Marte Verde - Kim Stanley Robinson
...Al entrar vio por el rabillo del ojo una cara desconocida en el espejo. Se detuvo y la reconoció: era su propia cara, contraída de angustia.
Se acercó al espejo lentamente, de nuevo con aquella extraña sensación de trascendencia.
Estudió la cara, y supo que él no era el centro del universo, ni tampoco su única conciencia, sino una persona corriente, y que los otros lo veían como él a ellos cuando los miraba.
Y ese extraño Nirgal del espejo era un apuesto muchacho de cabellos negros y ojos castaños, apasionado, casi el gemelo de Jackie, de gruesas cejas negras y... una mirada peculiar.
La energía hormigueó en las puntas de sus dedos y recordó cómo lo miraban todos, y comprendió que él debía de representar para Jackie la misma clase de poder peligroso que ella para él.
Y por eso necesitaba mantenerlo a distancia de alguna forma —por ejemplo, utilizando a Harmakhis—, para crear un cierto equilibrio, para afirmar su poder.
Para demostrarle que eran una pareja de iguales.
Y de súbito, la tensión del torso se aflojó y Nirgal tembló.
Esbozo una media sonrisa: era cierto que se pertenecían, pero él seguía siendo él mismo.
Cuando Coyote llegó al fin y le pidió que lo acompañara, Nirgal accedió al instante, agradecido por la oportunidad.
Le dolió ver el relámpago de rabia en la cara de Jackie cuando se enteró de la noticia; pero una parte de Nirgal se sintió exultante por su alteridad, por su habilidad para escapar de ella, o al menos para mantener una cierta distancia.
Pareja o no, él necesitaba su identidad...