No sé, creo que nunca hay que decir nunca. Reconozco que tal vez uno no viva esas cosas a su debido tiempo, porque no es lo mismo ser padre a los 30 que a los 50, mucho menos para las mujeres, pero la vida es un largo laberinto y no sabemos con qué o con quién podemos encontrarnos en el próximo recoveco. Es cierto que cuando uno está bajoneado son recurrentes esos pensamientos, pero no puede darse uno por vencido si es que realmente anhela esas cosas porque entonces la vida dejaría de tener sentido. Cuando me viene pensar en esas frustraciones, trato de valorar mi presente, por ejemplo pensando que la soledad da más tiempo para disfrutar, que tal vez en un futuro esté más preparado para formar una familia, que si en este momento no me tengo paciencia o me exijo tanto para qué voy a complicarle la vida a otra persona, que la soltería te da más tiempo y libertad económica para un mundo que está esperando que lo recorras, entre otras ideas superadoras. Pero la esperanza es lo último que se pierde