Es voluntad del empíreo célico haber nacido dotado de una belleza apolínea, cuyas proporciones épicas fulguran allá donde voy.
Febo iracundo me mira con envidia, mientas que las ninfas y las hijas de los hombres caen deslumbradas ante mi presencia.
Ya en serio: La verdad es que, dependiendo del momento, me puedo ver horrible o con una belleza heterodoxa.