Devocional: ¿cómo vencer la timidez?
Hermanos, quiero compartir con ustedes un devocional sobre la forma de como podemos nosotros vencer la timidez en nuestras vidas, y espero que sea de ayuda para el cuerpo de Cristo.
Había una vez una niña que se pasaba los días sentada junto a una charca contemplando una rana sobre un nenúfar. La niñita sabía que la rana era seguramente un príncipe. Y la rana, que realmente lo era, sabía que la niña le podía dar un besito en la nariz que rompería el hechizo que le había echado una bruja malvada. Pero la niña que estaba en la orilla era tan tímida que no se atrevía a conversar con la rana, y a ésta le era imposible decirle cuánto deseaba que la besara en la nariz. ¡Y la niñita se quedó allí sentada contemplando la rana, y así termina el cuento!
¡Lo peor de este cuento es que sucede todos los días! ¡Piensa en todos los hermosos idilios que nunca llegan a florecer, en los romeos que nunca conocen a sus julietas porque tanto él como ella son tan tímidos que no se atreven a dar el primer paso! ¡Piensa además en todos los carusos, mozarts y rembrandts que no han llegado a existir por ser tan tímidos que no se atrevieron a mostrar sus obras a los demás, y no llegaron por ello a desarrollar sus talentos!
Hay algo más lamentable todavía: ¡piensa en los millones de almas que no llegaremos a ver en el Cielo porque algún cristianos fue tan tímido que no se atrevió a hablarles de Jesús! Tú ¿no estás agradecido de que alguien tuviera el valor para hablarte a ti del Señor?
Me dirás: «Es que por naturaleza soy tímido. ¡Es mi personalidad, así soy yo!»Es posible que así sea. Mientras que algunos tienden por naturaleza a ser muy abiertos y extrovertidos, y son capaces de hablar por los codos, otros tienden a ser más introvertidos, retraídos, reservados y tímidos. Pero la mayoría de las personas no quiere en realidad ser tímida. A casi todos los que son callados y retraídos les gustaría ser capaces de hablar, comunicarse y expresar más a los demás sus sentimientos, ¡pero necesitan ayuda para romper las murallas que los aprisionan!
En la inmensa mayoría de los casos, la timidez es ante todo una combinación de temor y vergüenza ¡Muchas veces, cuando somos tímidos es porque nos preocupa la opinión de los demás. Tememos lo qué puedan decir o pensar de nosotros!
Claro que hay veces en que somos tímidos por razones aparentemente buenas, porque no queremos ofender a los demás. Por ejemplo, puede que no nos atrevamos a decirle a una persona querida que tiene mal aliento, porque tememos ofenderla, pero si no se lo decimos, ¿cómo lo va a saber? Por supuesto, hay que procurar tener tacto y consideración con los sentimientos de nuestros seres queridos. ¡Pero si sabemos que tenemos razón y decimos las cosas con amor, no debería preocuparnos lo que puedan pensar o decir los demás de nosotros! ¡La Biblia dice que no debemos temer las opiniones de los hombres, que debemos servir y obedecer al Señor, «nosirviendo al ojo como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios»! (Efesios 6:6)
¡Se ha dicho que un «timidi-yo»piensa mucho en su «yo», se preocupa mucho por sí mismo! ¡En realidad la timidez es eso! El tímido generalmente están tan ocupado pensando en sí mismo que no quiere ni hablar de otro tema! En buen parte, ser tímido es simplemente estar cohibido porque uno se preocupa más de lo debido por sí mismo. ¡Quizá nos parece que somos muy delgados, feos o qué sé yo! Eso era lo que le pasaba a Cass Daley, la famosa cantante y actriz cómica. ¡Deseaba ser cantante, pero le preocupaba mucho el hecho de tener la boca grande y los dientes salientes! La primera vez que actuó en público en un club nocturno de Nueva Jersey, intentó ser más «atractiva»y tener la boca cerrada para que no se le vieran los dientes. ¡El resultado fue que quedó en ridículo!
Pero hubo un hombre entre el público aquella noche que oyó cantar a Cass y le pareció que tenía talento, y le dijo la verdad sin ninguna timidez. «Mire», le dijo con brusca franqueza, «he presenciado su actuación y sé qué es lo que trata de ocultar. ¡Le dan vergüenza sus dientes!»Cass se sintió avergonzada, pero el hombre prosiguió: «¿Y que? ¿Es un crimen acaso tener los dientes salientes? ¡No intente ocultarlos! ¡Abre la boca y el público la querrá cuando vea que no se avergüenza! ¡Además, es posible, que esos dientes que trata de ocultar le hagan ganar una fortuna!»
¡Cass Daley siguió su consejo y dejó de ser tan tímida y preocuparse tanto por sus dientes! ¡A partir de ese momento, sólo pensó en su público! ¡Abría bien la boca y cantaba con tanto entusiasmo y deleite que llegó a ser una primera figura del cine y la radio!
¿Cómo podemos entonces superar la vergüenza y la timidez? ¡Una manera es olvidarnos de nosotros mismos y pensar en los demás, como hizo Cass Daley! ¡Deja de preocuparte! Es como la anécdota de aquella señora que acostumbraba alternar con la alta sociedad y un amigo le preguntó un día: «¿Cómo es que ahora siempre está tan tranquila y tan contenta cuando siempre estaba tan nerviosa y preocupada?»Y sonriendo, respondió: «¡Es que he dejado de preocuparme!»¡Había dejado de preocuparse por impresionar a los demás y llamar la atención! ¡Había dejado de esforzarse febrilmente por ser todo lo que no podía ser, y había decidido ser ella misma! ¡El secreto de la felicidad que acababa de encontrar era que «había dejado de preocuparse»
¡Cuando dejamos de preocuparnos por todas las cosas que pensamos que a los demás les gustaría que fuéramos —y que no somos— y nos contentamos por el contrario con ser como Dios nos ha hecho, dejamos de ser tan tímidos y preocuparnos tanto por nosotros mismos y por las opiniones de los demás!
Otra razón por la que las personas son tímidas es que muchas veces creen que lo que ellas tienen que decir no es tan interesante para los demás como lo que todos los demás dicen. ¡Si éste es tu problema, la próxima vez que salgas, procura escuchar lo que se dicen unos a otros y compararlo con tu forma de conversar! ¡Seguramente verás que la clase de temas que comenta la mayoría de la gente son temas de los que tú podrías hablar con exactitud, en forma inteligente y con el mismo grado de ingenio o humor que ellos! ¡Si tan sólo lo intentas!
Además, la razón por la que muchos son tímidos y no se atreven a entablar una conversación es simplemente porque nadie quiere chocar con una mirada fría o con el rechazo! Esta es una preocupación muy grande para muchas personas! Pero medita en esto: ¡Si te pasas la vida rehuyendo el rechazo, nunca conocerás ni entablarás una relación estrecha con nadie! ¡Así que haz un esfuerzo por comunicarte con los demás! ¡Quien no se arriesga no pasa la mar!
No sólo eso; es cierto que la mayoría sufrimos cierta medida de complejo de inferioridad. ¡hay al menos algún aspecto en el que no nos consideramos «tan buenos como otros»! Pero si leemos la Biblia veremos que todos los demás también son malos, y que tú no eres peor que nadie! Dios dice: «¡No ha justo —nadie es bueno— ni aun uno!»(Romanos •3:10,23) ¡Es más, Jesús dijo que hasta los dirigentes religiosos altivos, santurrones y perfeccionistas de su tiempo eran pecadores, y que las prostitutas y los recaudadores de impuestos irían al Cielo antes que ellos! (Mateo 21:31) ¡Así que no te dejes intimidar ni acobardar por los que tienen una actitud de superioridad y arrogancia ante «pequeñajos como tú»! ¡Y no olvides que nadie puede hacerte sentir avergonzado ni inferior sin que tú lo consientas!
¡El célebre dramaturgo George Bernard Shaw es otro ejemplo destacado de una persona que superó la vergüenza y la timidez llegando a convertirse en uno de los oradores más ingeniosos y francos de todos los tiempos! Cuando le pregunté cómo lo había conseguido, me dijo: «Lo hice del mismo modo que aprendí a patinar: ¡haciendo el ridículo una y otra vez hasta que me acostumbré!»De joven, Shaw era uno de los hombres más tímidos de Londres.
¡Con frecuencia se pasaba 20 minutos subiendo y bajando por la calle antes de atreverse a llamar a la puerta de la casa de una familia que no conocía bien! «¡Pocos hombres», confesó, «han sufrido más de timidez y pura cobardía que yo, o han sufrido una vergüenza más terrible por ello!
¡Finalmente, dio con la manera de superar su vergüenza y temor! Se decidió a convertir su punto flaco en su mayor ventaja. ¡Ingresó en una sociedad de debates! ¡Asistió a toda reunión en Londres en la que hubiera un debate público, y se obligaba a ponerse en pie y participar en el mismo! Con la práctica, mejoró su oratoria, ¡hasta que George Bernard Shaw llegó a convertirse en uno de los oradores más destacados y seguros de sí mismos de principios del siglo XX!
Siendo cristianos, tenemos maneras más efectivas de superar la vergüenza y la timidez, porque tenemos a Jesús, el Espíritu Santo y la Palabra de Dios!
¿Cómo nos pueden ayudar ellos? Como acabamos de ver, la vergüenza, la timidez y la cortedad son en esencia una mezcla de temor y orgullo. El temor es lo contrario de la fe. ¡Entonces, para superar el temor es imprescindible tener más fe! ¿Cómo se obtiene más fe? ¡Leyendo la Biblia y las Palabras de Dios! «¡La fe viene por el oír la Palabra de Dios!» (Romanos 10:17) ¡Cuanta más fe se tiene en Dios, más Amor de Dios se tiene, y más amor al prójimo se tiene! ¡Uno termina preocupándose más por los demás que por sí mismo, y eso hace que no piense tanto en sí mismo y piense más en Cristo!
En Isaías 26:3 dice: «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera. « ¡Así que piensa en todo momento en Jesús! Sumérgete en Jesús y El te ayudará a olvidarte de ti mismo. Pon todo el corazón en agradar al Señor y compartirle con los demás, y El te ayudará a dejar de preocuparte por ti mismo, de suerte que sólo te preocuparás por Jesús, su mensaje, su Amor y tu amor al prójimo!
Hay que decir también que hay una gran diferencia entre timidez y mansedumbre. ¡Todo el que haya leído la historia de Moisés en la Biblia o haya visto la película «Los Diez Mandamientos» sabrá que Moisés era de todo menos tímido o vergonzoso! Pero según la Biblia era «muy manso (humilde), más que todos los hombres». (Números 12:3) La Biblia nos dice que debemos tener «el ornato de un espíritu afable y apacible, que es de gran estima delante de Dios». (1a de Pedro 3:4)
¡Por eso, cuando te decimos que no debes ser tímido, no te queremos decir que tienes que ser descarado, atrevido y presuntuoso! ¡Simplemente te queremos decir que no debes preocuparte tanto por ti mismo que eso sea un impedimento cuando tengas que hablar, testificar y sincerarte con los demás!
El que es manso y humilde es consciente de sobra de sus defectos, debilidades y puntos flacos. ¡Pero es más consciente todavía de la gracia, fortaleza y poder del Señor, y por tanto saca sus fuerzas, no de su propia personalidad, sino de una fe y confianza tranquilas en Dios! Ser manso no es una debilidad; ¡es una fortaleza controlada!
Para concluir, me gustaría hablar un poco de mi testimonio personal de cómo me ayudó el Señor a superar la timidez, porque yo también era muy tímido en mi juventud. ¡Era uno de esos niños que corren a refugiarse detrás de su madre aferrándose a su falda cada vez que llega un extraño! Recuerdo que cuando cumplí 9 años mis amigos me dieron una fiesta sorpresa de cumpleaños. En cuanto entré por la puerta, de repente todas las luces se prendieron y 50 chiquillos saltaron gritando: «¡Sorpresa! ¡Feliz cumpleaños!» ¡Y dando media vuelta, salí disparado por la puerta asustado como un conejito y no me volvieron a ver en todo el día! ¡Eso es lo que se consigue con la timidez! ¡Me perdí una fiesta fantástica, y todos mis amigos se quedaron sin poder darle la fiesta al invitado de honor! ¡Qué lástima!
¡Para mí, el colegio era un infierno! ¡Yo era un «patito feo» tímido y raro, y los «matones» se daban cuenta y se metían conmigo! Constantemente era objeto de las bromas de los matones, brutos, groseros y desconsiderados! Me gustaban las personas y quería ser sociable, pero no me atrevía a estar con ellas porque era demasiado cohibido; me preocupaba mucho por mí mismo y por lo que pensaran de mí. ¡Y uf, cómo me asustaban las chicas! Me parecían muy lindas, encantadoras, ¡pero ni me atrevía a acercarme a ellas!
¡Te cuento todo esto para animarte, porque estoy seguro de que pocos hay tan tímidos como era yo! ¡Era tímido a tal extremo que casi era una especie de fobia, psicosis o algo por el estilo!
¡Fui timidísimo hasta los 19 años o así! Hacía años que estaba salvado y quería hablarles a los demás de Jesús, ¡pero me costaba mucho! A veces tenía que pronunciar un discurso ante el grupo juvenil de mi iglesia. ¡Me pasaba días preparando el discurso y escribiéndolo todo de antemano, y luego cuando salía al estrado me quedaba petrificado y casi sin habla al verme ante el público!
¡Por eso, sé lo que es ser tímido! ¡Pero nunca se me olvidará como perdí la timidez! ¡Fue una transformación milagrosa, casi de la noche a la mañana, y si me pudo suceder a mí, también te puede suceder a ti!
Aunque toda la vida había sido un cristiano nacido de nuevo, la verdad era que nunca había recibido la unción completa o «bautismo» del Espíritu Santo, hasta que una misionera fue al club juvenil de nuestra iglesia, del que yo —en contra de mi voluntad- era cantante solista. ¡Nos habló del Espíritu Santo y nos dijo que para recibirlo bastaba con pedirlo! En Lucas 11:13 dice: «Si vosotros, a pesar de ser malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?»
Para mí fue bastante humillante tener que admitir que había algo que me faltaba en mi vida cristiana, pero me adelanté para orar fervientemente con ella pidiéndole al Señor que me llenara de su Espíritu Santo. ¡E inmediatamente después de aquella experiencia, con gran sorpresa de mi parte, descubrí que tenía un denuedo e intrepidez que nunca había tenido, y más valor, y comprendí que me los había dado Dios! ¡Recuerdo que en la siguiente reunión juvenil me quedé sorprendidísimo de la total libertad y despreocupación que sentía! ¡En vez de meter las narices en el cancionero tratando de no mirar al público, solté el libro y me puse a cantar con todo el corazón, moviendo las manos y prácticamente saltando y gritando de alegría, de tan lleno del Espíritu que estaba!
¡Ya no me importaba que los demás pensaran que yo era bueno o malo, con tal de saber que estaba diciendo lo que Dios quería que dijera y haciendo lo que Dios quería que hiciera! ¡Con tal de estar en la voluntad de Dios, el espíritu de Dios me daba valor, y casi de la noche a la mañana me volví intrépido como nadie!
¡Desde aquel día, que fue hace muchísimos años, ya no me volví a preocupar por mí mismo, me daba igual! ¡Ya no pensaba en mí mismo, pensaba en Cristo! ¡Había encontrado un nuevo poder, y comencé a testificar y hablarles la Palabra de Dios a los demás! ¡Le estoy muy agradecido al Señor por haberme librado de la vergüenza y la timidez mediante el poder del divino Espíritu Santo! ¡Si El me pudo transformar a mí —con lo tímido y reservadísimo que era— desde luego te puede transformar a ti!
¡Tú también te puedes llenar del Espíritu Santo como los discípulos de Jesús el día de Pentecostés, cuando dieron la cara predicando ante el pueblo y Pedro ganó 3.000 al Señor! (Hechos 2) ¡El mismo Pedro que había sido tan tímido y temeroso cuando detuvieron a Jesús que lo negó tres veces! (Juan 18:25-27) ¡Pero en cuanto fue lleno del Espíritu de Dios, Pedro se volvió de repente un hombre muy valeroso y atrevido que predicaba sin temor a las multitudes! En Hechos 1:8 dice: «¡Recibiréis poder cuando venga sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos!»
¡Y ésta es la razón principal del bautismo del Espíritu Santo: ayudarnos a superar la sensación de timidez que por naturaleza tenemos y darnos el poder, el denuedo y el valor para testificar y compartir el Amor de Dios con los demás!
¡Si el bautismo del Espíritu Santo es algo, es un bautismo de Amor! ¡Y una vez que tengas esa preocupación por los demás y ese amor en el corazón, querrás por naturaleza extender tu amor y compasión a los demás, y tendrás mucho valor para hacerlo! ¡Puede que no te transformes en un fogoso orador como San Pedro, pero al menos, mediante el poder y la transformación mágica obrada por el Espíritu de Dios, habrás podido traspasar las barreras del temor, el orgullo y la vergüenza, para transmitir a los demás el Amor del Señor! ¡Olvidarse de uno mismo, dejar de preocuparse por las opiniones de los demás y sentir como Jesús ama a los demás por medio de uno es una experiencia muy hermosa y liberadora! ¡Pruébalo!
¿Te ha liberado Jesús a ti del orgullo, de la preocupación por ti mismo, de la vergüenza y la timidez? ¡Si no, recibe el bautismo del poder de su Espíritu EN ESTE MOMENTO! ¡Y te liberará! ¡No tienes más que orar pidiéndole a Jesús que te llene de su Espíritu y te haga rebosar de amor por los demás, y lo hará! ¡Y serás más libre y atrevido que nunca! ¡Alabado sea el Señor! ¡Que Dios te bendiga! ¡Recibe su Espíritu AHORA MISMO!