Después de estar mucho tiempo con ella sigo sin comprendenderla del todo ¿Qué espera la soledad de mi? Siempre le hago la misma pregunta, pero nunca me contesta.
Es cálida porque siempre escucha lo que le decimos, no nos juzga y es benevolente, pero ¿de qué nos sirve si no nos responde, si no da soluciones para lo que queremos de verdad?
Yo no quiero sólo mis pensamientos, quiero los pensamientos de los otros, no quiero oirme en el vacío, sólo quiero amar, llenar de corazón mi cerebro, de significado mis ideas.
Porque, de pronto, en ese silencio en casa, sentimos nuestra finitud, el sentido de nuestra frugalidad, y es necesaria, casi fundamental para salvarnos del espanto, la compañía de los otros. Alejarnos un poco de la muerte, supongo al fin y al cabo.
Pero, claro el complaciente sólo se cuestionará en su soledad la ligereza de las cosas ligeras, si hace frío, si se ha acabado el aceite, o si tengo que pintar la estantería de azul o violeta, y para eso ya sobra el propio pensamiento. Pero eso no es soledad, eso es tiempo libre.
Nunca he sentido revelación alguna con ella, ni una mágica inspiración para crear ni las llaves para encontrarle sentido a las cosas.
Deben ser mis pensamientos, que son demasiado aburridos...
O que la soledad que me tocó fue demasiado parecida a mi...