamamos por teléfono a algún conocido y no nos contesta a la primera, es porque en realidad nos considera unos pesados y le caemos rematadamente mal... y si le volvemos a llamar, no haremos más que confirmar que efectivamente somos unos pesados.
Lo sabemos todo aún antes de que pase... o sea, que para que vamos a intentarlo, si ya sabemos que vamos a fracasar.
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05-sep-2003
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6 – Magnificación y minimización.
Esta es otra trampa del pensamiento en la que somos proclives a caer.
Es como si nos viéramos a través de unos prismáticos.
Cuando analizamos nuestros errores, es como si nos viéramos por el lado del prismático que aumenta.
El mundo se nos cae encima. ¡Dios mío, he cometido un error! ¡Todo el mundo se dará cuenta! ¡Soy un fracasado y todo el mundo se va a enterar. Ya no podré ocultarlo por más tiempo!
Cualquier pequeño desliz que cometemos, y que si lo viéramos en otra persona no le diríamos la menor importancia, lo vemos en nosotros como una catástrofe que puede hundir para siempre nuestra reputación.
Sin embargo, cuando se trata de analizar nuestras cualidades, es como si cambiáramos de posición los prismáticos, y las viéramos reducidas a la mínima expresión, pequeñas, lejanas y sin la menor importancia.
O sea, que si nos convertimos en unos expertos en magnificar nuestros errores y en minimizar nuestras cualidades, no es de extrañar que lleguemos a considerarnos inferiores a los demás, y que nuestra autoestima esté continuamente arrastrándose por el suelo.
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05-sep-2003
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7. Razonamiento emocional
Tomamos nuestras emociones como prueba de la verdad.
La lógica de razonamiento que seguimos en estos casos es la siguiente:
... Me siento como un inútil, o sea, que soy un inútil.
... Me siento culpable, o sea, que debo de haber hecho algo mal.
... No tengo ánimo para hacer nada, por lo que mejor es que me quede en la cama.
... Estoy enfadado con juanito, lo cual prueba lo mal que juanito se ha portado conmigo.
En definitiva, tomamos nuestras emociones como hechos consumados, sin pensar que podemos haber llegado a estas emociones a través de pensamientos distorsionados, con lo que a su vez estas emociones no reflejarán otra cosa que sentimientos distorsionados y equivocados, que poco o nada tendrán que ver con la realidad.
Por otra parte, si damos validez a nuestros sentimientos distorsionados, poco o nada podemos hacer para remediar la situación.
Si decimos que nos sentimos como unos inútiles, no mentimos... realmente nos sentimos así. Y si damos validez a ese sentimiento, solo podemos llegar a una conclusión... somos realmente unos inútiles.
Así pues, pongamos en tela de juicio nuestras emociones. No les demos la validez que le daríamos a un hecho real.
Si me siento como un inutil, no tiene que ser porque realmente yo sea un inutil.
Puede ser simplemente que mis pensamientos distorsionados me están jugando una mala pasada.
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05-sep-2003
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8 – Enunciaciones “debería”
Habitualmente tratamos de de motivarnos diciendo “debería hacer esto” o “debo hacer lo de más allá...”
Estas enunciaciones nos hacen estar presionados y resentidos.
Cuando de los demás creemos que “deberían hacer algo”, “deberían ser más puntuales en una cita”, etc, etc, estamos juzgándolos ajenos a su condición humana, que como tal les hará cometer fallos o equivocaciones, y lo más probable es que acabemos resentidos con ellos.
El “debería” tendría que ser desterrado de nuestro vocabulario.
En caso de no cumplir las expectativas, nos coloca en la situación de sentirnos fracasados, si somos nosotros quienes fallamos, o de llegar a sentir resentimiento hacia las personas que “no deberían” habernos fallado.
Hemos de aprender a ser más comprensivos con nosotros, y con los demás.
Al fin y al cabo, con esas expectativas, tan solo podemos perder.
Si no las cumplimos, nos sentiremos fracasados. Y si las cumplimos, tan solo habremos hecho lo que “debíamos” hacer, con lo que quitamos cualquier mérito a nuestros logros.
Intentemos hacer las cosas sin esa presión constante del “debo hacerlo”.
Alegrémonos de cualquier logro, por pequeño que sea, y hagamos que el más mínimo progreso sea un triunfo para nosotros.
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05-sep-2003
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9 – Etiquetación y etiquetación errónea.
Ponerse etiquetas personales, significa crear una imagen de si mismo completamente negativa, basada en nuestros errores.
Decirte que eres “un perdedor” o “un fracasado”, por ejemplo, supone crear de ti una imagen fija que te acompañará siempre. Puedes haberte equivocado en algo, o puedes haber fracasado en algo. Pero eso no te convierte en un perdedor o en un fracasado, como el comer todos los días no te convierte en “un comedor”
No somos imágenes fijas, sino realidades cambiantes.
Igualmente, cuando etiquetamos negativamente a los demás, también estamos poniendo los cimientos de futura hostilidad.
Poner etiquetas erróneas significa describir un hecho con palabras que son inexactas y con una gran carga emocional. Estás a dieta y te comes un helado en un impulso, y piensas “que asqueroso y repulsivo soy. Soy un cerdo”
Seguramente, algo así te hará sentir tan mal, que acabarás por comerte la caja completa de helado.
Tratemos de no ponernos nunca etiquetas, y de ser lo más objetivos posibles a la hora de valorarnos.
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14-abr-2004
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El libro es uno de los mejores en cuanto a autoayuda. Lo recomiendo
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14-feb-2006
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Cita:
3 – Filtro mental.
Jeje, esta es una bonita habilidad que podemos llegar a adquirir.
Se trata de extraer de una situación un detalle negativo, y fijarnos en él de tal manera que llegamos a ver toda la situación como negativa.
Imaginemos que estamos con otras personas... la situación puede parecernos estresante, pero la estamos llevando bastante bien. De pronto interpretamos un gesto o una palabra de alguien como hostil, o despectiva hacia nosotros.
Inmediatamente, nuestra mente se focaliza en eso... ya no vemos más allá... da igual que la mayoría sea comprensiva con nosotros... lo único que podemos ver es ese gesto que hemos interpretado despectivo, y la situación se nos hace insoportable...
Da igual que estuviéramos solventando la reunión dignamente... ese detalle negativo se ha adueñado de nosotros y llegas a pensar que todos piensan mal de ti, e incluso puedes interpretar una palabra de alabanza como una mentira para que no te sientas peor.
De echo, en ese reunión has tenido 1000 detalles positivos, y tan solo uno que has interpretado como negativo... y tu mente ha cogido ese detalle, y lo ha ampliado hasta eclipsar los otros mil, y hacerte sentir hundido y humillado.
Esta habilidad para captar y ampliar los detalles negativos es muy digna de admirar, pero por dios que la vendo barata, si alguien la quiere comprar, jeje
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Cita:
8 – Enunciaciones “debería”
Habitualmente tratamos de de motivarnos diciendo “debería hacer esto” o “debo hacer lo de más allá...”
Estas enunciaciones nos hacen estar presionados y resentidos.
Cuando de los demás creemos que “deberían hacer algo”, “deberían ser más puntuales en una cita”, etc, etc, estamos juzgándolos ajenos a su condición humana, que como tal les hará cometer fallos o equivocaciones, y lo más probable es que acabemos resentidos con ellos.
El “debería” tendría que ser desterrado de nuestro vocabulario.
En caso de no cumplir las expectativas, nos coloca en la situación de sentirnos fracasados, si somos nosotros quienes fallamos, o de llegar a sentir resentimiento hacia las personas que “no deberían” habernos fallado.
Hemos de aprender a ser más comprensivos con nosotros, y con los demás.
Al fin y al cabo, con esas expectativas, tan solo podemos perder.
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