El reportaje no me decepcionó. Entre otras razones porque no esperaba nada del mismo. Si algo está demostrado es que la mejor manera de conseguir que un tema no se conozca es dedicarle unos minutos en un informativo. Una compleja realidad sintetizada en un lapso de tiempo tan corto que la conclusión final es tan simple que más de uno se habrá dado golpes en la cabeza para decirse a sí mismo:
"¿Cómo diablos no se me había ocurrido antes?" .
La presentación de la noticia ya invitaba a cambiar de canal. Se puede intentar hacerlo más patético, pero lograrlo es arduamente complicado. La locutora alertaba que entre la sana población del lugar se incluyen unos personajillos tan curiosos como que no salen de casa, les cuesta ir a comprar el pan y tienen miedo a los demás. Le faltó añadir:
"¡fíjense qué cosas!".
Comienza el reportaje de marras. No deja de ser curioso que a una persona se le cubra (muy parcialmente. Todo aquel que la conociera sabía de quien se trataba) la cara cuando está dando testimonio mientras el resto del vídeo se le ve perfectamente. ¿Qué se pretendía con esto?; Lo mismo ocurre con el segundo "afectado". Declara de espaldas para acto seguido observarle cómo se desplaza por su domicilio.
No nos engañemos, el documento estaba más dedicado a ensalzar a los nuevos médiums que nos librarán de este pesado cáliz que a conocer qué representa la fobia social. Así un par de estos iluminados (tiene guasa, pero presentaban un look muy parecido: gafas de pastas, bigote y barba de hace unos días sutilmente recortados para que no se perdiera el buen aspecto, ropa moderna dando impresión de ser lo más progre desde los tiempos de el pollo frito de Ramoncín) explicaban el modo de intervención más adecuado para este tipo de casos. En un alarde de creatividad, se ve en la imagen un juego de espejos con la figura de la reportera distorsionada. Luego, aparece la misma diciendo que hay que lograr que los desdichados personajillos se comporten tal y como son. Sí, sí...pueden reírse:
"tal y como somos".
Todo esto ambientado con una dramática banda sonora en la que una mezzosoprano parece impetrar al algún ser divino por justicia en el mundo, mientras los infelices relatan lo duro que es todo. No hay que darse por vencido esa es la moraleja, se puede salir; seguro que sí, tú confía; ten fe y esperanza. Para rubricar el alienante esperpento una frase que debería quedar marcada a buril en nuestras mentes:
lo que más temen los fóbicos sociales es lo que más necesitan: a los demás. Sobra escribir que las arcadas a estas alturas me habían vencido. Pensé en llamar alguno de "los demás" para poder vomitarle encima. Está claro que lo necesitaba
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