Voy a contar mi experiencia...
Este año he vuelto a sentir un contacto muy fuerte por la naturaleza. Desde que dejé de ir a la asociación de montañeros a la que pertenecía mi primo había dejado de lado la montaña y las excursiones salvo en contadas ocasiones (algunas salidas a por setas, rutas ciclistas y estancias veraniegas en mi casa de campo). Sin embargo, este 2013 he podido aunar dos aficiones en una: el gusto por el aire libre y la exploración unido al interés por la historia y las manifestaciones culturales de los pueblos.
Estoy saliendo siempre que puedo al campo, con mayor regularidad. Allí me siento, como muchos comentáis, libre, tanto como cuando estoy solo en mi casa. Sí PERO... hay un problema. Si podéis acudir a esos pueblos o parques o llanuras o bosques o montañas en soledad, conduciendo vuestro propio coche, es estupendo porque no dependéis de nadie. En mi caso no puedo decir lo mismo. Si bien tengo carnet de conducir y me lo saqué a la primera, el coche me da pavor y siempre suelo ir acompañado. Así que mi tranquilidad depende de con quien vaya.
Si voy con mis amigos, de uno en uno, siempre de confianza, sin malos rollos y con un cargamento de buen humor, no hay problema. Sin embargo, éstos no me pueden acompañar con toda la regularidad que quiero y mi padre, con una generosidad que aplaudo, se ha ofrecido como voluntario para llevarme todos los fines de semana que quiera y que ambos podamos. Sin embargo, claro, mi padre tiene un carácter muy fuerte y, pese a que a día de hoy mantenemos una bonita relación paterno-filial, de vez en cuando siguen surgiendo roces que a mí me hacen polvo la estabilidad emocional que recupero cuando me encuentro frente a frente con la naturaleza.
Problemas de qué camino escoger, cuando iniciar la vuelta, qué lugares rastrear (con el detector)... siempre surge algo. Todavía recuerdo cuando utilizaba nuestros paseos a solas (en verano en la playa, por ejemplo) para aleccionarme y sermonearme con el fin de que estudiara más, de que replanteara mi futuro. Esos crudos días vuelven a mi memoria y me entra una inquietud y un regusto amargo que hace que me piense muy mucho si volver a quedar con él para algo.
Esa es mi reflexión sobre la naturaleza. El problema no es el paisaje sino el "paisanaje" que llevamos al lado. No sé si estaréis de acuerdo...