Compararse con otros es algo tan propio de la naturaleza humana. Al vivir en una sociedad, diariamente conocemos personas -Aunque sea solo de vista o por algún medio de comunicación masivo- por lo que resulta fácil compararse con aquellas personas.
Si es que no nos comparamos nosotros nos comparan algún allegado nuestro ¿A quién su madre no lo ha comparado de pequeño (o aun de grande) con otro niño?
En estos casos una buena autoestima es vital para que tales críticas no nos hagan mella.
Por lo general el compararse acarrea fuertes crisis depresivas ya que el sujeto que incurre en ello se ve minimizado ante los otros; no obstante, sucede también que al compararse con personas que se considera "inferiores" se puede volver vano y soberbio. Solo en ciertas y muy contadas situaciones el compararse puede ser medianamente beneficioso, esto dependiendo del carácter de cada persona, ya que lleva a querer igualar o superar al individuo con quien se está comparando.
En todo caso es bueno puntualizar que compararse con otros en ciertos aspectos, sobre todo para gente con nuestros padecimientos, es un pésimo método de superación personal. Es por ello que yo evito compararme con los demás.