LA TENTACIÓN HECHA LOCURA
¿Sabéis? Llega un punto en que el ser humano dice basta! Basta por todas las responsabilidades que conlleva, basta por la dificultad de conseguir una vivienda que es un derecho básico, basta por las organizaciones a nivel mundial que nos controlan, basta por los impuestos, pero además basta por toda la falsedad y el egoísmo que hay en este mundo humano tan hipócrita y mezquino que nos alejan a los demás por su individualismo y a algunos pocos que se no adaptan esa secuencia de nuevos valores los deja abatidos en la soledad.
Tras negarlo todo y no creer en nada, ni siquiera en ti mismo llega a un punto en que abandonas, no se puede más. Me he dejado vencer y la razón no me ha llevado a nada, ni la lógica ni la reflexión; sólo valen los hechos. Llegando a un estado total de locura donde aquí no responde nada humano porque no se muestran ni emociones ni razón ni siquiera animal, oh bueno, quizás sí, quizás se coge la peor parte de la naturaleza y se nutra en la base de este monstruo creado por destruir y despedazar la felicidad de la gente hasta hacerlos infelices para él ser feliz. Se destapaba algo conocible: LA CRUELDAD.
Se observaba como un marginado, que nadie lo amaba o quería siendo harto de su desdicha. Viendo como el resto tenían sus típicas amistades y amoríos mientras él estaba a 2 mundos de ello por lo menos, se desesperaba hasta que mandó a la mierda a esa parafernalia. Vengándose no de los que le maltrataban sino una venganza susceptible a la especie humana, por cómo es, por cómo ha sido y por cómo será.
Dicho esto, por fin pasó a la acción. A pesar de que sus padres creían que nunca cometería tal atrocidad, se dirigió a la facultad con una pistola y una escopeta. Le pidió la escopeta al primo para ver su habilidad a la caza y recolectar presas, así venderlas o sino para munición propia de alimento o eso le decía y con respecto a la pistola, un conocido que sabía poco de él y se volvieron a ver las caras se la dejó al creer que un ladrón rondaba la zona por las noches, o sea por razones de seguridad. Nada más lejos de la realidad, su única obsesión esta vez aparte del dulce sexual era sobre todo MATAR.
Matar lo consideraba la dimensión de arte, como lo que le transmitía el fútbol, una cúspide superior a todo lo que se presenciaba en vida. Con sólo imaginar el olor a sangre estaba estupefacto. Previamente se aseguro de haber tirado el móvil y haberse cambiado de número para que no lo reconocieran en primer lugar.
Un sprint de 50 metros le valió para pillar la guagua en el último instante, dentro de ella se notaba más nervioso de lo habitual e intentaba ignorar a otros universitarios o jóvenes que se encontraban dentro del vehículo. Lo curioso es que ese nerviosismo fue similar al de inicio de curso cuando todavía no había perdido la esperanza, ahora las causas de sentirse así eran antagónicas a las primeras. Ni primer motor ni leches, ya no era tiempo de especulaciones. Pensó en eso como único remedio ante tanto odio y rencor acumulado, no le dio vuelta atrás a su patética existencia. Salió decidido del autobús a la parada y cada vez se acercaba poco a poco al Campos Universitario, conforme avanzaba los metros más tenebrosa era su cara y más grande su sonrisa criminal cuando de repente vio a una chica misteriosa de otra carrera, le dirigió la mirada y le quedaba el toque un poco paradigmática que guardaba hacia el otro género por su figura y belleza lo cual también detestaba y amaba por una parte por lo que ignoró otra vez redirigirle la mirada a pesar de que lo hiciera la chica.
Cruzando elegantemente se sentía triunfador, el triunfador del mal más que otra cosa ya que ese lugar era para ser el más competente en aspectos perfilados a la próxima vida laboral. Ya entraba dentro de la facultad teniendo organizado la compleja acción y bajaba siendo el más falso como si fuera a hacer lo mismo de siempre, pero no, ésta vez no, la monotonía acababa ya de una **** vez. Pidió permiso para entrar a clase al llegar un poco tarde:
-¿Puedo entrar?
-Adelante, contestó el profesor
Con la sonrisa malévola digna de un actor de Hollywood en el cine de terror, ya sólo faltaba untar la escena junto a una música dramática, cargaba las 2 armas ante el desconcierto general de la clase ante ese ruido que entorpecía por fuera y que no comprendían que era. Al abrir la puerta el profesor tímidamente para más inri, de un portazo botó al profesor al suelo con una cara de incredulidad por parte de éste mientras que él se dirigía directamente a los alumnos con una cara de loco venida parecía directamente del psiquiátrica mientras la muchedumbre gritaba.
-Cállense por favor y así sufriréis menos, OS VOY A MATAR A TODOS HIJOS DE LA GRAN **** de todas formas.
-¿Por qué haces esto? (preguntaba una chica que era de las pocos conocidas que quedaban)
-He perdido cualquier símbolo de felicidad en esta vida de mierda, por eso no te agregaba aunque ahora no voy a dar vuelta de hoja a eso.
El público hacía de efecto espejo sin moverse ante el pánico desconcertante, el más aguerrido y deportista no hacía caso al general y salió a por él… fue el primer muerto y seguirían muchos más. Había pensado en cómo repercutiría en el resto de clases por lo que bloqueó las puertas anteriormente y todo tipo de entrada. Cuando ya había hecho una masacre total sin importar a quién se cargara (que si profesor, los únicos conocidos, la más guapa de la clase), da igual, daban asco y formar una charca de sangre y un rincón desolador, río como nunca ante el panorama como poseído por el demonio. Poco le duraría la alegría. Empujaban para ver que ocurría y a pesar de realizar la matanza en tiempo récord no era suficiente, la policía ya venía en camino. Tras derribar todas sus trabas huía al romper los cristales mientras de reojo observaba incrédulo como había sido capaz de dejar a alguien vivo, una chica cuanto menos inquietante por su forma de vestir tan natural y elegante a la vez pero al cual uno se le caía el alma al verla sujetando la carpeta y llorando desesperadamente ante el shock que duraría toda una vida, algo así para entendernos como una niña agarrada a su osito de peluche tras una pesadilla aunque tan desgarradora la imagen hasta el nivel de una tragedia griega.
-¿Por qué me ha pasado a mí esto? Incluso tenía suerte valga la redundancia, parecía desafortunada por vivir tras catástrofe. En ese momento no tuvo en cuenta que era la única superviviente en esa inmensa retahíla de cadáveres a merced del suelo.
Continuará...
