Aunque soy un profundo y apasionado defensor de la autonomía total de la persona y, por ello, defiendo que es dueña y soberana de su destino, voy a realizar una crítica a lo expuesto por el iniciador del hilo. Para que luego, escriban por ahí.....
Vamos a ver,
Obama del Alpedrete, afirmar con tanta rotundidad que sí se pueden hacer determinadas cosas y superar tales o cuales obstáculos, no solamente es pretencioso sino es falaz. Determinadas cosas no dependen de la voluntad de la persona, ni de sus esfuerzos personales, ni siquiera de su capacidad para alcanzarlas. Si lo que se anhela está relacionado o implica a otros individuos, las posibilidades de la persona se limitan. Es una pura ley de lógica.
Aunque uno desee tener amigos y haga esfuerzos por conseguirlos, si, por sus características personales, no encaja en ningún sitio y es rechazado por la gente con la que contacta, la situación deja de ser responsabilidad únicamente suya.
Claro se puede argüir que el sujeto tendría que cambiar su manera de ser, adaptarse a la gente que le rodea, abrirse a nuevas experiencias, modificar su comportamiento...pero es que, precisamente esta actitud, significa eludir la propia responsabilidad sobre uno mismo. Quien cambie por la ridícula razón de que le acepten está condenado a ser un reo en manos de los demás. No podemos consentir este atropello a nuestra autoestima.
La vida no es tan simple. No se pueden hacer botellas de un soplo. Lo que hay que preguntarse francamente es sí merece la pena el esfuerzo. Creo que, en el fondo, es lo que subyace en cada planteamiento de desesperación ante el adolecimiento de soledad e incomprensión. Realmente, no deseamos cambiar, no queremos ser diferentes, pero nos cuesta admitirlo porque implicaría afirmar que somos "raros" a ojos de la mayoría. Pero, esa interpretación meliflua no va a modificar las condiciones objetivas de la realidad que nos ha tocado sufrir.
No, no hay fórmulas mágicas y mucha gente no podrá superar sus problemas, posiblemente tengamos una existencia de anacoretas, privados del contacto social y nuestros aportes a la biografía comunitaria no lleguen ni a suscribir un párrafo. No obstante, ¿por qué pensar que eso es malo?, ¿por qué aceptar las reglas impuestas?, ¿por qué dejarnos avasallar por la mentira de que la mayoría tiene razón? Mil veces hay que repetirse que si uno es verdaderamente dueño de su existencia tiene que lograr hacer lo que quiere, lo que desea, no lo que otros quieren que haga y que desee.
Tú eres el vivo ejemplo de lo que escribo. Sueltas una monserga sobre lo que deberíamos hacer el resto. ¿No aprendiste aquella frase tan bonita de
"Vive y deja vivir"? Pues eso y de paso te das un garbeo, luego vuelves y cuentas si tus esotéricas y frenopáticas ideas se cumplen. Lo dudo